Sonia Martínez es una de esas figuras televisivas que arrastran la coletilla de juguete roto. Incluso 30 años después de su muerte, lejos de su familia, consumida por el virus del sida, y víctima de una adicción a las drogas de la que jamás logró salir, por más intentos que llevase a cabo.
Nacida en Madrid en el año 1963, era una joven amante del deporte, que trabajaba lavando cabezas en una peluquería cuando alguien se fijó en ella. Con 19 recién cumplidos comienza a presentar en La 1 de TVE el programa de divulgación 3, 2, 1… contacto y, más tarde, en 1983, pasaría a Dabadabadá como sustituta de Mayra Gómez Kemp.
Ahí empezó su ascenso, y no mucho después, su caída. Sonia cayó en las drogas, no pudo levantar cabeza por más que intentó salir de las adicciones, y murió en 1994 víctima de las complicaciones derivadas del sida. Ahora, RTVE hará justicia con su memoria con un documental titulado La última noche de Sonia Martínez, cuyo tráiler ha salido este pasado sábado 30 de noviembre y que se estrenará próximamente.
Se trata de una producción propia de RTVE dirigida por César Vallejo y Ángela Gallardo. Chelo García-Cortés, Valeria Vegas, Rosa Montero, Charo Reina o Nieves Herrero —quien fue de las últimas periodistas en entrevistarla en televisión— son algunas de las figuras que prestan su relato para recordar a Sonia. Y no faltan su hermana Irene Martínez y su hijo Hugo. En el proyecto también se encuentra Carlos Barea, divulgador LGBTI+, y habitual colaborador de Cine de Barrio.
La historia de Sonia va muy unida a la de RTVE, y no solo porque las cadenas privadas no existiesen cuando ella trabajaba como presentadora. En 1986 conducía el programa En la naturaleza. Recorría España visitando zoológicos y lugares turísticos para estar en armonía con el medioambiente.
Pillada en topless
En septiembre de ese mismo año, Interviú la pilla tomando el sol sin la parte de arriba del bikini en Ibiza, en el descanso de una grabación de una serie alemana en la que tenía un papelito. Tras esto, RTVE deja de contar con ella de manera automática.
El presidente del Consejo de RTVE explicaría entonces que no se le había despedido, sino que se le había acabado el contrato. Sonia se querelló y meses después RTVE acabó readmitiéndola y asignándole un nuevo proyecto.
Trabajó en La bola de cristal en varios sketches, pero el programa desaparecería poco después. Alejada de la tele, Sonia se buscó la vida como monitora de un gimnasio. Allí probó la cocaína, y fue su perdición. Y más porque se encontraba en un hoyo, en el que entró con la muerte de su madre.
Ahora, 38 años después de aquel despido, y 30 después de su muerte, Sonia vuelve a estar presente en la televisión pública. Y se conocerá su historia de una manera más ampliada, con el relato de su propio hijo Hugo incluido. Un chico que tuvo que dar a la Comunidad de Madrid, incapaz de hacerse cargo de él, y del que hablaba con amor infinito en aquellas últimas entrevistas que concedió en Antena 3.
En el matinal Vivir, vivir... qué bonito, Sonia lamentaba ante Pepe Navarro su situación, y admitiendo que su única fuente de ingresos provenía de la prostitución. Que no la veían como una persona, sino como alguien que era portador del virus del sida y nada más. El cordobés le preguntó por la droga, y ella recomendó a cualquiera que se alejara de ella.
“Que se olviden, porque la droga desde luego es la muerte. Al principio sí, te gusta mucho, pero con el paso del tiempo pasas dependiendo mucho de ella, eres un esclavo. Y las mujeres se prostituyen, o roban, y acabas ahí, en el solar de los callaítos, como yo digo”. Solo nueve meses más tarde, antes de cumplir los 31, Sonia fallecía en su Madrid natal.