Confesiones a la hora del gin-tonic: "Privar a la gente de cultura debería ser delito"
Después del furor del discurso, en la recámara de la fiesta, llegan al cuerpo otras palabras. Aquí las de los premiados. Entre bastidores.
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La alfombra roja acaba en la sala de ganadores de los Goya. Es la hora de la agitación, de los agradecimientos, de las confesiones, y, cómo no, de los gin-tonics. Emma Suárez -mejor actriz protagonista y de reparto- llega con los ojos llorosos. Relata que tanto La próxima piel como Julieta son dos películas “muy especiales” para ella: “Las rodé una detrás de otra, pero para mí es importante decir que con La próxima piel estuvimos diez años buscando financiación… y se mostró mucha confianza en mí durante todo ese tiempo”, detalla, tintineante. “Fue maravilloso, porque, además, durante ese tiempo yo no recibía propuestas de cine… hacía sobre todo teatro”.
Hace mención a Las Furias, de Miguel del Arco, que “no está representada en los Goya, porque no pueden estar todas, pero prácticamente todas lo merecen”. ¿Un mensaje para el gobierno? “Es muy difícil intentar sacar un proyecto adelante cuando no tienes el apoyo de nadie, pero quizá la gente que no comparte nuestros sueños nos obliga a no renunciar nunca a ellos. Nos obliga a no renunciar nunca a una lucha que nos permita vivir con dignidad”.
Roberto Álamo -Goya al mejor actor protagonista- dice que no ha estado nervioso hasta el momento de oír su nombre. Ahora, aunque mantiene su semblante rígido, se le suelta alguna comisura. Ha agradecido encarecidamente “el apoyo de la prensa, de los medios”: “Gracias por estar siempre, por vuestra atención. Sin vosotros somos invisibles".
Quizá la gente que no comparte nuestros sueños nos obliga a no renunciar nunca a ellos. Nos obliga a no renunciar nunca a una lucha que nos permita vivir con dignidad
Cree que lo importante para que se cierre de una vez por todas la brecha de prejuicios contra el cine español es la colaboración de los políticos: “Su trabajo debería ser apoyar nuestra industria. Que el presidente del gobierno, con todos mis respetos, diga que no ve cine porque no tiene tiempo… no es posible. Claro, cuando lo dice parece una broma, pero no es una broma, porque lo dice delante de los medios. ¡Que empiece por apoyarnos él, ellos, que somos Marca España!”.
Bayona -premio a la mejor dirección- se llama a sí mismo “llorón” -se pasó toda la gala con los ojos húmedos- y asegura que lo que “más feliz” le hace es su equipo, “que cada persona que ha peleado por sacar esta historia tan difícil adelante haya tenido su trocito de reconocimiento: estoy deseando acabar las entrevistas y reunirme con ellos”, guiña. ¿Y el Oscar, qué? “Para mí lo crucial es seguir haciendo películas, porque el reconocimiento nunca sabes… a veces llega, a veces no”.
"¡Es su cumpleaños!"
Raúl Arévalo llega acompañado de su productora, Beatriz Bodegas -que llegó a hipotecar su casa para hacer Tarde para la ira- y, de repente, la mira y espeta: “¡Que es tu cumpleaños! ¡Me acabo de acordar…! Ay, ay… ¡a partir de las doce!”. Ella sonríe con timidez: “Podías haberlo dicho en bajito… anda que cualquiera pasa aquí desapercibida”. Y se miran cómplices. Tienen un proyecto común: “Seguir haciendo películas buenas, no nos queda otra. Aunque haya cosas contra las que no se pueda luchar, sé que si las películas siguen siendo buenas, la gente que ahora no nos entiende en algún momento se reconciliará con nosotros”.
Silvia Pérez Cruz, Goya a la mejor canción original por Cerca de tu casa, cuenta que ahora, después de tener el cabezón en su poder, le apetece “hacer vida normal, estar con mi hija, ver naturaleza, quitarme los zapatos y cantar”. Sostiene que, aunque “la sanidad y la educación sean algo primordial”, no hay que olvidar la cultura, ya que “nos da libertad, diversidad, nos remueve, nos hace ser...”: “Privar de cultura a la gente tendría que ser delito”, zanjó.
