El documental que demuestra que EEUU no abolió la esclavitud
Ava DuVernay, la directora de 'Selma', ha estrenado con Netflix el documental 'Enmienda XIII'.
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Si preguntas a cualquier persona si existe la esclavitud en EEUU, contestará con seguridad que no, que en 1865 tras el final de la Guerra Civil se terminó con el trabajo forzado y se dio libertad a todas las personas de color del país. No entra en la cabeza que pueda ser de otra forma. En 2016 no hay sentido para que alguien sea privado de su libertad por motivos de raza, sexo o ideología. Pero de repente llega la directora negra Ava DuVernay y planta la duda en la cara de todos los espectadores. ¿Y si la esclavitud ha seguido campando a sus anchas por EEUU? ¿Y si la tierra de las libertades y el sueño americano sigue permitiendo la represión y machacando a la comunidad afroamericana?
Su documental Enmienda 13, producido y disponible en Netflix, tienen una hipótesis clara: la esclavitud, como la materia, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Es la única forma de entender que el 40% de los presos de EEUU sean negros, o que la probabilidad de que un joven de color entre en la cárcel sea de un tercio, mientras que si uno es blanco se reduce a 1 de cada 17. La duda no nace de su imaginación, sino de la enmienda que da nombre a su película y que reguló la abolición de la esclavitud. El texto de la constitución dice exactamente lo siguiente: “Ni en los Estados Unidos ni en ningún lugar sujeto a su jurisdicción habrá esclavitud ni trabajo forzado, excepto como castigo de un delito del que el responsable haya quedado debidamente convicto”.
La propia carta magna del país acepta excepciones a esa libertad. La esclavitud sigue presente, y esa excepción se ha usado durante toda la historia como herramienta de represión y en contra de la igualdad de raza, algo que todavía es una utopía. Historiadores, abogados, defensores de los derechos humanos, todos pasan por el documental para dejar claro que “si ese tecnicismo estaba incluido, era para que alguien lo usara como quisiera”.
DuVernay, que con este título opta al Oscar que le negaron el año pasado por Selma, repasa la historia de su país parándose en todas las veces que esa letra pequeña sangraba en contra de su pueblo. No hubo que esperar mucho, nada más abolir la esclavitud se arresta en masa a los afroamericanos por crímenes como tirar basura o ser vagabundos. “El final de la esclavitud dejó la economía sureña en ruinas, cuatro millones de personas que eran parte del sistema de producción de repente eran libres. ¿Qué haces con ellos?”, se pregunta un historiador dando también la solución, meterles en la cárcel.
El final de la esclavitud dejó la economía sureña en ruinas, cuatro millones de personas que eran parte del sistema de producción de repente eran libres. ¿Qué haces con ellos?
Así nace un mito constante durante siglos: el de la criminalidad negra. Se presenta a los afroamericanos como una amenaza para las mujeres blancas, como violadores violentos. No importa que históricamente haya habido más mujeres negras violadas por hombres blancos. Hasta el arte, y concretamente el cine, han contribuido a ello. En 1921 llegaba El nacimiento de una nación de D.W. Griffith, que fue recibido con loas y con la etiqueta de obra maestra. Lo que contaba era la versión de la Guerra Civil de EEUU de un sector de hombres blancos que presentaron a los negros como bestias.
De ahí nacen los mitos que las empresas blancas y las élites usaron para tener trabajadores negros baratos. La propia imaginería del Ku Klux Klan se adapta a lo mostrado en el filme. “En el fondo es también una predicción de la forma en la que se trataría al negro en EEUU”, explican en el filme. Su lanzamiento coincidió con un aumento de la violencia contra ellos. Cuando la situación se volvió insostenible se pasó a la segunda forma de esclavitud: la segregación.
Ciudadanos de segunda
Los negros comenzaron a vivir marginados. Los cines, los autobuses, los baños, todo se separaba por raza. Lo que también comienza en esa época son los movimientos por los derechos civiles que tienen su cima en los años sesenta, y especialmente con la consecución del voto para los afroamericanos el año 1965. Con ese logro “se reconoce que aunque la esclavitud terminara cien años antes, se les privó de los derechos y, de alguna forma, se intentaba arreglarlo”.
El éxito del sufragio se empañó con el aumento de criminalidad de los años 70, que fue usado políticamente para volver a atacar a los negros. En el documental, los historiadores lo asocian a un simple aumento demográfico, pero en aquel momento fue el detonante de los encarcelamientos masivos que se han mantenido hasta la actualidad. En 1970 había 357.292 presos. Diez años después se llegó a los 513.900.
El gran iniciador de todo esto fue Nixon, que quiso imponer un “estado de Ley y orden” y que asocia el crimen a la raza. “Necesitamos una guerra total en EEUU contra los malvados que vemos en nuestras ciudades”, dice el presidente, que para ello dobla los presupuestos a la policía y encuentra su coartada perfecta: la droga. Dejan de ser un problema sanitario y se convierten en uno policial, llegando a meter gente en la cárcel por tener marihuana.
El asistente de Nixon, John Ehrlichman, reconoció posteriormente que la lucha antidroga se hizo para vencer a dos enemigos: “la izquierda antibélica y los negros”. Como no podían prohibirlos asociaron a “los rojos con la marihuana y a los negros con la heroína y lo penalizamos con dureza". "Podíamos arrestar a sus líderes, allanar sus casas, parar sus reuniones y denigrarlos en las noticias. ¿Sabíamos que mentíamos sobre las drogas? Por supuesto que sí”.
Podíamos arrestar a sus líderes, allanar sus casas, parar sus reuniones y denigrarlos en las noticias. ¿Sabíamos que mentíamos sobre las drogas? Por supuesto que sí
Por supuesto Ronald Reagan continúa lo que él define como “una cruzada nacional”. Encuentra un nuevo enemigo, el crack, que se extendía entre las comunidades negras. Esta nueva amenaza se usa para mermar a los núcleos afroamericanos más pobres. Se introducen penas mucho mayores que para la cocaína, a pesar de ser un derivado. Por 30 gramos de crack uno pasaba en la cárcel el mismo tiempo que por tres kilos de cocaína. “Fue algo parecido a un genocidio en las comunidades pobres”, dicen de forma tajante en Enmienda XIII.
DuVernay recorre la historia de EEUU a través de sus presidentes y de sus decisiones a favor del sistema penitenciario y en contra de la integración. No sólo los republicanos reciben su merecido. Bill Clinton es definido como “el peor de todos” por su reforma del año 1994 en la que favorece la expansión del sistema carcelario. En el año 2000, tras su mandato, se alcanza la cifra de dos millones de presos. Clinton admitiría más tarde su error, pero el efecto dominó seguía su curso hasta que ha llegado Donald Trump, que ha recuperado el lema de 'Ley y Orden' de Nixon para su campaña que lo ha aupado a la presidencia del país.
Somos una nación que profesa la libertad, pero tenemos encarcelamientos masivos que barren a nuestros ciudadanos más vulnerables y que es increíblemente parcial hacia la gente de color
“Somos una nación que profesa la libertad, pero tenemos encarcelamientos masivos que barren a nuestros ciudadanos más vulnerables y que es increíblemente parcial hacia la gente de color”, dice en un momento dado Cory Booker, senador negro de Nueva Jersey, y todos los rostros que hablan en Enmienda XIII le dan la razón: “Pensamos que se había terminado pero no. Una vez te condenan eres un esclavo para el estado. La esclavitud renace en nuevas formas, y ahora está en el encarcelamiento masivo de gente pobre de color”.