Lecciones de autoayuda para emprendendores, por Don Draper
El protagonista de 'Mad Men' desvelaba las claves de la buena publicidad en la serie, al tiempo que descubría los secretos del éxito de cualquier empresa.
(Atención: este artículo contiene spoilers de la serie, incluido el episodio final)
El ego de Don Draper hubiera saboreado este momento. La verdadera Heinz ha adoptado el eslogan que rechazaron en la ficción -“Pass the Heinz”- para su nueva campaña, reconociendo así la genialidad creativa del personaje de Mad Men y haciendo méritos como marca. Esa idea que ha traspasado la pantalla es sólo una de las muchas lecciones sobre creatividad, sobre la publicidad y sobre la vida (sobre todo, menos cómo tratar a una mujer) que nos regaló el genial publicista encarnado por Jon Hamm.
Que la creatividad te sorprenda creando. Como sorprende el espectador a Don Draper la primera vez que le ve: garabateando eslóganes sobre las servilletas con las que le sirven sus Old Fashioned. El bolígrafo, el cigarro y el vaso son extensiones de su mano. Quizás sus mejores ideas las haya tenido en un bar y/o bebido. Pero también bebe de la vida para idear sus campañas. Su mirada perdida no es tanto una consecuencia del alcohol como un indicio de que en su cerebro nunca dejan de bullir y dar vueltas las ideas.
No pongas precio a tu libertad creativa. Hacerse valorar y respetar es más productivo a largo plazo que un pez gordo. Cuando la agencia se ve contra las cuerdas tras perder la cuenta de Lucky Strike, la estrategia de Draper, lejos de malvenderse al mejor postor, es sacar pecho. Lo hace publicando una carta/anuncio en el NY Times en la que se desvincula de la nociva industria del tabaco que había atado sus manos, lavando en la misma operación la imagen de la agencia y marcándose un viral en la era pre-Internet.
El cliente no siempre tiene razón. Por eso Don defiende sus propuestas con ahínco. El problema es que se enfrenta a ejecutivos como los de Heinz que no saben apreciar el potencial de algo tan innovador como vender un producto sin mostrarlo. No entienden la hazaña que intenta lograr, más allá de construir una imagen de marca: conseguir que el consumidor les identifique con el producto, concediéndole a la marca la inmortalidad. “Pero el tabaco es venenoso…” “No, los demás tabacos. Lucky Strike es tostado”.
“Si no te gusta lo que dicen de ti, cambia de conversación”: es su propio eslogan y una filosofía de trabajo que siempre le da buenos resultados. Ya en el piloto lo demuestra al improvisar en el último momento un lema con el que vender los cigarrillos Lucky a una sociedad que empieza a tenerle respeto al tabaco. Para él, otra oportunidad de conseguir que se hable de lo que él quiera.
Reinvéntate continuamente. Don Draper no tiene miedo de cambiar de agencia (ni de mujer) o de saltar al vacío. De jugárselo a todo o nada. Las crisis son siempre constructivas para él porque las aprovecha para tomar impulso y saltar a una nueva aventura, para dictar las nuevas reglas del juego. Un consejo tan válido para los publicistas como para los que quieren publicitarse.
Dormir está sobrevalorado si quieres estar en la cima. Puede que no sea sano, pero cuando se trabaja al nivel de Madison Avenue, se han de cultivar las relaciones públicas, se ha de mantener a una familia y a una lista de amantes tan abultada, es que sencillamente no queda tiempo. “La publicidad se basa en la felicidad”. Ahí está Coca-Cola, que lleva años explotando la idea. Ahora esta idea se ha trasladado a cada ámbito de nuestra vida y se ha convertido en una exigencia: estamos obligados a perseguir la felicidad o al menos a intentarlo. O a proyectarla socialmente, aunque sea falsa.
La inspiración llega en cualquier momento. O de cualquier persona. Por eso el creativo vive con sus sentidos siempre alerta, porque la vida es una fuente inagotable de ideas. El anuncio de Coca-Cola con el que Don Draper vuelve a la carga no es más que una escenificación de su catarsis personal y profesional, un eco de las palabras que el gurú deja en su mente, el poso de la experiencia que vive durante su retiro de meditación. Después de sentirse vacío y perdido, de no saber quién es, se redescubre en esa campaña: Don Draper/Dick Whitman es quien siempre ha sido: un genio.