Miguel Ayanz
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Han tocado fondo. Son parte de esos miles de españoles que en los últimos años, los de la crisis, no tienen donde caerse vivos. Unos son reales. Van a las reuniones de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y allí han dejado que una actriz y directora, Silvia Munt, les ponga una cámara delante para contar sus vidas, sus problemas, sus dramas en el documental La Granja del Paso, esta semana en los cines.

La otra es Rocío, una joven imaginada pero que podría ser tan real como cualquiera de ellos: su historia es la de una madre soltera, con un hijo a cuestas, sin trabajo, sin familia que la ayude, que poco a poco ve cómo se le agotan los últimos destellos de esperanza en la España de 2010, la misma que daba botes con el gol de Iniesta a Holanda. Lo cuenta la película Techo y comida, de Juan Miguel del Castillo.

Rodar La Granja del Paso, cuenta Munt a EL ESPAÑOL, ha sido “casi una necesidad”. “A partir del 2008 nuestro mundo ha cambiado. El poder financiero está machacándolo todo, te sientes un poco con la obligación de darle una mirada a eso, de ponerle cara y voz a las personas. De querer profundizar, explicar la verdad de lo que está pasando, pero desde una perspectiva humana, íntima. No es lo mismo cifras, noticias, titulares, que intentar entender los procesos de estas personas”.

Dación en pago

Esas personas tienen traumas que se repiten en una historia similar pero con matices. Unos se metieron de forma optimista en un negocio, justo antes de que empezara la crisis. Otros se dejaron atraer a hipotecas con letra pequeña que no entendían. Muchos, sencillamente, apostaron por el sueño de tener su propia casa en mal momento. Todos buscan soluciones. Y la lección optimista del documental es que, gracias a la PAH, muchos encuentran, si no una salida ideal, sí al menos un soplo de esperanza. “Nuestra experiencia de estar casi un año y medio con ellos es reveladora. Cuando la gente se junta, con un poco de sentido común y fraternidad, se produce un milagro”.

Y no sólo eso: a lo largo de sus reuniones surgen conceptos como la dación en pago, el alquiler social, la renegociación de la deuda y sus trampas, las ocupaciones de viviendas… El documental acaba con una acción concreta: la ocupación de una sucursal bancaria. “Lo único que pueden hacer es ruido, jugársela dentro de los bancos. Hasta que, por pesados, tengan que escucharlos”, cuenta Munt. 

Afectados por la hipoteca, retratados en el filme de Munt

La PAH, según afirma la propia plataforma, ha parado 1.663 desahucios y realojado a 2.500 personas. Según el estudio del Colegio de Registradores, un año antes de rodar el filme, en 2012, hubo casi 66.000 procedimientos de ejecución de hipoteca iniciados en España. Casi 39.000 acabaron en adjudicaciones y algo más de 14.000 en daciones en pago. En 2014, los juzgados aún tramitaron cerca de 43.000 desahucios en el primer semestre, un 2,8% más que en el mismo periodo de 2013. Desde el inicio de la crisis, más de 100.000 familias se han visto en la calle y se han realizado más de 400.000 desahucios de todo tipo, según datos de la PAH.

Munt rodó durante un año -comenzó en verano de 2013- las reuniones de la PAH de Sabadell. Allí vemos cómo gente que llega con sentimiento de culpa sale con la cabeza bien alta, con la sensación de no haber hecho nada malo. De ser víctimas. “Nos puede pasar a ti, a mí, a cualquiera. El hecho de que estemos aquí o allí es pura casualidad”, cuenta la directora.

Buscar en la basura

En Techo y comida, que se estrena el 4 de diciembre, una magnética Natalia de Molina es la protagonista absoluta de cada plano de esta ficción neorrealista: cuando rebusca en los cubos de basura para cenar, cuando pide agua a las vecinas, cuando trampea la luz y el gas… Cuando rompe a llorar en la intimidad, sin dejar que ni su hijo ni el mundo la vean quebrarse. En Málaga, la actriz se llevó un merecido premio.

“Como la historia era tan fuerte y todo lo que contábamos era tan intenso, cada vez que cortábamos, nos reíamos”, recuerda la actriz sobre el rodaje. “Era la manera de sacar por algún lado todo ese drama”. Explica De Molina: “Viví cosas muy impresionante rodando la película”.

"Hace falta un cine que nos haga pensar dos veces en la situación que se está viviendo aquí", cuenta Natalia de Molina 

Para la actriz es un tipo de cine “totalmente necesario. Hace falta todo tipo de películas: para evadirse, para pasarlo bien, de acción, de ciencia-ficción… Pero también uno que nos haga reflexionar. Este te hace pensar dos veces en la situación que está viviendo la gente aquí, que es una realidad”. Lo mismo opina Munt: “Si el cine español no mirara a este problema, entonces sí que tendríamos un problema. El cine se nutre de nuestra vida. Y nuestra vida ha cambiado para la inmensa mayoría de las personas”. Y no habla sólo de gente en riesgo de desahucio: “No olvidemos que los jóvenes no llegan a 600, 1.000 euros en el mejor de los casos”. Y, pese a algunos mensajes, añade, no es cosa del pasado. “Es un tema terrible que seguimos viviendo”.

Natalia de Molina, en Techo y comida

De Molina ha tenido “una infancia feliz, nunca he pasado hambre”, reconoce. Pero el personaje se metió en ella. “En persona no he conocido a nadie como Rocío, pero me he documentado mucho, me he informado, he visitado comedores… Cerca de donde yo vivo hay un centro donde reparten comida y he ido mucho a observar. En Jerez estuve dando vueltas por el barrio de La Granja, donde se ambienta la película. Y había muchas chicas que veía y eran Rocío, con su niño pequeño”. Cuenta esta actriz granadina que además tiene dos hermanas abogadas que han llevado casos de desahucios. “Me han contado muchas cosas”.

Es interesante, en época de elecciones, que ninguna de las dos producciones está politizada. Obviamente, quien quiera extraerá rápidamente sus propias conclusiones. Pero no hay una sola mención a políticos o partidos concretos. “Era prioritario para mí”, reconoce Munt. “En el momento en que caíamos en cualquier proselitismo o partidismo, dejaba de ser interesante: estamos expresando historias humanas y puedes entender prácticamente lo que quieras”. Le interesaba retratar la verdad de esas personas. “Explicándolos a ellos, puedes entender lo que ocurre”.

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