Este pasado 6 de marzo RTVE Play ha estrenado el documental Mujeres sin censura. Una obra de 60 minutos que se estrenaba en cines el pasado 26 de febrero, después de haber pasado por certámenes como el Festival de Cine de Málaga, donde logró el Premio Especial Biznaga de Plata dentro de la sección Afirmando los Derechos de las Mujeres. En la producción está Nadie Es Perfecto PC SL, Unicorn Content S.L, la productora que preside Ana Rosa Quintana, y RTVE.
Eva Vizcarra es la encargada de dirigir este trabajo, que analiza el papel de la mujer en la época conocida como destape, contando con el testimonio en primera persona de Josele Román, Teresa Gimpera, Claudia Gravi, Eva Lyberten o María José Goyanes, quienes se mostraron desnudas ante la cámara en películas de humor, eróticas, de terror o lo que correspondiese. Y a esto hay que sumar un amplio y rico archivo de entrevistas de Televisión Española a Nadiuska, Victoria Vega y otras intérpretes.
Mujeres sin censura viene a complementar otras producciones recientes que versan sobre temas similares, como el de Susana Estrada de RTVE Play y El Enigma Nadiuska de atresplayer, en ambos casos, con la dirección de Valeria Vegas. Mezclando cómo la censura española impedía mostrar en las películas patrias historias donde se justificase la infidelidad, se mostrase más piel de la debida o se atentasen contra los valores de la iglesia.
Cada una de las actrices que relata su historia ante la cámara tenía sus razones para desnudarse en las películas, y también, para dejar de hacerlo cuando consideraban. Y también para negarse a hacer cosas que le pedían sin que estuviesen escritas, sin que pudieran ampararse en eso de “exigencias del guion”.
Lo importante de este documental es, como destaca Eva Lyberten, que hablamos de un cine de desnudos, sí, pero que esos guiones están escritos por personas que no aman el desnudo, sino que lo utilizan, lo venden y lo maltratan. Y así, denuncia, por ejemplo, cómo trabajando con Ignacio Iquino le propuso grabar una escena con un bombón, que acababa en sus partes íntimas, y que otra actriz se lo comería allí. Como aquello no estaba estipulado se negó, y el director empezó a presionarla para que accediese. Y no solo eso. También la esposa de Iquino, personal de producción y demás miembros del equipo. Aquella negativa tuvo consecuencias: se reestructuró la historia y dejó de ser la protagonista.
Las malas artes de Ignacio Iquino, responsable de títulos como La caliente niña Julieta, Secta satánica o Los violadores del amanecer, no se destapan únicamente en Mujeres sin censura. En El enigma Nadiuska varios profesionales del séptimo arte que trabajaron con él denunciaron cómo escondía cámaras para tener tomas de los desnudos de las actrices para su visionado privado, y también, que tocaba más de lo que debería. De hecho, era algo que se sabía en la época, actrices como Emma Cohen abandonaban sus rodajes, pero no tenía ninguna repercusión mediática.
En este sentido, Mujeres sin censura reúne a actores que trabajaron en cintas de destape como Máximo Valverde, Emilio Gutiérrez Caba, Juan Ribó, Pedro Mari Sánchez y Manuel De Blas, y juntos, en un corrillo, recuerdan aquellos años. “Yo he hecho muchas violaciones, unas cuantas, siempre me llamaban para hacer de violador. Y yo no me desnudaba, era algo que me llamaba la atención. Violaba una señora a la que desnudaba, a la que se le quitaba lo de arriba para que se le viese el pecho”, recordaba Manuel de Blas. “Siempre estaba la chica que se desnudaba, y tú hacías el amor con los calzoncillos puestos”, recordaba con humor Máximo Valverde.
Pero la aportación del sevillano no acaba ahí. “Tengo una anécdota muy buena con Iquino, con el que hice dos películas, Aborto criminal y Chicas del alquiler. El señor Iquino cuando había una escena de cama, en vez de contártela y diciendo qué hacer, te decía: tú mírame que lo voy a hacer primero. Se metía en la cama, la tocaba, la besaba, y decía has visto lo que hecho, pues eso es lo que tú tienes que hacer”. Y todo ello lo cuenta entre risas, con un chascarrillo, mientras que a su lado Juan Ribó, por suerte, se lleva las manos a la cabeza y entiende que los abusos que se permitían entonces son inconcebibles en la actualidad.
“Con la transición, mostramos lo que la censura había tapado hasta entonces. Con la libertad y a través del arte nosotras, las mujeres, empezamos a mirar a los ojos”. Claudia Gravy.