Cesc Gay: "Hay mucho humor durante una enfermedad"
Ricardo Darín y Javier Cámara protagonizan 'Truman', una tragicomedia sobre la amistad y la inminencia de la muerte.
Noticias relacionadas
Julián (Ricardo Darín) tiene unos 50 años, una sólida carrera como actor, una ex mujer, un hijo y un perro al que quiere como si fuera su segundo hijo. Julián también tiene un cáncer contra el que ya queda poco que hacer. Lo sabremos al poco de arrancar Truman, el nuevo filme de Cesc Gay. Y, contra lo que pueda parecer, no es un dramón, sino una película tranquila, sencilla, con momentos de humor, aunque no elude mirar de frente a la muerte. El filme arranca con Tomás (Javier Cámara), el mejor amigo de Julián, que ha viajado a Madrid desde Canadá para intentar convencerle de que no se rinda. Pero el enfermo ha tomado una decisión ya. Darín y Cámara levantaron ex aequo la Concha de Plata en San Sebastián por este trabajo protagónico a dúo, la historia de una amistad, un ocaso y una despedida narrada sin aspavientos. Cesc Gay explicó a EL ESPAÑOL las claves de su película, que llega el viernes 30 a los cines.
Truman es una película en apariencia sencilla. ¿Es, sin embargo, más compleja de lo que parece?
Eso es precisamente lo que pretendíamos conseguir: una película aparentemente sencilla, porque son dos amigos durante cuatro días, que es lo que dura la ficción. Queríamos que fuera una especie de paseo. Yo la imaginé siempre como una road movie: nunca retrocede y siempre vas con ellos. Eso le daba una aparente simplicidad. Pero, por debajo, ha habido que trabajar en la búsqueda del equilibrio de lo que contábamos, que tiene una carga importante de profundidad y de tristeza.
¿La historia nace de alguna experiencia personal?
Sí, surge de haber vivido una situación, acompañar a un ser querido y escribir mucho en esos momentos sobre cosas que veía, que escuchaba... Escenas surrealistas en que te coloca la vida. Lo más interesante es que hay mucho humor en el entorno de una persona en esos momentos, en esos meses que puede durar una enfermedad hasta la muerte. La película está llena del reflejo de eso.
Siempre empiezo las películas sintiendo que me gustaría que fueran una comedia. Y luego, no sé por qué, las invade la tristeza
¿Ese humor en este tema es algo positivo?
Sí, suerte que lo hay. El humor es lo único que nos diferencia del resto de los animales. Yo soy un humorista y un comediante frustrado. Siempre empiezo las películas sintiendo que me gustaría que fueran una comedia y luego, no sé por qué, las invade la tristeza. En ese equilibrio me siento cómodo. Me pasa con la música que escucho y las novelas que me gustan. Siempre termino en ese lugar intermedio. Para contar esta historia el humor me parecía fundamental. Si no, habría sido mucho más pesada.
La muerte es un tema con el que a veces se busca la lágrima fácil. Su película, en ese sentido, me parece más honesta…
No lo sé, no voy a hacer un tratado sobre la honestidad. El cine es mentira, es ficción, y es interesante también no olvidar eso. A veces se le quiere dar una dimensión que es injusta con él. Se inventó por lo que se inventó y refleja, o no, el mundo en que vivimos. Luego habrá gente que vea Truman y le parezca fría, que necesite otro tipo de expresión, de lagrimeo. A mí me ha salido así. Me parece que la vida es más un reflejo de este equilibrio. Pero me he dado cuenta de que es una cinta que emociona. En ese sentido, la emoción siempre tiene algo de manipulación. Entiendo lo que quiere decir con “honestidad”. Hay que encontrar el equilibrio.
La amistad es el lugar donde se te trata de forma justa. Encuentras consuelo, pero también una buena hostia si hace falta
También el teatro es mentira. Hay un sesgo teatral en Truman. Lo tenían también Krámpack y En la ciudad. ¿Qué lugar ocupa el teatro en su obra?
Un lugar nuevo. Desde la primavera pasada, que me desvirgué, por fin, después de habérmelo mirado de lejos, con mucho respeto. No me atreví a dirigir teatro hasta no haber escrito yo mismo un texto y tuve la inmensa suerte de poder montar la obra. Se estrenó en primavera en Barcelona. Se llama Los vecinos de arriba. En cuanto la escribí me di cuenta de que no iba a filmarla, porque era demasiado cómica para el tipo de cine que me gusta. En abril la voy a estrenar en el Teatro de La Latina con Candela Peña. Es un reto bonito que compartimos. Le estoy empezando a perder el miedo. Me he enamorado del teatro. En Truman, en vez de ver al personaje de Julián, como actor que es, rodando una serie, me gustó más meterlo en el ámbito del teatro.
Al margen de que haya teatro en la historia, hay una forma de entender el teatro también en sus relaciones entre personajes.
Sí, el texto, el diálogo es muy importante siempre en mis películas. Hay una conexión con la escritura dramática. Son películas más de diálogo que visuales.
¿Qué es para usted la amistad?
Es el lugar donde se te trata de una forma muy justa. Encuentras consuelo y una buena hostia también si hace falta. Hay algo que me gusta de las amistades que vienen de lejos, que yo tengo la suerte de tener: te conectan con esa persona que eras. La familia hace eso también, pero es más compleja. La amistad es más limpia. A veces no pide nada a cambio.
Hablábamos de que es una película pequeña, sencilla…
“Cine barato”, que dicen mis amigos. “Gente que habla”.
¿Cine normal, podría llamarse?
Cine que retrata a gente normal. Siempre me planteo mis películas desde ese lugar en el que el espectador pueda pensar: "Yo soy uno de ellos". Nunca he hecho filmes de asesinos, de zombis o de policías corruptos. Cualquier persona podría formar parte de mis filmes. No digo que esté bien o mal. Me salen así.
No me gusta nada la política. Tengo muy poca paciencia con eso. Hay un exceso de ella en el día a día que no lleva a ningún lado
¿Qué tal encaja dentro de la industria cinematográfica?
Nunca me lo he planteado. He tenido mucha suerte de poder hacer el tipo de películas que hago y una cada tres años. Soy un privilegiado. Mis filmes no son fáciles de producir o financiar. No estamos ante un producto comercial. Tampoco ante uno alternativo pero barato. Y, de entrada, no puedes pensar que vas a ganar dinero con ellas. Luego es verdad que han funcionado a otro nivel. He tenido mucha suerte de encontrar una productora que confía en mí, que apuesta por este tipo de cine. Y los actores siempre me han tratado muy bien. Tengo muy pocas quejas.
Con todo lo que está pasando en Cataluña, siendo catalán, ¿no se plantea una película sobre el tema?
No, no me gusta nada la política. Tengo muy poca paciencia con eso.
Tendrá su opinión a título personal.
Sí, pero hay un exceso de política en el día a día que no lleva a ningún lado. No sé cómo se lo montan para conseguir estar siempre ahí, pero lo hacen. Es una decepción.
Terminemos hablando del otro protagonista, de la película: Truman.
Se murió en junio. En el Festival de Donosti vino Federico, el dueño, y se trajo a la hija de Troilo, que era como se llamaba el perro de verdad. No era él, pero nos hizo mucha ilusión que viniera a ver la película de su padre.