Foto: Movistar Series

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'Deutschland 83', espionaje y pop en el Telón de Acero

La serie alemana se suma a la relectura televisiva de la historia contemporánea.

Michi Huerta
Publicada
Actualizada

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Al cuarto de hora del primer capítulo de Deutschland 83 un joven vestido con vaqueros ajustados y camiseta roja contempla una estantería llena de mercancías mientras suena a todo meter Sweet Dreams, del grupo Eurythmics. La escena estaría dando cuenta de un hecho rutinario si el chaval pasmado en mitad del pasillo de un supermercado no procediera de la República Democrática de Alemania. Martin Rauch, que así se llama el joven de 23 años, acaba de llegar a la Alemania Occidental, donde hará labores de espionaje para la Stasi. Él soporta el peso de la notable serie producida por la RTL y que emite en España CANAL + Series Xtra.

Corre el año 1983. El presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, pronuncia un histórico discurso sobre lo que considera “El imperio del mal”, con capital en Moscú e influencia en un vasto territorio que incluye la RDA como foco decisivo. Maria Schrader, espía de la Alemania Oriental, presiona para que manden a su propio sobrino al país vecino con el objeto de suplir al ayudante del general Edel, cooperante necesario en una operación estadounidense que aumenta la tensión nuclear.

Así que allí está Martin, flipando con las chocolatinas de los minibares y las camareras de los hoteles que le piden durante el almuerzo el número de su habitación. El estilo de vida occidental tiene sus placeres, si bien el personaje preferiría seguir en casa, con su madre enferma y su atractiva novia. Pero no puede ser. El paraíso del socialismo le necesita, así que su tía le chantajea y consigue que se afane en sacar fotos de documentos secretos y repartir micrófonos por todas partes.

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THRILLER DE ESPÍAS Y ALGO MÁS

Obviamente, la premisa del “pez fuera del agua” –tan práctica en los relatos con vocación serial– tiene una importancia nuclear en la esfera de los conflictos que afronta el bueno de Martin. Sin embargo, y a pesar de las múltiples ironías que la jalonan, la serie no es una comedia sino un thriller de espías que, en parte, sigue la estela del éxito cosechado por The Americans.

La etiqueta genérica, en cualquier caso, se queda corta. En busca de su inevitable perdurabilidad, Deutschland 83 recurre a algo tan habitual en los mecanismos seriados como la creación de una comunidad endogámica de personajes. Buena parte de los dilemas que se despliegan son familiares, pues Martin no sólo actúa presionado por la enfermedad de su madre y las promesas sanitarias de su tía, sino que acaba metiéndose hasta el fondo en los problemas domésticos del militar al que asiste. En concreto, Edel tiene un vástago en el Ejército, una hija preciosa con querencias hippies y una cuñada alcohólica que sabe demasiado. Y todos ellos van ganando peso en la red de relaciones que establece el protagonista desde un punto de vista emocional.

Ahí radica, por convencional, la debilidad más llamativa de la creación de Anna y Jörg Winger, si bien una producción de este tipo no se convierte así como así en la primera emitida en lengua alemana por una cadena estadounidense, cosa que sucedió el pasado junio gracias a la apuesta de Sundance TV. Por concretar, uno de los reclamos internacionales de Deutschland 83 consiste en el fértil diálogo que establece con el contexto político en el que se inserta la ficción. Los informativos de la época saltean el metraje reforzando la verosimilitud de los hechos y dando cuenta de una batalla propagandística feroz, pues los guionistas ceden la voz a los antagónicos puntos de vista que sobre los mismos acontecimientos difunden los medios de uno y otro lado del Telón de Acero.

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MADUREZ VISUAL Y ESTÉTICA POP

Puede entenderse que la equidistancia ideológica es otra de las grandes virtudes de la obra. En los capítulos iniciales el relato se construye en pro de la identificación del espectador con un espía que saquea los secretos occidentales en nombre de los ideales socialistas. Muchas de las escenas aplican los principios ideados por Hitchcock en Marnie, la ladrona, película en la que daba al público la suficiente información como para desear con todas sus fuerzas que la cleptómana no fuera descubierta por mucho que su conducta le pareciera moralmente rechazable.

Por otro lado, Deutchsland 83 presenta una envoltura estética fascinante. Visualmente alterna escenas con encuadres de una geometría rígida con otras en las que la cámara se desplaza vigorosamente y con total sentido narrativo por espacios muy abiertos. Cada recurso formal está meticulosamente medido y ayuda a generar una atmósfera atractiva, especialmente las secuencias de montaje arropadas por canciones míticas de The Cure, David Bowie o la alemana Nena, tan de moda en los ochenta con su himno 99 Luftballons.

Como resultado queda una nueva propuesta que confirma la pujanza de la ficción europea de tema histórico, sobre todo en lo que a la época contemporánea se refiere. Valgan otros ejemplos como Hijos del Tercer Reich, miniserie emitida por el canal público ZDF en 2013. O, por señalar uno más reciente y cambiando de lares, 1992, incursión de la cadena de pago Sky Italia en el intento fallido de poner coto a las prácticas corruptas en la política y los medios de comunicación italianos a comienzos de los noventa. A esa pareja se suma ahora Deutchsland 83, la enésima evidencia de la legitimación de un medio, el televisivo, imprescindible para la relectura y comprensión de quiénes somos y de dónde venimos.