Diálogo y terapia
Manolo Solo, Goya al mejor actor de reparto en mano -”y más feliz que una perdiz”, dice que no tendrá tiempo para descansar porque ha estado veinte días en Bangok “y ahora tengo que estudiar mucho para La peste, de Alberto Rodríguez, que rodamos en el sur”. ¿Qué le gustaría que cambiase de las relaciones entre el gobierno y el cine español de aquí a la gala del año que viene? “Que hubiera más diálogo con todos los estratos de la cultura en general y del teatro y del cine en concreto, que se hablara, que no se dieran por mantenidas o pensadas cosas que la otra parte no necesariamente dice o mantiene”, explica. “Y ese mismo diálogo con las televisiones, que entre todos intentemos mejorar, intentemos escuchar”, añade.
El ganador al Goya por mejor música original, Fernando Velázquez -que le ha arrebatado el premio al celebérrimo Alberto Iglesias de Almodóvar- responde a las voces críticas con el cine español citando a Bismark: “Decía que España era el país más fuerte de Europa, porque llevamos cinco siglos intentando acabar con nosotros mismos y aún no lo hemos conseguido”, lanzó.
“Siempre hay voces y oye, yo las respeto, pero me gustaría que contrastasen las cifras, porque al final con el IVA el Estado sale ganando mucho. La gente lo dice un poco por inercia”. Velázquez explicó que cree que “estamos haciendo películas cada vez mejores” y reconoció que él tiene la suerte “de trabajar mucho, y prefiero trabajar en cine español, aunque también trabajado para Hollywood. A mí me gusta más hacerlas aquí, aunque sean más pequeñas, pero tenemos que defender la vocación de nuestra propia voz”. Velázquez cree que “Un monstruo viene a verme no hubiera sido igual con un director americano o chino, nuestra voz se cuela ahí y nuestra voz, como la de los que nos critican, es necesaria”.
David Pulido, Goya al mejor guion original por Tarde para la ira, se confiesa “novato en esto” y recuerda “durante cuántos años he visto esta gala sin participar en ella”. Sueña con irse a su casa “a comer pizza con mi familia”, pero, mientras, si se le pregunta qué le pediría al gobierno en lo que respecta al cine español, explica que “tender puentes”. “Pero para tender puentes, primero hay que bajar el IVA”, guiña. “Si no, es imposible. Después hay que quitar todos los datos falsos, todas las mentiras y mitos que se han construido sobre el cine español. Cuando eso pase, empezaremos a entendernos y a negociar. Hay que arrancar todos los prejuicios que se han levantado”. ¿Y qué hacer con los detractores? Pulido, que es psicólogo, ironiza. “Nadie se muere de ansiedad… pero alguna terapia debería buscar esta gente”.
El boicot
Carlos Santos, mejor actor revelación por El hombre de las mil caras, dice que está “en una nube”, y aunque tiene muchas ganas de ver “a su familia, que han venido todos aquí”, se corrige inmediatamente: “Bueno, casi todos”. Pesa la ausencia de su hermana.
En lo que respecta a la brecha que existe entre una facción del público y el cine español -que en la tarde incendió Twitter con un trending topic envenenado: boicot a los Goya- sostiene que no cree que haya “heridas entre el público y el cine español”, sino que “las heridas son culpa de ciertos medios que se hacen eco de cosas que no deberían”, en alusión a la polémica con Trueba.
“Es absurdo decir que el público es el que trolea al cine español. Quizá también influye que el presidente del gobierno diga que no ha visto ninguna de las películas nominadas y no pida disculpas por ello”, finalizó, solemne, el actor. Anna Castillo, mejor actriz revelación por El olivo, aseguró que le parece “fatal” que haya un boicot contra la gala de los Goya: “Creo que hay que celebrar lo que hacemos, cómo nos lo curramos y cómo intentamos sacarlo adelante, igual que se celebran muchísimas otras cosas en este país y que también cuestan muchísimo dinero”. Más claro, el gin-tonic. Feliz resaca.