A Alicia ya no le gusta el país de las maravillas
La actriz australiana vuelve a interpretar al personaje creado por Lewis Carroll y se queja del abuso de efectos especiales en las películas de Hollywood.
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La pequeña Alicia necesitaba escapar. Huir del aburrimiento, de las convenciones sociales, de una sociedad que menospreciaba a la mujer. Encontró su salida en la madriguera de un conejo blanco que llevaba un reloj de cadena. Allí descubrió un mundo paralelo donde nada era lo que parecía. Gatos que volaban, naipes obsesionados con la decapitación, orugas que fumaban en pipa y otros muchos elementos más propios de un viaje alucinógeno que de la imaginación de una niña. Ahora imaginen que Alicia, al caerse por el agujero sólo encontrara una habitación vacía cubierta de telas azules. Una visión aún más deprimente que la misma realidad.
La misma decepción debió llevarse la actriz Mia Wasikowska cuando descubrió que en Hollywood todo era falso. Atrezzo, cromas y efectos digitales. La actriz fue la elegida para dar vida al mítico personaje de Lewis Carroll en la adaptación cinematográfica de Disney que dirigió Tim Burton en 2010. Ella, una lectora feroz y una de las actrices más inteligentes de su generación, pensó que habría algo más tangible en una película que superó la barrera de los 1.000 millones de dólares de recaudación en todo el mundo.
Ahora, seis años después, vuelve al mundo digital en la secuela, Alicia, a través del espejo, que llega a las salas el próximo viernes y que reduce la influencia del autor británico a poco más que los personajes, ya que el resto es pura inventiva del guion que firma Linda Woolverton. Uno de los momentos más icónicos del filme es, de nuevo, la entrada del personaje en el mundo paralelo donde habitan sus ya amigos. En esta ocasión es a través de un espejo. Una escena que luce perfecta en el filme, pero que la propia Wasikowska se encarga de bajar a la tierra. La actriz ha estado en Madrid presentando la película y ha contado la decepción que resulta rodar ese tipo de escenas.
“Pues ese momento fue bastante aburrido y anticlimático. Se rueda todo con un marco azul. Sabes que es un momento icónico, pasar por ese cristal, pero luego la realidad es que sólo es un croma, así que tienes que fingir y hacerlo lo mejor posible para convencer a la gente de que no es algo falso. Tienes que tirar de tu imaginación para intentar transmitir las emociones que sienten los espectadores al ver la película”, cuenta la intérprete. No es la única referencia que lanza en sus declaraciones sobre el abuso de efectos especiales en el cine actual, de hecho explica que en esta secuela se han usado más decorados reales, lo que ha facilitado el rodaje. “Me ayuda mucho, porque tengo un espacio para interactuar y así puedo entrar más en el mundo de Lewis Carroll”, añade. Quizás por ello sus escenas favoritas son las que compartió con Johnny Depp como el sombrerero loco, ya que “había menos acción y más emociones y podía centrarme más en la interpretación”.
De Jim Jarmusch a Disney
Para Mia Wasikowska el papel de Alicia supuso la confirmación de su talento. El mejor escaparate posible para una actriz que nunca llenará las páginas de las revistas con anuncios de publicidad. Tímida y con un punto inocente que la hicieron perfecta para dar vida a la niña que encandiló a Lewis Carroll. Había protagonizado antes la serie de culto En terapia y Los chicos están bien. Pero nada como un filme de Disney como carta de presentación.
Los personajes clásicos son referentes para cada generación, lo vemos con Alicia o con Jane Eyre, son seguras, saben lo que quieren y luchan por conseguirlo
Desde ese momento los mejores realizadores se fijaron en ella. Jim Jarmusch (Sólo los amantes sobreviven), Guillermo del Toro (La cumbre escarlata) o David Cronenberg (Map to the stars) se rindieron a su rostro lánguido. Ella reconoce que se siente más cómoda en este tipo de producciones, lejos de la parafernalia hollywoodiense. “Es diferente, a mi me gustan mucho los rodajes cortos, por eso quizás prefiero a estos directores, porque todo vas más rápido y estas todo el rato en el set, donde hay más tiempo de verdad en los que interpretas al personaje, que es lo que mas me gusta, pero gracias a hacer películas grandes como Alicia, he podido hacer estas”, explica.
Lo más importante para que ella se decida por una película u otra es quién va a ser el responsable. “Soy una amante del cine. Me guío mucho por los directores, si llega alguien que me apasiona me encantará estar en ese proyecto. Tanto Jim, como Guillermo, me parecen muy interesantes porque son originales y tienen una perspectiva y un sentido del humor muy específico”, cuenta a este medio.
La perfecta mujer de época
Un arquetipo en el que la actriz encaja de maravilla es en el de la clásica mujer de época sacada de cualquier novela decimonónica. No obstante ella ha dado vida a Jane Eyre y Madame Bovary en sendas adaptaciones cinematográficas recientes. Su rostro encaja perfectamente en el estereotipo que se suele buscar. Si a eso unimos su pasión por la lectura, queda la ecuación es perfecta.
“Los personajes clásicos son referentes para cada generación, lo vemos con Alicia o con Jane Eyre, son seguras, saben lo que quieren y luchan por conseguirlo, y eso se traslada a la actualidad, no sólo para las mujeres, sino también para los hombres”, explica Wasikowska sobre la importancia de escoger papeles de jóvenes que a pesar de su aparente fragilidad demuestran una fuerza impropia de su época, aunque también deja claro que para ella lo importante es sentirla como “reales, que sean conscientes de ser mujer”.
Este sector está tardando más de lo que debería en normalizar que haya mujeres protagonistas en los grandes estrenos de Hollywood
Quizás por ello no acierta a comprender por qué Hollywood sigue teniendo pánico a los blockbusters protagonizados y dirigidos por mujeres: “No lo sé. No hay una lógica detrás de ello, este sector está tardando más de lo que debería en normalizar que haya mujeres protagonistas. Es realmente extraño que el número de protagonistas en los grandes estrenos sea tan menor”, zanja.
Sólo hay que escucharla y ver los papeles que escoge para ver que es una rara avis dentro de la farándula. No le gusta la fama, ni los estrenos ni las alfombras rojas. Sabe que debe sacrificarse dos semanas para promocionar sus títulos, pero disfruta sin ser reconocida por la calle y viviendo de forma anónima. Sino siempre le queda una solución: volver a cruzar el espejo hacia un mundo paralelo que no se parezca a Hollywood.