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Tiene menos de 50 años y ya es uno de los nombres fundamentales del cine de autor actual. El italiano Matteo Garrone saltó a la palestra internacionalmente gracias a Gomorra, la adaptación de la novela de Roberto Saviano que radiografiaba la parte más oscura de la camorra. Con ella ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes y la posibilidad de rodar lo que le diera la gana. Es irónico que tras la película que redefine su carrera -y que está marcada por su vocación de realismo sucio que bebe de los clásicos de su país- su cine se haya ido por otros derroteros que nadie esperaba.

Primero fue con Reality -otro Gran Premio del jurado en Cannes-, en la que a través de un programa tipo Gran Hermano analizaba de nuevo la sociedad italiana. Ahora tomaba distancia con una estética grotesca y casi surrealista que terminó de girar hasta El cuento de los cuentos, su último filme estrenado y en el que bucea directamente en la fantasía de las historias clásicas. Con la base de la obra de Giambattista Basile no dejó de plantear preguntas sobre nuestro presente, pero desde una estética que ya no tenía nada que ver con esa realidad de Gomorra.

Fotograma de Gomorra, la película más conocida de Matteo Garrone.

Sea en el género que sea Garrone tiene algo, una capacidad para hablar de nosotros sin pretenderlo y que ha hecho que el Festival de Cine de Gijón le dedique una retrospectiva. Ya prepara nueva película, una peculiar versión de Pinocho con Toni Servillo como protagonista, y con la que reafirma que la fantasía es el nuevo terreno para el director. Será una adaptación especial, y es que como él explica a EL ESPAÑOL desde Gijón, siempre se habla de lo que nos ocurre como sociedad, aunque no se quiera.

“Todas mis películas son políticas, y lo son a mi pesar, porque no es mi punto de partida. No quiero hacer denuncia social. Me interesan los personajes, sus conflictos, sus vidas, y eso me lleva a explorar su sociedad. Ahí es donde se añaden elementos de denuncia. El punto de partida es el conflicto humano, pero al explorar su mundo, esa dimensión social y política acaba convirtiéndose en una protagonista más”, explica.

El punto de partida es el conflicto humano, pero al explorar su mundo, esa dimensión social y política acaba convirtiéndose en una protagonista más

Un vaso puede ser político

Para el director lo político no está en el discurso, sino en cómo se cuenta ese discurso. Es el lenguaje el que aporta esa capa. “Existe ese componente político en mis obras, pero creo que cobra importancia en la forma en la que retrato la realidad. Me interesa sobre todo el lenguaje. Es más importante el lenguaje que utilizas que lo que quieres contar. Para un pintor que esté pintando un vaso lo importante no es el vaso, sino la forma en que lo representa. Un vaso no es político, pero el lenguaje que usas es lo que le otorga una dimensión política. Eso ocurre en el cine, lo importante no es el objeto, sino la forma en que lo representas. Gomorra no era política por lo que hablaba, sino por el lenguaje que yo elijo para hablar de ese tema”, añade con seguridad.

El cuento de los cuentos es la última película estrenada de Garrone.

Muchos le han criticado su paso de ese neorrealismo particular suyo -con el que comenzó en filmes como Terra di Mezzo- hacia el fantástico, pero Garrone tiene claro que es el camino que estaba marcado para su cine. “Cuando rodé Terra di mezzo yo era un pintor que se enfrentaba a un lenguaje distinto, en este caso el lenguaje del cine, y lo hacía un poco como si fuera un juego, y de manera totalmente instintiva. Si lo analizo ahora años después, me doy cuenta de que en esas tres jóvenes en la campiña romana ya hay presentes elementos que me irían acompañando luego en mi viaje. Yo creo que elegí ese relato por eso, porque había ya una dimensión de lo fantástico”, explica.

A pesar de ser un juego tenía muy claro las claves que marcarían su cine y que cree que deberían estar en todas las películas: “lo trágico, lo cómico y lo grotesco”. “En todas mis películas hay un mundo bastante surrealista y hasta elementos oníricos”, añade Garrone que no cree que haya cambiado tanto. De momento la crítica sigue respetándole, y junto a Paolo Sorrentino y Nanni Moretti forman el tridente invencible del cine italiano de los últimos años.

Existe una relación entre la fantasía y la realidad, y es que siempre tienen que tener una base de verdad y de conflicto

Para defenderse de su giro deja claro que hay un elemento que nunca falta en su cine: la verdad. “Existe una relación entre la fantasía y la realidad, y es que siempre tienen que tener una base de verdad y de conflicto. Cuando en El cuento de los cuentos hablo de esa anciana que quiere ser más joven y se hace un 'lifting', en realidad estoy hablando del presente. Son arquetipos del ser humano. Y no es que un enfoque sea más fácil que otro, es que están vinculados, partas del realismo o de un enfoque mágico siempre hay una representación que requiere verdad. Da igual que hables del pasado o el futuro, el presente tiene que estar recogido”, zanja Garrone. Habrá que esperar a ver si su Pinocho es también político y social, a su pesar.

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