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Madrid reforzará la seguridad en las salas culturales gestionadas por el Ayuntamiento. “No podemos concretar las medidas que se adoptarán, por cuestiones de seguridad, pero sí podemos adelantar que se reforzarán en los espacios municipales. También será intensificada la colaboración con la Policía Nacional y las medidas de autoprotección de la Policía Municipal”, dice el Ayuntamiento. Con relación a las salas privadas, el Consistorio no tiene competencias para intervenir, más allá de asegurar que se cumple la normativa vigente.

Entre los espacios que verán ampliadas las medidas de seguridad están el Matadero, el Conde Duque, el Madrid Arena, el Teatro Español, el Circo Price, la Caja Mágica, el Palacio de Congresos, entre otros. 

En España, la legislación para los espectáculos públicos y actividades recreativas cambia según los ayuntamientos pero, en líneas generales, la mayoría determina que tiene que existir un plan de emergencia, sistemas de control de acceso y aforo y personal cualificado para la seguridad de los establecimientos.

La gente se molesta con los controles de acceso, pero tiene que entender que es para su propia seguridad

Tras los atentados terroristas del viernes que, sólo en la sala de conciertos Bataclan, mató a más de 80 personas, una de las mayores promotoras del mundo, Live Nation, emitía un comunicado diciendo que iba a incrementar la seguridad en sus recintos de espectáculos. “Debido a los acontecimientos recientes en París hemos aumentado los protocolos de seguridad. Sin embargo, debido a la naturaleza sensible de estos protocolos, no podemos hacer más especificaciones”.

Protocolos suficientes

Para la Asociación de Promotoras Musicales (APM), no hace falta un cambio de normativa, ni incrementar los procedimientos de seguridad, con tal de que se cumplan a rajatabla. “Cada recinto tiene un plan de seguridad y un plan de evacuación y según el tipo de evento, se elabora uno nuevo, específico. Tenemos buenos controles de seguridad y quizás, lo único que nos falta y que nos podría ayudar un poco más serían detectores de metales”, dice Pascual Egea, el presidente de la APM.

Egea defiende que, más que aumentar los protocolos de seguridad, hay que hacer una labor de concienciación: “Tenemos que tomárnoslo muy en serio. Empezando por el público. La gente se molesta con los controles, con que se pida que enseñen las mochilas, pero tiene que entender que es para su propia seguridad”, añade. “Estamos en un alerta cuatro y las fuerzas de seguridad pública están haciendo su trabajo, el problema es el enemigo al que nos enfrentamos”.

Nos negamos a cerrar porque la música tiene que estar por encima del sonido de las balas

Marcela San Martín, programadora de la sala El Sol, está de acuerdo: “Si entra un loco con un kalashnikov y mata el personal de seguridad para entrar en la sala, no podemos hacer nada. Son situaciones imprevisibles delante de las cuales no tenemos capacidad de reacción”. “Es una situación que no podemos controlar, si pasa algo como lo de París, con armas de guerra, podemos hacer muy poco”, dice María Sagrera, responsable de comunicación de la sala Apolo. “Lo único que está en nuestra mano es cumplir las normas de seguridad, asegurarnos de que las salidas de emergencia están en perfecto estado y que tenemos un plan de evacuación adecuado”, añade.

De momento, las salas no se plantean pedir un refuerzo de la seguridad o cambiar algo en su agenda: “El sábado abrimos como de normal”, recuerda San Martín, “Nos negamos a cerrar porque la música tiene que estar por encima del sonido de las balas”.

Publico sin miedo

El público tampoco parece dispuesto a dejarse atemorizar por lo que ha ocurrido. A las 20.30 del lunes, la cola para la madrileña sala La Riviera indicaba que era día de concierto. En media hora, Esperanza Spalding subía al escenario para un espectáculo integrado en el Festival de Jazz de Madrid. Fuera, los asistentes eran unánimes: “Ni me he planteado dejar de venir. Sí que pensé en París, porque es todo muy reciente, pero bueno, hay que seguir”, dice Gisela González, de 41 años. “Yo ni me había acordado”, dice Jesús García, de 41 años, “No puedes dejar que te influya, si no, no vas a vivir”.

Si te toca, te toca, pero no vas a dejar de hacer lo que te gusta

Al lado, Angélica Méndez y Oli Torres, con 27 y 30 años, siguen el mismo discurso. “Si tienes miedo dejas que ganen ellos, es lo que quieren”, dice Angélica. “A ver, es Esperanza Spalding, no voy a dejar de venir por eso, si pasa, que sea después del concierto”, bromea Oli. “Ya en serio, sí se me pasó por la cabeza, pero me da igual, ¿qué vas a hacer? Si te toca, te toca, pero no vas a dejar de hacer lo que te gusta”.

Para el presidente de la Asociación Cultural Coordinadora Estatal de Salas Privadas de Música en Directo, Armando Ruah, es importante que no se ponga el acento en las salas de música: “Ha pasado en un concierto, pero es un acto terrorista que puede pasar en cualquier lugar… como de hecho pasó en las terrazas y restaurantes de París. El objetivo es matar en sitios donde haya mucha gente, para tener el máximo de impacto. La música fue sólo una víctima colateral”.