Son muchos los temas que diferencian a 4 estrellas de otras series diarias como La Promesa, La Moderna o la recientemente estrenada Sueños de libertad. El primero es que su horario es muy distinto al del resto de producciones. Pensada para el access prime time, su planteamiento la hacía ya distinta, sirviendo de telonera de otras producciones pensadas para la dura franja del horario de máxima audiencia. Rival de El Hormiguero, First Dates, Allá tú o El Intermedio; la ficción creada por Daniel Écija, Ángel Turlán y Borja González-Santaolalla ha servido también para mostrar otro tipo de producción.
Concebida primero como una sitcom, desde su estreno ha ido demostrando una curiosa mezcla de géneros como la comedia o el drama, combinado con la narrativa propia de las telenovelas. 4 estrellas destaca por ser una ficción diaria innovadora en ese aspecto. A ello se suma que está ambientada en el presente, rompiendo así la tónica habitual de las series diarias de La 1 o Antena 3. El que está situada en el presente le permite abordar una mayor diversidad de tramas, algo que ha podido verse desde el lanzamiento de su primera temporada.
4 estrellas ha deconstruido diferentes aspectos de los clichés de las telenovelas, como la malvada madrastra o la hija ilegítima. Pero ha ido más allá y eso está relacionado con el fenómeno Luznhoa. La pareja formada por Luz (Ana Jara) y Ainhoa (Belén Écija). La hija de Silvia (Marta Aledo) y Javier (David Lorente) es cocinera del hotel Lasierra y su trama comenzó con un amor prohibido con Paolo (Édgar Vittorino), al ser ambos trabajadores del mismo hotel.
Sin embargo, como bien se sabe con las ficciones diarias, las tramas van evolucionando. La irrupción de Ainhoa como nueva chef provocó el enfado de Luz, al ver cómo la cocinera tomaba un puesto que consideraba de Paolo o de sí misma. La chef escondía un secreto, dado que huía de un exmarido que todavía la acosaba y atormentaba, encarnado por Javier Pereira, además de tener problemas con la bebida. Un personaje rico en matices que, rápidamente, comenzó a tener roces con el de Luz.
Como la popular frase, esa que dice que ‘el roce hace el cariño’, ambas mujeres comenzaron a sentirse atraídas la una con la otra. Ya con la manera en que la ficción empezó tratando su relación se veía que 4 estrellas buscaba romper con los clichés de los temas LGBT. Primero, los armarios. Ambas estaban en el dilema de sentirse atraídas por alguien del mismo sexo. Sin embargo, la serie lo planteó con toda la naturalidad del mundo, de cómo dos mujeres descubrían su bisexualidad.
Un fenómeno como el de 'Luimelia' o 'Maitino'
Coincidiendo con el mes dedicado al Orgullo LGBT del año pasado, ambas comenzaron su relación de forma oficial. Por supuesto, la serie ha puesto una serie de cuestiones que han dejado en evidencia que ambas tenían que enfrentarse a una serie de prejuicios, especialmente por haber tenido anteriormente sólo relaciones heterosexuales. Pero la manera en la que los guiones hicieron frente a ello, demostró que 4 estrellas buscaba tocar estos temas con la mirada actual, a sabiendas que la ficción refleja el presente y que este debe dejarse de clichés de otra década.
La relación de Luz y Ainhoa se ha convertido en una de las más seguidas, recordando al fenómeno que se vivió con Luimelia o Maitino. Eso sí, 4 estrellas ha mostrado que el compromiso con la comunidad LGBT va más allá. Ya lo hizo el año pasado cuando las tramas hicieron que en el pueblo de Vera del Rey se organizasen unas jornadas de diversidad LGBT, cuyo objetivo era el de concienciar a los vecinos. La ficción supo mostrar muy bien cómo los prejuicios y la diferencia entre lo urbano y lo rural persiste.
Una vez más, lo hizo a través de sutilezas, de prejuicios que quedan evidencia, de cómo la famosa tolerancia se ha quedado en eso, pues no hay mejor palabra que describe la falta de aceptación que lo que define ‘tolerancia’. En ese sentido, la ficción demostró su compromiso con las personas que se definen como no binarias. Javier (David Lorente) y su familia recibían a Dani (Iván Vigara), su sobrino y quien se definía como no binario.
A pesar del rechazo de su padre, Dani terminaba dando un discurso sobre el escenario del pueblo para explicar su realidad como persona no binaria. “Es muy raro que estéis aquí todos mirándome porque yo siempre me he sentido invisible. Nunca había conocido a nadie como yo, ni en la calle, ni en la tele. Me ha costado, pero ya sé quién soy. No soy un maricón, ni un degenerado ni un hombre ni una mujer, soy Dani, Dani Romaña y solo quiero ser feliz”, compartía ante todo el pueblo.
Diversidad desde lo concreto
Un gesto que demostraba que la serie iba más allá del fenómeno Luznhoa. Ahora bien, la manera en la que ambas han ido llevando su relación también ha gustado y ha generado opiniones a favor o en contra, pero más por cómo el gusto de las tramas que por otros temas. Por ejemplo, la ficción ha abordado con total naturalidad cómo Ainhoa rompe con Luz porque esta no quiere ser madre.
También, se veía cómo Ainhoa iniciaba una relación con David (Fernando Barona), un exitoso y laureado chef que termina conquistando, aparentemente, el corazón de la cocinera. Un triángulo amoroso que recordaba que tanto Ainhoa como Luz son bisexuales. También, la manera en la que irrumpía David, quien sabía de la relación previa de su prometida con la hija de Javier, se hizo de manera natural. De la misma forma, la esperada reconciliación de ambas se hizo como con cualquier otra historia de amor y enredos, de manera abierta.
Ahí está el reflejo del compromiso con la realidad bisexual, en cómo tomar con naturalidad que Luz y Ainhoa puedan sentirse atraídas por ambos sexos y que las dos lo vivan de manera natural, de la misma forma que lo toma su entorno. Tiene mayor fuerza que esté sucediendo en una serie diaria cuyas tramas buscan traer costumbrismo y cotidianidad, aunque tenga otras tramas más propias de la ficción como el thriller o la intriga, sin olvidar los clásicos enredos y traiciones que recuerdan el espíritu de culebrón de 4 estrellas.
De ahí, que sea muy importante el fenómeno Luznhoa. No sólo porque ha cautivado al fandom, sino porque realizar un ejercicio de compromiso LGBT desde lo concreto, sin alardes y, sobre todo, reflejando la naturalidad que existe en la propia realidad. Un ejemplo de cómo la ficción toma nota de cómo ha evolucionado la propia sociedad, a sabiendas de que queda mucho por trabajar aún.