El cantante C. Tangana ha estado en anteriores ocasiones en El Hormiguero, y siempre ha sido presentado con su nombre artístico. Este martes, sin embargo, el artista madrileño ha acudido al programa con su nombre real, Antón Álvarez, y acompañado del guitarrista Yerai Cortés. Ambos han hecho una película, La guitarra flamenca de Yerai Cortés, que han promocionado en su visita a Pablo Motos.
Tras preguntarle que cómo debía dirigirse a él (“Pucho está bien”, decía Tangana), Pablo Motos se lanzó a promocionar el largometraje. “No la podéis perder, es una preciosidad”, le recomendaba al público. De la relación de ambos, Antón Álvarez explicó que Yerai es “su músico favorito de todos los tiempos”, y que tiene una particularidad: “se puede juntar con gente como yo, o con gente muy purista del flamenco”.
La cinta se comenzó a filmar hace tres años, cuando arrancó la gira del disco El Madrileño de C. Tangana. “Quería mostrar un flamenco no grabado en el estudio sino que estuviese vivo. La película tiene música, pero hay más parte de la parte conceptual, un viaje por las personas de su vida, los conflictos de su vida…”, apuntaba Álvarez, que es quien ha dirigido la película
“En la película hay un secreto. Y ese secreto hace que todo vaya cogiendo peso y te vaya encogiendo el corazón cada vez más…”, admitía Pablo, que supo evitar el destripe. Para Álvarez, lo importante del proyecto era enseñar el flamenco “de una forma viva”, porque “el estudio mata lo que sucede en la vida real”. Por ello, han tenido un gran despliegue en sonido, utilizando “800.000 millones de micrófonos”.
Este proyecto ha hecho que la carrera como C. Tangana quede aparcada. “Hay mucho fan pesado pidiendo que haga música, y yo soy muy pesado pidiendo que vayan al cine”, decía con humor el invitado.
Pablo Motos ya ha visto la película porque el propio Antón Álvarez le invitó a verla en un estudio, y fue acompañado por otros miembros del equipo de El Hormiguero. “Ninguno esperábamos que fuese eso, y hay un momento, que es el secreto, y otro que es la carta. Y ahí nos pusimos a llorar como si no hubiera un mañana”, admitía el valenciano.
Con humor, contaba cómo todos se estaban escondiendo entre sí mientras se sorbían los mocos y pedían pañuelos al acabar la película, y en ese momento apareció “Pucho con los protagonistas. Lo acabas de ver, estás llorando y dices qué hago, yo lo que quería era seguir llorando”. Ahí, Álvarez recogió el guante: “Fue una comprobación humanística, quería saber si Pablo Motos tenía sentimientos y podía emocionarse”.