Roger tiene 27 años, y se considera una persona introvertida. Este miércoles ha ido a First Dates porque busca “un chico normal, tranquilo”, y que no le guste la fiesta en exceso, ni el hacer muchos planes. Explicó que no le gustan los grupos grandes de personas, que prefiere hacer cosas en la intimidad de dos.
Para él, First Dates eligió a Uma, un chico de 26 años que se define como hedonista, y, como sabríamos más adelante, “una fresca”. Al ver a Roger dijo que le había gustado, porque le parecía muy mono. Tenían en común el ser de pueblos de Barcelona, y el trabajar con niños. Roger es psicólogo infantil, y Uma educador social. Sin embargo, este último prefiere trabajar con mujeres que con niños.
La vida sentimental de Uma era bastante compleja. Se casó y se divorció a los 25, y en el momento de ir al programa vivía en una relación poliamorosa anárquica. “Mi ideal de relación parte de los compromisos que haces con la persona y no de las convenciones sociales”, detallaba. En ese sentido, Roger contó que tuvo una relación abierta.
En el tramo final de la cena jugaron a los conocidos rascas del programa. “¿Dónde hay pelo hay alegría?”, leyó Uma. “Esta queda sin contestar” fue la respuesta que obtuvo de su compañero de mesa. “¿Eres tímido?”, le deslizaba a Roger. “Me ha sorprendido que se cerra en banda, tampoco es algo tan misterioso”, decía Uma ante la cámara del programa, a solas.
A continuación, Roger rascó una nueva pregunta. “¿Cuál es tu talento sexual?” era la cuestión que había salido. “Mi talento sexual, déjame que lo piense, porque tengo varios”, comenzaba a decir con cierto misterio. “Se me da muy bien comer culo”, decía a continuación, y matizaba que había que decirlo “con seriedad, por si lo ve mi madre”. De nuevo, Roger prefirió no responder, porque “no creo que tenga un talento así concreto”.
Era evidente que Uma era más lanzado que Roger, y así se lo hizo saber. “Eres una monjita”, le soltó. “De clausura”, recogía el guante Roger. “Yo trabajo para una orden de monjas, conozco a varias, les puedo hablar de ti si quieres”, le propuso.
A la hora de decidir si tendrían una segunda cita, Uma explicó que no le gustaría, pero sí el seguir conociéndolo, por si “en el espacio de conocerlo surge alguna intimidad”. Roger también dijo que no tendría una segunda cita, aunque había estado muy a gusto. Llegado el momento de tomar cada uno su camino, Uma preguntó: “¿Te puedo dar un beso aunque sea?”, mientras intentaba pasar su mano por el cuello de su compañero. “No”, respondía Roger, acabando así la cita sin beso de despedida.