José María Almoguera y Alejandra Rubio.

José María Almoguera y Alejandra Rubio.

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Alejandra Rubio y José María Almoguera: los miembros del clan Campos que nos vendieron que no serían personajes

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En el año 2018, Alejandra Rubio cumplió 18 años. Y celebró su mayoría de edad a lo grande, con una fiesta, y posando en la portada de una conocida revista junto a su madre, Terelu Campos. Entonces muchos periodistas ya advertían que la joven, que entonces aseguraba querer estudiar Diseño y Moda, iba a acabar convertida en un personaje sin oficio conocido, algo que hacía estallar a la hija de María Teresa Campos.

En cierta ocasión, Terelu llegó a reprender que comparasen a Alejandra con Isa Pantoja, “como que va a ser una persona que no va a hacer nada en la vida, que va a ser una vaga como la habéis calificado, eso me duele. Me sorprendería porque yo sé lo que hablo con ello. Me preocupa que quiera frivolizar con su vida”.

Y es que, durante años, Terelu transmitía que su hija quería ser anónima, que estudiaría Derecho, que a ella no le gusta la televisión. Pero se equivocaba. Aquella primera portada fue el anticipo de su desembarco al mundo de la popularidad, que se potenció cuando en febrero de 2020 debutó, sin tino, como comentarista de El debate de las tentaciones.

Alejandra, esa que Terelu contaba por activa y por pasiva que no quería dedicarse al medio, hizo de la televisión la horma de su zapato. Y comenzó a multiplicar su presencia en Mediaset en Fiesta, en Así es la vida y en el programa que se le requiriese. Eso sí, parecía tener una premisa muy clara: ella de su vida privada no iba a hablar.

Quería interesar por sus opiniones sobre Fulano y Mengano, por los datos que pudiera dar sobre el asunto de turno, pero como si ella no perteneciese al mundo del corazón. Eso lo llevo en privado, no creo que interese mucho a nadie...”. “A mí dejadme de rollos”. “Mucho periodismo y tal, y se olvidan muchos temas a la hora de hacer entrevistas”. Estas y otras frases le permitían hacer de su capa un sayo cuando iba a un evento a lucir palmito y llevarse dinero.

Hasta que el quedarse embarazada de Carlo Constanzia lo cambiara todo a inicios de 2024. Aunque no trata a la prensa del todo bien (y esto le genera todo tipo de críticas) Alejandra acabó convirtiéndose en personaje puro y duro. Dando exclusivas, visitando platós de programas de corazon, incluso grabando una serie documental, que todavía no tiene casa oficial, para narrar su embarazo y su alumbramiento.

De Alejandra Rubio puede haber aprendido mucho José María Almoguera, su primo hermano, hijo de Carmen Borrego. Y es que a él también nos lo vendieron como alguien que no quería acaparar los medios de comunicación, que posó en una portada en su boda con Paola Olmedo sin tener interés, que no decía a su madre dónde había nacido su primer nieto para que la prensa no le siguiese.

José María Almoguera en 'GH DÚO'.

José María Almoguera en 'GH DÚO'.

José María, que quieren que le llamemos Jose, se dedicaba a la televisión pero desde la parte de atrás, como antaño lo hacía su madre. En su caso era ayudante de producción en Cuarzo, responsable de Supervivientes o Así es la vida, pero dar una entrevista poniendo no precisamente como madre ejemplar a Borrego dinamitó todo.

Poco a poco, Jose se hizo un hueco en la tele y la prensa rosa. Una portada por aquí, un poner verde a la madre en ¡De Viernes! por allá. Luego llegó el primer photocall, luego el segundo, la participación en un evento promocional de motos. Y anoche entró GH DÚO, donde pretende que le conozcamos de verdad. Como un artista surgido de un talent show que presenta con orgullo su segundo disco y da a entender que el primero fue un compromiso y que no le representaba.

Alejandra Rubio.

Alejandra Rubio.

En GH DÚO, Jose forma pareja con Jeimy Báez, exnovia de Carlo Constanzia, el novio de su prima, con la que, por cierto, no se habla. El salseo está servido. Que él no quiere ser famoso entrando en la casa donde todo se ve y se oye, ese reality que se replica en todos y cada uno los magacines de la carrera. Él lo hace porque tiene un hijo y quiere garantizarle el futuro con un trabajo con tanta exposición. Y entró en Guadalix sin dar un abrazo a su madre, dicen, por cierto.

Ahora falta por ver cómo es Jose, que no José María. Su madre lo dibuja como alguien muy bueno y leal (aunque no le hable), y Kiko Matamoros desliza que es alguien conflictivo, que tiene “carácter volcánico”, y que ha tenido problemas con compañeros de trabajo y también con no compañeros.

De esta manera, Jose y Alejandra han encontrado un filón en los lazos de sangre. Ya no importa cuál es su oficio, ni su formación (Alejandra habla de su “carrera de arte dramático”, aunque hay quien lo duda), y han abrazado el ser famosos por ser famosos, no personas reconocidas por su profesión.

Ahora les falta comprender, a ellos y a su círculo, que lo que hagan y digan no es privado, es público, y que si la prensa les pregunta es porque ellos han hecho que su historia interese a la gente. Aceptar quiénes son, dónde están y por qué están en esa posición. Porque ya son personajes. A mí dejadme de rollos.