Tras la visita de José Luis Martínez-Alemida, que regresaba a El Hormiguero este martes, Pablo Motos dio una noche más la bienvenida a María Dabán, Rubén Amón, Juan del Val y Rosa Belmonte para hacer un repaso a la actualidad. Sin embargo, antes, hizo un paréntesis para que María hiciese una llamada para entregar la tarjeta del programa, y logró su cometido. Una espectadora dio la respuesta correcta a “¿Sabe usted qué es lo que quiero?” (“la tarjeta de El Hormiguero”) y se ganó 12.000 euros.
“Hay mucha mandanga, pero empezamos por Rafa Nadal. Ha jugado la Copa Davis, y la reventa ha llegado a los 70.000 euros. La gente se estaba matando. ¿Qué opináis? ¿Quién es para vosotros Rafa Nadal?”, introdujo Pablo Motos.
El primero en tomar la palabra fue Rubén Amón, que admitió que le afecta la noticia de la retirada del tenista. “Hemos convertido a Rafa en una referencia que no cambiaba, y su adiós del deporte supone envejecer 22 años. Suponíamos que Nadal era inmortal, y descubrir que no eres inmortal es una desgracia. Lo teníamos incorporado a nuestros hábitos domésticos, los domingos hacíamos la sobremesa con él, y hemos depositado muchas frustraciones propias y muchas ilusiones también en él y cuesta aceptar su adiós”, exponía, sin ocultar su emoción.
El siguiente en hablar fue Juan del Val, a quien le parecía interesante la reflexión de su compañero sobre Nadal. “Antes era admiración absoluta, pero ahora ya es emoción. Ahora le hemos empezado a ver vulnerable, evidentemente, y eso genera proximidad”, comenzaba a decir el escritor. Y luego cambió de tema, sin dejar de lado a Rafa: “Me encanta, disfruto muchísimo, de ver cómo sufren los haters”. Su razonamiento es que “no encuentran un recoveco para meterse con él, salvo alguna cosa, nada, nada, imposible. Entonces la gente que odia a Nadal es algo que yo no he comprendido nunca, y me hace muy feliz que sufran tanto”.
Por su parte, para Rosa Montero, a Rafa Nadal “hace muchos años que lo dan por acabado” y ha dicho que era “como los besos, nunca sabías cuál era el último beso que iba a dar o iba a recibir de alguien. Pero mientras estaba ahí, seguías disfrutando de él. El cine, el fútbol, son una segunda vida, y Rafa Nadal por sí solo era una segunda vida con la que disfrutar”.