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En una emblemática escena de Abre los ojos, Eduardo Noriega paseaba por una Gran Vía de Madrid desértica. Ni una persona, ni un coche. Una imagen apocalíptica y de pesadilla que quedaba grabada en la retina del espectador. Para poder rodar ese momento se cortó una de las calles más transitadas de la ciudad desde las 4 a las 8 de la mañana. Al final el rodaje se alargó hasta las 10. Seis horas entre las cuales los nadie podía aparecer por ningún lado para no estropear el momento. A eso hay que sumar los agentes de seguridad contratados para crear un cordón que limitara los accesos. Los directores de producción aprovecharon el puente de La Paloma, el 15 de agosto, para molestar lo menos posible a los vecinos y turistas. Un rodaje trae muchas cosas buenas a la ciudad: dinero, marca, imagen exterior, pero es un incordio para los que lo sufren.

Este enfrentamiento entre el cine y los vecinos es uno de los dilemas a los que se tendrá que enfrentar el Ayuntamiento de Madrid en su nuevo plan de rodajes de la ciudad, que hoy ha dado su primer pasó con la jornada Madrid Plató, en la que profesionales de la industria han expuesto los problemas a los que se enfrenta la capital para fomentar la producción de cine. Carmena quiere convertir la ciudad en un gran escenario y ha triplicado el presupuesto para ello, pero, como se mencionó en varias ocasiones en las charlas, una de las claves será encontrar el equilibrio entre los rodajes y el bienestar de sus ciudadanos.

Rodríguez da indicaciones a Eduard Fernández durante el rodaje de El hombre de las mil caras.

La batalla entre dinero y arte la planteó Lola Salvador, responsable del equipo que desarrollará el nuevo modelo, en su primera intervención. “Hay que acercar el cine a Madrid y Madrid al cine, pero este tema no es sólo de negocio y de promoción de la ciudad. Es un tema que nos concierne a todos, porque trata del arte, algo tan raro y sagrado como el arte. No lo olvidemos, esto es lo importante”, explicó Salvador.

El testigo lo recogió el Coordinador General de la Alcaldía de Madrid, Luis Cueto, que dejó claro que hay “que recuperar el tiempo perdido”, en referencia a la ausencia de políticas cinematográficas del anterior Ayuntamiento, que desmanteló la anterior Madrid Film Commission, a la que dejaron tiritando y con deudas. Cueto también sacó el tema del dinero, y dejó claro que favorecer la industria “no es sólo poner pasta”. “Esta tarea no es fácil, porque hay vecinos que están hartos de que rueden diez veces en su edificio. Hay que promediar que se hagan rodajes y que se hagan rápido y no interrumpan. Entre las carreras que se hacen, las manifestaciones… y los rodajes se hace complicado que no se amalgamen los intereses. Los madrileños no tienen que ser rehenes a cosas ajenas a ellos. Nosotros nos llevaremos las tortas de los dos lados y el mejor acuerdo será que los dos estén descontentos. Nuestra gestión consiste en equilibrar las bofetadas”, argumentó el coordinador de la Alcaldía.

Esta tarea no es fácil. Hay que promediar que se hagan rodajes y que se hagan rápido y no interrumpan. Los madrileños no tienen que ser rehenes a cosas ajenas a ellos

Una de las claves de este nuevo modelo consistirá en la buena relación entre la nueva Film Office de Madrid y el organismo, de funciones parecidas, de la Comunidad que se dedicará al resto de municipios. Uno de los responsable de esta institución, Samuel Castro cree que la solución al dilema 'Vecinos Vs Rodajes' pasa por hacerles entender que esa película revierte directamente en su bienestar. “Me parece muy buen ejemplo una campaña de promoción de rodajes que hubo en Nueva York en 2010 en las vallas publicitarias y en el metro en la que se reflejaba el dinero que había ingresado la ciudad por rodajes y cómo ese dinero público revertía en otras cosas, por ejemplo que gracias a dicho rodaje se ha recaudado X dinero y con esa cantidad se ha pagado el sueldo de cientos de bomberos, o se han comprado nuevas ambulancias. Explicar que hay un beneficio positivo para el ciudadano”, zanjaba Castro que cree que los vecinos les parece todo muy bonito siempre que no ocurra cerca de su zona, algo que hay que cambiar.

Otros retos

En el resto de charlas se fueron desgranando los otros retos a los que se enfrenta Madrid para convertirse en ese gran plató. Lo primero será convencer de que, sin un gran incentivo fiscal, la ciudad es atractiva para todos. Sin vista de que Montoro aumente ese mísero 15% para rodajes internacionales, el productor José Luis Escolar -responsable de un gran número de grandes producciones filmadas en España- cree que hay que explotar la eficiencia y productividad de nuestros lugares, así como mejorar en la gestión de los mismos. Esto es una de las grandes demandas del sector. Hasta ahora pedir un permiso para rodar era una misión imposible.

Raúl Arévalo en pleno rodaje de Tarde para la ira.

Papeleos, diferentes concejalías involucradas, tardanza en la respuesta… el propio Escolar contó que todavía sigue esperando una respuesta de una petición de rodaje de El reino de los cielos (Ridley Scott, 2005): “Todavía no saben quién tenía que darnos un permiso para rodar en cierto sitio”. Para él una de las asignaturas pendientes es la promoción exterior. “No existimos en Los ángeles, no saben quiénes somos y eso es una mala gestión. Somos un país pobre que no puede perder un euro, hay que pescarlo”, dijo con rotundidad.

En esa agilidad que se pide será fundamental la nueva Film Office, que pretende actuar como ventanilla única para gestionar los rodajes y que los productores no se pierdan en el laberinto burocrático. Uno de los más críticos con la situación vivida hasta ahora ha sido Mario Madueño, presidente de la Asociación de la Industria del Cortometraje, que cree que “las condiciones son muy complicadas”. “De hecho se están perdiendo rodajes. Para atraerlos tiene que haber condiciones financieras y condiciones logísticas, y actualmente no las hay”, ha comentado Madueño.

No existimos en Los ángeles, no saben quiénes somos y eso es una mala gestión. Somos un país pobre que no puede perder un euro, hay que pescarlo

Madrid quiere ser Toronto

Una de las finalidades de esta jornada era escuchar el ejemplo de modelos que han funcionado con éxito en otros sitios para copiar lo mejor de cada casa. Una de las intervenciones que más interés despertó fue la de Zaib Shaikh, director de Industrias Culturales y Comisario del Audiovisual de la Ciudad de Toronto, uno de los lugares que los productores siempre ponen como ejemplo. Canadá ha creado una industria de la nada gracias a una política agresiva de deducciones fiscales, pero también de tener muy claro qué ofrecer y cómo ofrecérselo a la gente.

Shaikh puso dos veces el dedo en la llaga, ya que comentó a los productores presentes que no se obsesionaran con los incentivos, ya que son sólo una de las patas del sector y recalcó la importancia de una gestión ordenada y que evite problemas a los productores, que son los que ponen el dinero. La segunda fue cuando dijo que se olvidaran del arte y hablaran de dinero. “La parte artística es importante, pero lo que importa al final es tu argumento económico. La industria del cine es una máquina de hacer dinero y de gastarse dinero y tenemos que legislar hacia ello. En cuanto hablas de dinero la gente lo entiende todo mucho mejor”, zanjó. Lo dice el responsable de una ciudad que generó 1.500 millones de inversión el año pasado en la industria del entretenimiento. Madrid ha dado sus primeros pasos para ser la nueva Toronto, si los vecinos no se quejan.

Pedro Almodóvar en el rodaje de Julieta.

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