La polémica ha comenzado pronto en la 68ª edición de Eurovisión. A un día de que actúe Israel en la segunda semifinal, con manifestaciones de boicot y amenazas terroristas, la primera gala de la edición 2024 ya ha encendido la mecha de la controversia. Resultaba arriesgado invitar a actuar en el número inicial a Eric Saade, representante de Suecia en 2011 y en el que quedó en tercera posición con Popular, al ser su padre de origen palestino.
Tremendamente crítico con Israel, Saade había lanzado comentarios antisemitas contra el país hebreo durante la Navidad del año pasado. Es una de sus historias de Instagram, llamó al estado de Oriente Medio de “asquerosa” y diciendo que Israel era “la nación más peligrosa y repugnante del mundo”, mientras pedía su eliminación.
“El mundo los derribará. Es cuestión de tiempo”, expresaba, obviando así que el motivo principal por el que el ejército israelí ha entrado en la franja de Gaza es para combatir a la organización terrorista Hamás tras los ataques del 7 de octubre, en el que asesinaron a 1.200 personas y secuestraron a otras 200. En un post que publicó en diciembre del año pasado en Instagram, tildó a Israel de “estado terrorista”. De ahí, que el que invitarle a cantar al inicio de la primera semifinal fuese tremendamente arriesgado.
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Dicho y hecho. Saade, que nunca había portado un kufiya, pañuelo típico tanto de Cisjordania como de Gaza, decidió llevarlo en la primera semifinal. Se trataba de toda una declaración de intenciones, dado que las banderas de los Territorios Palestinos no se podían portar este año. La prohibición viene de que debía retirar cualquier bandera, símbolo, ropa, artículo y pancartas que se utilice con "el probable propósito de instrumentalizar los programas de televisión".
Saade ya había arremetido la semana pasada contra los organizadores de la competición musical por su prohibición de banderas y símbolos —incluidos los palestinos—, y calificó a la UER como “vergonzosa” y la acusó de difundir “propaganda israelí”. De ahí, una vez más, que la idea de invitarlo a cantar en el número inicial de la primera semifinal se haya visto como un tremendo error.
La jefa de comunicaciones de la UER, Michelle Roverelli, aseguró que las personas con entradas para las semifinales o la final sólo pueden llevar y exhibir banderas que representen a los países que participan en el evento, así como la bandera LGBTI. De ahí, que la SVT criticase la actitud de Saade sobre el escenario.
"La UER encuentra controvertida mi etnia"
“Eric Saade es muy consciente de las reglas que se aplican cuando se encuentra en el escenario del Festival de la Canción de Eurovisión. Creemos que es triste que explote su participación de esta manera", señaló Ebba Adielsson, productor ejecutivo de Eurovisión 2024 al medio sueco Aftonbladet.
La reacción de Saade no se ha hecho esperar, quien ha tildado a la UER de “racista” en un amplio post en Instagram. “Mi padre me regaló ese chal cuando era pequeño, para no olvidar nunca de dónde viene la familia. Entonces no sabía que algún día se llamaría ‘símbolo político’. Es como llamar símbolo político al Dalahäst [caballo de madera del folclore sueco]. En mi opinión, eso es simplemente racismo”, expresó.
“Sólo quería ser inclusivo y usar algo auténtico para mí, pero la UER parece encontrar controvertida mi etnia. No dice nada de mí, pero sí todo de ellos. Lo digo como lema de la ESC de este año: Unidos por la música”, concluía.