'Truman' Vs. 'La novia': el duelo
Las películas de Cesc Gay y Paula Ortiz parten como favoritas de una edición en la que se miden dos formas de hacer cine.
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Normalmente a estas alturas del partido está todo el pescado vendido y es fácil adivinar quién ganará el Goya a la mejor película. El año pasado estaba claro que la vencedora sería La isla mínima, sólo quedaba comprobar cuántos cabezones se llevaba. Pero de vez en cuando llega un curso en el que dos títulos convencen a todo el mundo y la carrera por el premio gordo se anima un poco. Es lo que ocurre en esta ocasión, en la que La novia y Truman llegan a la línea de meta tan empatadas que hará falta 'foto finish' para ver cuál queda en primer lugar.
El filme de Paula Ortiz se llevó el Feroz a la mejor película y a la mejor directora, dejando a Truman sólo con las menciones para su guion y para Ricardo Darín como actor principal; pero en las medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos Cesc Gay pudo vengarse y se llevó los principales galardones: película, dirección y guion. La película del catalán también triunfó en los Forqué, pero en esta ocasión La novia no pudo competir por haberse estrenado el 27 de noviembre. Así que ambas se presentan como grandes favoritas de la noche.
El enfrentamiento directo tardará en llegar, ya que Truman opta sólo a las categorías importantes, mientras que La novia tiene todo a favor para arrasar en los apartados técnicos. Además, una compite en la categoría de guion original, mientras que la otra en la de adaptado al trasladar a la pantalla Bodas de Sangre de Federico García Lorca. Habrá emoción hasta el final.
Sencillez contra exceso
Son dos películas opuestas, pero con algo en común: una mirada personal. Dos visiones tan diferentes como necesarias. La sencillez de Cesc Gay, que consigue que parezca fácil lo difícil y que convierte lo cotidiano en emocionante, contra el exceso barroco de Paula Ortiz, que ha demostrado que el cine de autor en España puede ser preciosista.
A priori la Academia tiene un gusto más tradicional, lo que favorece a Truman. Suelen apostar por películas más clásicas como Vivir es fácil con los ojos cerrados, que venció a La herida. Sin ir más lejos el año pasado La isla mínima dejó tiritando a Magical Girl. Pero esta vez todo puede pasar, incluso ese extraño voto repartido que haga vencedora a Paula Ortiz como directora y a Truman como película.
Los premios interpretativos están más claros. Nadie duda del Goya a Ricardo Darín y a Javier Cámara, ni tampoco del de Luisa Gavasa como secundaria por La novia. Inma Cuesta parece directa a su primer premio por la adaptación lorquiana, pero habrá que mirar de cerca a Natalia de Molina, que por su desgarrador trabajo en Techo y comida ha levantado pasiones.
Otro de los premios cantados de la noche es el de dirección novel. Daniel Guzmán ya puede ir pensando donde colocará el cabezón. Es el único de los nominados que ha colado su título entre los finalistas a Mejor película. Vencerá en un año con cuatro óperas primas que nada tienen que envidiar a los trabajos de sus colegas veteranos.
Revelaciones de 20 a 90 años
En las candidaturas de intérpretes revelación no hay nada decidido. En la femenina los Goya tendrán que elegir entre lanzar la carrera de una de nuestras actrices más prometedoras, Irene Escolar, por Un otoño sin Berlín; o premiar el trabajo de Antonia Guzmán, la abuela del director de A cambio de nada, que a sus 93 años tiene un papel bombón para robar el corazón de los académicos.
Con los chicos puede pasar cualquier cosa. Tenemos al novato Miguel Herrán, protagonista absoluto de A cambio de nada, que podría beneficiarse de la importancia de su papel. También hay un veterano muy querido por la Academia como Fernando Colomo, que se abre en canal en Isla Bonita en un filme con tintes autobiográficos. Pero que a nadie le extrañe que el efecto arrastre le dé el Goya a Álex García por La novia, o que el torrente cómico de Manuel Burque sirva de compensación para Requisitos para ser una persona normal.
El único Goya con nombre fijo es el de Mariano Ozores, el premio honorífico que ha servido para reivindicar la comedia y el cine comercial en un año en el que, precisamente, se ha nominado a los autores más personales por encima de los taquilleros.