Desirée de Fez
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Sólo hay una cosa que dé más pereza que un biopic demasiado convencional: un biopic en el que todo parece más importante que lo que hizo realmente importante a su protagonista. Es algo tan común que hasta lo encontramos normal, y ocurre en especial en los acercamientos biográficos a escritores, básicamente porque no es fácil resumir en un guion y traducir en imágenes algo tan intangible como los procesos mentales de señores entregados a la escritura y célebres por sacar oro de una página en blanco.

A Trumbo: La lista negra de Hollywood le pasa eso. Retrato del guionista y director (suya es la asfixiante Johnny cogió su fusil) Dalton Trumbo, el filme de Jay Roach explica al detalle —incluso sobreexplica— aspectos importantísimos de la vida del cineasta, en especial y obviamente las penurias que vivió durante la Caza de brujas de McCarthy. Sin embargo, apenas se detiene en el más importante: su relación con la escritura, las peculiaridades de su estilo y las razones por las que son célebres sus guiones (el filme no ahonda en su faceta como novelista) para largometrajes como Vacaciones en Roma (1953) y Espartaco (1960). Para contar todo eso, no basta con meter a Bryan Cranston, entregadísimo en la piel del escritor, en una bañera y hacerle aporrear una máquina de escribir como si no hubiera un mañana.

De hecho, el añadido del título La lista negra de Hollywood, inexistente en el original, ya marca esa ausencia de profundidad e indica que la película, más que el retrato concienzudo del escritor, es el relato de uno de los episodios más conocidos de Hollywood y, sobre todo, de uno de los ataques más nefastos de Estados Unidos a la libertad de expresión. Pero como crónica tampoco es para tirar cohetes.

Basada en la biografía de Trumbo escrita por Bruce Cook, la película es demasiado plana, didáctica y reiterativa en su reconstrucción de la Caza de brujas y de la cruzada de los Diez de Hollywood, los cineastas de la lista negra (entre ellos Trumbo) que no cedieron ante el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso. Trumbo: La lista negra de Hollywood es valiosa como introducción al tema, ideal, por ejemplo, para pasar en las escuelas. Pero se mueve en la superficie.

El guion escrito de John McNamara no refleja con la contundencia necesaria la lucha, la impotencia y el tormento de Trumbo y compañía por mantenerse fieles a sus ideas y no rendirse al absurdo que les rodeaba y censuraba. Sí refleja, en cambio, los crudos efectos de la vida profesional del escritor en su entorno familiar. En gran medida debido a la magnífica interpretación de los actores (aquí disiento de la opinión generalizada: el que menos me gusta es Cranston, demasiado consciente de sus gestos), el filme de Roach es bello y doloroso puertas adentro. Explica con agudeza y emoción cómo convivió la familia Trumbo con el genio y el mal genio del patriarca, un personaje que merecía un biopic menos perezoso.