El true cime está de moda en España y Carles Porta es el rey del género. Tras el tremendo éxito que tuvo con Crims en TV3, el periodista catalán saltó a la televisión nacional con Luz en la oscuridad, cuya segunda temporada llega a Movistar Plus+ el 27 de octubre con cuatro nuevos casos.
El descuartizador de Majadahonda (Madrid); La confesión de O Chucán (Galicia), El crimen de las turistas (Aragón) y El churrero de Chiclana (Andalucía) son los crímenes que Porta abordará en la plataforma, en cuyo catálogo también se encuentran disponibles las tres temporadas de Crímenes y los episodios de El crimen de la guardia urbana, además de la primera entrega de Luz en la oscuridad.
"El hilo invisible que conecta los cuatro casos de esta temporada es el amor, porque se termina pillando a los malos por el amor", aseguró Porta en el marco del FesTVal de Vitoria, donde sacó pecho de hacer documentales de calidad gracias a un proceso que se ha hecho a fuego lento, para que las historias maduren. "Huímos de las audiencias fáciles".
El factor común de todos los trabajos de Porta es su respeto a los protagonistas de las historias. "Somos una sociedad que le cuesta mirar con cariño a las víctimas (...) Siempre nos ponemos en la piel de las víctimas y nos preguntamos cómo lo haríamos su fuera la nuestra", dijo Porta, que también cuenta conTor en atresplayer.
En la presentación te has emocionado. ¿Te suele pasar?
No. Llevo todo el día viendo esta cartelería, mi careto, y yo no estaba acostumbrado a esto. Esto es un gran cambio de gran importancia. Me afecta. Es una pasada, es un sueño. Salgo guapo y todo. Me ha llegado al alma. Es que yo me arruiné.
¿Qué sucedió?
Hace años, hice una película que se titulaba Segundo origen. La tenía que hacer Bigas Luna, pero él murió. No funcionó en taquilla y la distribuidora internacional se fue al agua y mi empresa se hundió. Me arruiné y lo perdí todo.
¿Cómo te repusiste?
Luchando. Sin uñas, arañando, reinventándote... Y aquí estamos. He dado la vuelta a todo. Eso sí, te queda una cicatriz en el alma y cuando ves que todo va bien, me emociono.
Tus documentales son aplaudidos tanto por la crítica como por el público. ¿Cómo llevas este momento de éxito?
Con esquizofrenia. Hay momentos que estoy superfeliz y otros que digo: '¿Pero a dónde vamos?' Porque no quería ser famoso. Ese consenso es muy bonito porque es un reconocimiento a lo que haces, al esfuerzo, al rigor y a la lucha que pones en cada puta frase para que sea equilibrada y esté bien cada plano.
La gente que trabaja conmigo sufre porque soy megaexigente, pero eso es lo que nos ha traído aquí. Por eso digo que es un poco esquizofrénico, porque no quería llegar a este punto, porque jamás me lo había imaginado y ahora todo el mundo nos quiere. Hay días que pegaría a alguien y otros que besaría a todos. Soy humano (risas).
"Ya estoy hasta las narices. Quiero chulear porque es verdad. Estamos haciendo el mejor true crime que se está haciendo en el mercado"
Al margen de las buenas críticas, tú mismo defiendes que estás haciendo un gran producto. ¿Es orgullo sano?
Había un anuncio que decía: 'Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo'. Yo miro todo lo que se cuece de true crime y creo que estamos en el top. Lo digo yo, que igual no debería, pero a cierta edad la modestia es un defecto. Ya estoy hasta las narices. Quiero chulear porque es verdad. Estamos haciendo el mejor true crime que se está haciendo en el mercado, aunque cada uno tendrá su gusto y criterio y es absolutamente respetable. Y presumo porque nos cuesta mucho hacer este trabajo, es muy complicado. Hay documentales en los que llevamos siete años trabajando.
Un tiempo que nada tiene que ver con El caso Sancho que se ha hecho en un tiempo récord.
Yo hablo de mí, no de los demás, porque hay cosas que me parecen muy lamentables. No me refiero a esta... o quizás sí. En España hay muy poco true crime de verdad y mucho documental largo y bonito. Lo de Daniel Sancho no es true crime, aunque haya un crimen. Es una buena idea, han hecho buenos contratos, pero es un show, pero no como algo negativo. Lo están contando en tiempo real, pero ese no es mi negociado, nosotros no hacemos eso.
