En el año 1997, un anuncio se convirtió en todo un fenómeno de la Navidad, a la altura del de los turrones El Almendro o el de las Muñecas de Famosa. La telefonía móvil había llegado a nuestras vidas para quedarse, y la compañía Airtel lanzó un anuncio en el que un crío llamaba a toda la agenda de teléfonos a la voz de ‘Hola, soy Edu, feliz Navidad’.
Una estrategia que respondía a una oferta de Airtel de tres meses de llamadas gratuitas, y que hizo que la felicitación de marras se dijese a troche y moche, provocando que Edu fuésemos todos y cada uno de nosotros al desear felices fiestas. Tal fue el éxito que la fórmula se explotó en años posteriores, hasta el punto de que un coro de niños cantores entonó “hola, soy Edu, feliz Navidad” como si fuese un villancico.
El chico que encarnaba a Edu en cuestión se llamaba Enrique Espinosa. Protagonizó los anuncios de Airtel, y también pasó por otras marcas, que querían aprovechar su popularidad como reclamo. Incluso visitó programas entonces de moda como Crónicas Marcianas, y tal como le llegó la fama, se le acabó yendo.
En 2017 ofreció una entrevista El Mundo, y allí recordaba que parte de su éxito se debió a su naturalidad. Alejado de la actuación, fundó Agencia Ninja, una consultoría tecnológica, y había conseguido que le fuese muy bien. También detalló que se alejó de la popularidad por propia decisión: tuvo que cambiar de colegio, y por ello rechazó más contratos, incluso para aparecer en una película de Disney.
En 2022, lo recuperó Belén Esteban en Lo de Belén, su sección en Sálvame. “Era un anuncio solamente, entonces vuelves al colegio de siempre y al final no hay manual de cómo se tiene que tratar eso por parte de las escuelas ni por parte de nadie”, diría entonces, afirmando también que era “una etapa dura”.
Este lunes, Enrique Espinosa ha reaparecido en Y ahora, Sonsoles. Y ahí ha admitido que todavía le reconocen por la calle, aunque “ya no como antes”. Respecto a sus últimas apariciones televisivas “he hecho un cambio físico, y me ve una versión más gordita, y no me reconocen”. “Estás mazado,” deslizaba Sonsoles Ónega. “Estoy como una tarjeta de crédito en Navidad”, bromeaba el invitado.
Cuando grabó el anuncio, Enrique tenía 7 años y ya tiene 34. Y, entre otras cosas, ha revelado que cobró 20.000 euros por el famoso spot. “Dejé a los 12 años los anuncios. Estudié, me puse a trabajar, monté mi compañía de márketing, y ahí sigo”, aseguraría también el ahora empresario.