Una de las virtudes de La vida sin filtros es que tiene varios momentos espontáneos. En su segunda temporada, ha sabido apostar por los momentos virales. Estos surgen tanto de los casos extraordinarios de sus invitados como de momentos naturales que pillan desprevenidos tanto a Cristina Tárrega como al resto de colaboradores. Es lo que sucedió este pasado sábado 10 de agosto con una invitada que se quejaba de que fuese una de las últimas en aparecer en el programa.
Por el set del programa producido por Unicorn Content aparecieron varios rostros, como el de Drusilla, considerada la “oveja negra” de la familia Gucci. En una noche en la que la temática era los asuntos pendientes, Tárrega quiso dar la bienvenida a María, una mujer con “mucho humor y muy luchadora”. Ahora bien, justo cuando le tocaba a la señora entrar, fue cuando ésta se quejó de una manera que dejó sin palabras a la presentadora y desembocó en un ataque de risa general en el plató.
“Me tienes aquí mutilada, sentada”, expresaba María, quien estaba presente en el plató desde el inicio, aparentemente como parte del público. La señora había venido desde Bailén (Jaén) y llevaba esperando toda la velada a poder sentarse en el centro del plató. Cristina Tárrega le recibió con los brazos abiertos. Todo parecía normal, dado que ambas se dieron dos besos, el público y los colaboradores aplaudían.
Tal era la premura de María por sentarse en el sofá a contar su historia, que Tárrega expresó que esto le había “fastidiado” la presentación que el programa había preparado sobre ella para que el público conozca su historia. Lo que expresó la señora después nadie se lo esperaba. “Me has dejado la última que se me ha dormido hasta el ch***o”, le soltaba la invitada a la conductora sin ningún tipo de remilgo.
La cara de Tárrega fue todo un poema. Sin saber dónde meterse, terminó riéndose a carcajada limpia, como el resto de tertulianos y el público. La espontaneidad de María era única, dado que siguió haciendo referencia a sus palabras. “Lo tenía dormido, hace chu chu chú, cu chu chú. Lo tengo ahora mismo que si hiciera el amor, no siento nada”, agregaba, provocando que Tárrega no pudiera parar de reír. Un momento de lo más espontáneo que ha sido muy comentado en redes sociales y que justo demuestra las virtudes de los formatos centrados en testimonios reales.
La cosa no quedó ahí, dado que María se quejaba de que el haber estado tanto tiempo sentada en la grada del público le había fastidiado también parte de la espalda, dado que estaba microfonada. “La petaca esta de aquí la tengo hincada”, expresó, con Tárrega pendiente de ella y sorprendida de que hayan decidido ponerle el micrófono tan prematuramente, dado que su testimonio estaba entre los finales.
María tuvo también otra queja para el formato, relacionado con la comodidad de las sillas de las gradas. Lo expresó al sentarse en el sofá de los invitados. “Uhhh, tanto duro y tan tierno [expresaba comparando entre los dos asientos], esto es lo que tenían que haberme puesto allí”, compartía, señalando que Tárrega había “portado muy mal” con ella por la incomodidad de la silla del público.
“Tienen que poner ahí culetes de esponja”, compartía la señora. Tárrega no dudó en darle la razón y admitir que los asientos del público eran “un poco incómodos” y expresó que tomarían nota de cara al futuro. Por supuesto, esta declaración arrancó otro aplauso de los espectadores presentes en el plató. Tras este momento de lo más espontáneo, María procedió a contar su historia.