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Málaga, 13:00 horas. Este periodista se dispone a entrar en un ronda maratoniana de entrevistas en el hotel AC Málaga Palacio, punto neurálgico del Festival para la prensa y lugar donde se hospedan las estrellas de cine que visitan el certamen. La gente lo sabe y acude en masa a esperar en el trocito de alfombra roja que hay a la puerta a que vayan apareciendo sus ídolos. Da igual que uno vaya a las nueve de la mañana que a las ocho de la tarde, siempre habrá varias decenas de personas esperando. La mayor parte de ellas son adolescentes -y casi en su totalidad chicas- que quieren el autógrafo del actor con el que han forrado sus carpetas.

Muchas no saben ni qué películas se estrenan, ni siquiera van a ir a verlas, pero aguantan estoicamente a que alguien aparezca. Si no lo encuentran acuden al primero que pasa, así que en plena puerta del hotel unas jovencitas me avasallan y preguntan: “¿está arriba Hugo Silva?”. Con arriba se refieren a la azotea donde son las entrevistas. Saben cómo es el hotel por dentro, no son novatas, y saben que Hugo Silva presenta película. Con mucha educación respondo que su peli -El intercambio- no se proyecta hasta el jueves. Lejos de sentirse decepcionadas, retirar sus cosas e irse a casa siguen esperando.

Uno podría pensar que sólo buscan la foto de los actores guaperas del momento. Craso error. En cuatro festivales a este redactor ya le han preguntado dos veces -la última en esta edición- que dónde estaba Pepón Nieto. Algún enterado podrá decir que es que Nieto es de Marbella y la gente de Málaga quiere ver a uno de sus intérpretes. Pues en esta edición se ha producido la prueba perfecta de que este Festival vive por y para un público que abarrota las salas y las alfombras rojas.

El Teatro Cervantes y su alfombra roja. EFE

La azotea del hotel se convierte cuando cae la noche en el lugar donde toda la industria se toma una copa. Para evitar que cualquier fan pueda subir a acosar a los famosos varios agentes de seguridad están en la puerta controlando el acceso. Si uno no se hospeda ahí tiene difícil la entrada. Incluso la prensa tiene algún problema para subir. Eso no es motivo para que las chicas lo sigan intentando y que se amontonen en las verjas esperando para ver quiénes van a la fiesta o quiénes se van. Y aunque todos quieran a Mario Casas, se viven momentos como el ocurrido ayer por la noche, cuando casi a las dos de la mañana, y ya de retirada, varias personas -casi todos muy jóvenes- saludaban a Sylvie Imbert, la mítica maquilladora del cine español que volvía al rodaje de la película de Terry Gilliam y que recibía las alabanzas de la gente. No saludaban al aire sin conocerla: “Hasta luego Sylvie”, decían.

Ese gusto por el star system español hace que en este festival, y concretamente en esa terraza, se vivan momentos surrealistas. Este año he descubierto que hay jovencitas con alto poder adquisitivo que en cuanto se conocen las fechas del certamen reservan ya su habitación en el Málaga Palacio para poder estar alojadas con sus ídolos y poder entrar en las fiestas de por la noche sin problema y así conocerles.

El equipo de Maniac Tales en el photocall.

En esta edición -la número 20- se está viviendo un cambio generacional. Se nota en su Sección Oficial, donde varios jóvenes realizadores presentan sus óperas primas, pero también por las alfombras rojas. Ya no se pregunta por los clásicos, sino que nuevos actores y directores han entrado en escena. El día de inauguración la gente preguntaba por 'Los Javis', los creadores de La llamada y Paquita salas, en vez de por Álex de la Iglesia o sus actores.

Málaga es así, imprevisible, hecho para esa gente cuyo nivel de admiración y sus ganas de conocer a la gente, hacen que incluso se pregunten si esa persona con gafas de sol y una acreditación colgada no será alguien conocido, aunque realmente sólo fuera un periodista entrando en la cuarta entrevista del día y poco antes de ver su tercera película.

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