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Si pensamos en una serie de televisión exitosa, probablemente se nos venga a la cabeza muchos nombres, entre ellos Manos a la obra. Este proyecto televisivo, creado por Vicente Escrivá y Ramón Diego, fue un auténtico bombazo. En poco tiempo se convirtió en líder de audiencia entre los últimos años de los 90 y el empiezo de un nuevo milenio. 

Y es que, ¿quién no se acuerda de Manolo y Benito? Estos dos personajes entrañables fueron interpretados por Ángel de Andrés y Carlos Iglesias. En cada uno de los 130 capítulos, este dúo dinámico sacó más de una carcajada a los televidentes

Manos a la obra narra las peripecias de Manolo y Benito, dos albañiles de obras que, sin maldad alguna, siempre acaban destrozando el trabajo para el que fueron contratados. 

Pero, antes de que Benito cobrara vida, Carlos Iglesias estuvo inmerso en varios proyectos persiguiendo su sueño: la actuación. Nacido el 15 de julio de 1955 en Madrid, sus primeros años los pasó junto a su familia en Suiza, país en el que residieron hasta que Iglesias cumplió los trece años. 

Una vez de vuelta a España, la interpretación llegó a Iglesias casi por casualidad al sustituir a un amigo en un grupo de teatro. Desde entonces, se ha convertido en su gran pasión. Su ambición y profesionalismo lo ha convertido en uno de los actores más queridos en España. 

Aunque su primer proyecto televisivo fue un biopic de Goya, el gran papel que lo catapultaría a la fama sería en el programa de variedades Esta noche cruzamos el Mississippi, donde dio vida a Pelelu, uno de los personajes más importantes del proyecto. 

Durante los siguientes años, Iglesias pasó por Este es mi barrio y la miniserie Blasco Ibáñez, la novela de su vida. Sin embargo, unos cuantos años después, ya en 1998, formó parte de la serie que lo marcaría por siempre: Manos a la obra. Desde entonces, Iglesias no ha parado.  Aunque el último capítulo de la serie se emitió en 2001, el actor ha participado en otros proyectos televisivos como 7 vidas, Cuéntame cómo pasó o B&b, de boca en boca.

Pero sin duda, el papel más importante de su carrera siempre ha sido Benito. Y a pesar de que la actuación ha sido uno de sus grandes motores, Iglesias decidió alejarse de los focos para ponerse tras ellos, cumpliendo así otro de sus grandes sueños: ser director de cine. 

De esta forma dio vida a Un franco, 14 pesetas, la primera producción que dirigió, trayéndole importantes reconocimientos como una nominación en los Premios Goya como mejor director revelación y en los Premios Biznaga de Oro a la mejor película. 

Aunque actualmente lo vemos poco delante de las cámaras, uno de sus últimos proyectos fue participar en la tercera parte de Padre no hay más que uno, filme dirigido por Santiago Segura.

Además, durante este año, ha podido dirigir La bala, un thriller policíaco que nos acerca la historia de unos personajes que, en búsqueda de cerrar una herida del pasado, hará tambalear las creencias más arraigadas de los personajes.