"El caso Sancho' no es true crime, aunque haya un crimen. Es un show"
¿Es importante el paso del tiempo para hacer un buen true crime?
Es que si no, no puedes contar toda la historia. Definamos qué es true crime. Se trata de contar una buena historia entera: introducción, nudo y desenlace. En el caso de Daniel Sancho no hay desenlace, porque se recurrirá. Todo lo que se ha contado hasta ahora se ha hecho en función del juicio, sin maduración. Ahí la verdad es muy relativa y hay demasiado ruido. Eso no está maduro, eso es vino de mesa.
¿Harías un documental sobre Sancho pasado el tiempo?
Pasado el tiempo sí. Además es interesante ver cómo lo han tratado los medios o cómo lo han tratado en Tailandia. Y me gustaría hablar con con Big Joke [el policía tailandés que lideró la investigación]. Hay mil perspectivas que no se están tocando, pero no digo que esté bien o mal, sino que es otro producto. Eso no tiene nada que ver con lo que hago yo. No es true crime, porque para mí el true crime es un concepto narrativo. Es un género. Una novela, un buen relato. Ahora hay tendencia a contar crónica negra con imágenes de luna y olas de mar y a eso ya lo llaman true crime. No me jodas.
¿Qué casos mediáticos te has negado a hacer?
Una de mis grandes luchas es hacer entender a las plataformas que por ser mediáticos no voy a hacerlos. Si tengo acceso sí. Pero muchas plataformas te piden casos mediáticos y les he dicho que no. No me interesa. Yo lo que quiero es contar grandes historias. Mi reto es que la gente vea en Luz en la oscuridad una especie de Denominación de Origen de calidad. El concepto mediático es efímero y a mí me interesa lo que perdura. Cuando el caso es mediático, lo está contando todo el mundo. ¿Para qué te vas a meter ahí?
¿Qué te parece que a Rodolfo Sancho le pagasen supuestamente?
No me parece nada. Hizo lo que hizo porque le debió de interesar, la cadena lo hizo porque también le debió de interesar, pero no es mi negociado.
¿Qué tiene que tener una historia para que decidas abordarla?
Siempre hay algo que te llega. Es algo que respiras. Lo que pasa es que nosotros hemos intentado industrializarlo y hacer ocho capítulos de Luz en la oscuridad. Estamos trabajando en muchas plataformas y tenemos 40 personas trabajando en contenidos. Tiene que haber giros dramáticos. En el caso de Daniel Sancho no hay giros. Está todo claro. Te lo puedes creer o no. Ya veremos cuando aparezcan los giros si es que aparecen. ¿Adonde vas con eso? ¿A hacer audiencia un día? Luego caduca.
En mis casos intentamos que haya giros dramáticos, que todo parezca blanco y luego sea negro. Eso atrapa al espectador. Y luego tenemos que tener información, el sumario. Llegar a un sumario en España es una puta locura. Cuesta mucho. Y una vez tienes eso, debes acceder a imágenes documentales y personajes directos. No vale con tener un periodista que te lo cuenta. Si hay uno, es el que informó de ese caso. Pero también al policía que lo investigó, algún testigo, el fiscal del caso, el juez del caso. No un juez. Cuando tenemos eso, vamos para delante. Y luego que quieran salir en la tele. Nos tiramos un año y medio o dos mínimo para tener todo lo adecuado y luego nos ponemos hacerlo y tardamos otros ocho meses. Si no, no funciona y eres efímero. Hay mucho vino de mesa, que es importante y tiene que haber, pero yo quiero hacer gran reserva constantemente.
"Hay mucho vino de mesa, que es importante y tiene que haber, pero yo quiero hacer gran reserva constantemente"
¿Sois un equipo muy grande?
Buscando contenido tenemos 40 personas, desde guionistas, investigadores... que escarban y analizan toda la documentación. Cuando tenemos el 'churro' hecho, entramos a rodar con otras 70 personas [directores de arte, fotografía, figurantes, realizadores...]. Tenemos equipos de cine porque nos lo tomamos muy en serio.
Valió la pena arruinarse entonces.
No, no. No volvería a vivir esa etapa. Córtamela y no sé si llegaré aquí, pero lo que sufrí durante cinco años fue terrible. Muy bestia lo no tener un duro en la cuenta corriente. No se lo deseo a nadie. Bueno, a algún cabrón sí.