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La guerra del Gobierno contra el cine español está viviendo un nuevo capítulo. Uno que, además, recupera viejas batallas y rencillas. Sólo hay que hacer memoria. Era julio de 2012 y el señor Montoro soltaba la bomba: a partir del 1 de septiembre el IVA subiría en las actividades culturales del 8% al 21%. 13 puntos de castigo para un sector ya de por sí arrasado por la crisis. Los que más levantaron la voz fueron los miembros de la industria del cine, que intentaron hacer ver que la medida traería consigo más perjuicios que recaudación. Se cerrarían salas, productores y se perderían cientos de puestos de trabajo a cambio de un ingreso y rápido y seguro. Oídos sordos.

Pese a ello se ha intentado durante toda la legislatura que se cambiara de opinión sin éxito. Siempre se decía lo mismo: “cuando las condiciones económicas sean favorables, el IVA volverá a su lugar”. El tiempo parecía ahora el propicio, Rajoy tenía que pactar con Ciudadanos un paquete de medidas para asegurarse su apoyo en la investidura y el equipo de negociación ponía sobre la mesa el tema de la bajada impositiva. El PP se negó rotundamente, pero para demostrar de forma aún más clara su odio al cine español aceptó que se revisara a la baja para todos menos para la industria del cine.

Los aliados naranjas

El partido de Albert Rivera se ha convertido así en aliado inesperado. Marta Rivera de la Cruz, responsable de Cultura de la formación naranja, subrayaba ayer que su intención es seguir luchando por el sector y que fue el PP quién dejó fuera de las medidas aprobadas al cine. Ellos lo consintieron. El plan perfecto que comenzó Montoro y que ha continuado Álvaro Nadal, director de la oficina económica, sigue su curso sin darse cuenta de que el principal perjudicado no será la industria, sino el ciudadano de a pie, el espectador medio que verá como el precio de la entrada seguirá por las nubes debido a la inquina de un par de políticos.

El principal perjudicado no será la industria, sino el ciudadano de a pie, el espectador medio que verá como el precio de la entrada seguirá por las nubes debido a la inquina de un par de políticos

El responsable del ministerio de Hacienda ha cedido su papel de villano al de uno de sus fieles colaboradores. Fuentes de la industria señalan a Nadal como la persona que, actualmente, se encarga de atacar constantemente al cine español y el principal responsable de que el cine no haya entrado en el pacto entre PP y Ciudadanos.

Entrada estratosférica

Mientras el IVA no baje será difícil que una familia pueda permitirse ir al cine un fin de semana, cuando el precio medio de la entrada es 7,27 euros según un reciente estudio de FACUA en el que se destacaba que en las grandes provincias como Barcelona o Madrid el ticket se situaba siempre por encima de los ocho euros. Así, un matrimonio con dos hijos tendrán que gastar entre 30 y 40 euros para ver una película. El precio sigue siendo el principal enemigo del cine (provenga de donde provenga), aunque en 2013 Cristóbal Montoro se aventurara a decir que los problemas de nuestra industria eran “una cuestión de la calidad de sus películas”.

En el ataque frontal del Gobierno de Rajoy hacia el cine español se han olvidado de la gente, esos a los que tendrían que defender y a los que están castigando sin cultura -ni ocio- con precios inflados. La muestra de que lo que cuesta una entrada es un motivo esencial para no ir al cine lo hemos vivido el pasado miércoles 17 de agosto, cuando los cines con la entrada a 3,90 euros recaudaron 3,3 millones de euros. Acudieron a las salas más espectadores que durante todo el fin de semana anterior, según datos ofrecidos por El blog del cine español. El miércoles anterior la película Mascotas batía el récord de taquilla un miércoles de 2016 con 1,8 millones, un 23% más que la cifra que alcanzó el día de su estreno, el pasado 5 de agosto.

Fuentes de la industria señalan a Nadal como la persona que, actualmente, se encarga de atacar constantemente al cine español y el principal responsable de que el cine no haya entrado en el pacto

Lo mismo ocurría un año antes, cuando en agosto, en el que las familias tienen más libertad para elegir el día que acuden al cine fueron en tromba cuando las entradas son hasta un 50% más barato. También en la Fiesta del Cine, realizada dos veces por curso y durante la cual los tickets se sitúan en 2,90. Resultado de la última experiencia: 1.709.218 espectadores en sólo tres días, y eso que no llegaron al récord de la anterior edición cuando se registraron 2.005.546 de entradas vendidas.

Lo apostillaba ayer el presidente de la Confederación de Productores, Ramón Colom, que, todavía perplejo por la exclusión del cine en la bajada del IVA, recordaba a todos los políticos que era “un castigo, ya no a la industria, sino a todos los españoles”. "El cine gusta a ciudadanos de derechas, de izquierdas y de centro, esto no tiene que ser así", añadía a la agencia EFE. En esta guerra sin cuartel el PP se ha olvidado de los daños colaterales, los espectadores a los que está perjudicando y que repercuten directamente con su gasto en el cine en la economía del sector cultural, una industria que aporta un 3,5% anual a las arcas del estado.

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