Ven a jugar al juego de la oca, ven a jugar con nuestra oca loca. Di cua-cuá, que así una oca serás… Esta era una de las sintonías de televisión más famosas de los años 90. Y hoy, más de treinta años después de su estreno, aún son varias las generaciones que se la saben de memoria.
No es para menos, El gran juego de la oca fue uno de los primeros grandes éxitos de una Antena 3 que, aunque comenzó titubeante, pronto conseguiría dar el sorpasso a una Telecinco donde la televisión de las Mamachicho empezaba a hacer aguas.
El público crecía y demandaba otro tipo de shows y, en este sentido, El gran juego de la oca consiguió romper los audímetros de la noche de los sábados logrando unas audiencias que aún ningún programa ha alcanzado ese día.
Como otros shows, El juego de la oca también procedía de Italia, un país pionero en grandes formatos de televisión que han marcado la historia del género. De hecho, la española era una versión del Il Grande Gioco Dell'Oca, creado por Jocelyn Hattab y que Antena 3 no tardó en adaptar consiguiendo con ello uno de los formatos de entretenimiento más exitosos de toda su historia. A la altura de otros programas míticos como Lo que necesitas es amor, Lluvia de estrellas, Sorpresa, Sorpresa, La voz o Tu cara me suena, entre otros.
La mecánica del programa era muy sencilla. El plató era un tablero gigantesco del famoso juego de la oca de 63 casillas en el que cada semana participaban cuatro concursantes, dos hombres y dos mujeres. Hasta llegar al final, tenían que llevar a cabo diferentes pruebas. Y fueron estas, algunas verdaderamente espectaculares, lo que terminó enganchado al espectador. El gran juego de la oca era la televisión en mayúsculas.
Éxito en Antena 3
Emilio Aragón, Lidia Bosch y una desconocida Patricia Pérez presentaron la primera temporada entre los años 1993 y 1994. El programa estuvo en antena la friolera de 39 semanas. Casi diez meses sin interrupciones con lo que un show de estas características supone en cuanto a realización y coste. Eran otros tiempos en televisión.
Antena 3 tenía en sus manos el gran éxito del curso y lo exprimió. Consiguió 6.500.000 de espectadores y un 32% de share medio. La audiencia se familiarizó con Las Oquettes, es decir, las bailarinas del programa. También con el musculoso Héctor o con pruebas tan controvertidas como la de Beso o tortazo.
Tras los meses de descanso en verano, Antena 3 volvió a confiar en El gran juego de la oca. Sin embargo, Lidia Bosch y Emilio Aragón prefirieron no comprometerse con la cadena y aprovecharon otras oportunidades en ficción. Despegaron así la carrera de ambos con series como Lleno, por favor, ¿Quién da la vez? o Los Serrano.
Fue entonces cuando la cadena de San Sebastián de los Reyes se encomendó a una de las presentadoras de moda, Ivonne Reyes. Y también a otro valor seguro, Pepe Navarro, que ya había triunfado durante varias temporadas en las mañanas de la cadena con magacines como Vivir, vivir... Qué bonito, Todo va bien y Estamos todos locos. De paso, le arrebató a Telecinco una Miss por aquel entonces con gran proyección en televisión, Eugenia Santana.
Su salto a Telecinco
El espíritu del programa continuó —también su éxito—, aunque sus números cayeron varios millones de espectadores. Y aunque casi 4 millones de fieles veían cada sábado El gran juego de la oca, tras 26 programas -13 menos que la primera temporada-, la cadena creyó que el formato había cumplido su ciclo y decidió darlo por finiquitado a finales de 1995.
Tres años después, Telecinco sorprendió haciéndose con los derechos del programa y presentó El gran juego de la oca como una de sus apuestas estrellas para la temporada 1998-1999.
A los mandos estaba Elsa Anka, que ya había triunfado al mediodía con el programa de chistes Sonría, por favor. Le acompañaron dos rostros prácticamente nuevos para el espectador, Andrés Caparrós y Paloma Marín. Y aunque posteriormente Caparrós tuvo una breve carrera en diferentes formatos -sobre todo en cadenas como Popular TV e Intereconomía-, Marín tan solo presentó el concurso musical Toma nota en Telecinco y desapareció de la televisión.
Las audiencias no fueron buenas. De hecho, ni tan siquiera dos millones de espectadores siguieron el regreso del popular programa. Telecinco decidió cancelarlo tras tan solo ocho emisiones. Tras 25 años desde su último programa, ninguna cadena de televisión en España ha decidido aún recuperar el popular formato que permanece presente en la mente de muchos espectadores.
¿Por qué no ha vuelto?
Las razones son puramente económicas. El gran juego de la oca ha sido uno de los programas más caros de producir en la historia de la televisión, a la altura de otros grandes shows como Un, dos, tres; Sorpresa, sorpresa, o ¿Qué apostamos?, por ejemplo.
En una televisión con un consumo más fragmentado que nunca y con programas que llegan a renovarse con apenas un 10% de share, la optimización de costes es una prioridad para las cadenas, sobre todo para las televisiones privadas.
25 años tras la emisión de su último programa, nadie podría asegurarle el triunfo a Antena 3 o Telecinco en el caso de querer recuperarlo. Y aunque el regreso de Grand Prix ha sido un éxito, el coste de éste para La 1 es mucho menor de lo que supondría poner en funcionamiento el engranaje de este programa.