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Acaba el colegio y a los chavales se les considera preparados para la vida adulta. Pasarán a la universidad, o a un ciclo de formación, e irán encarrilando su futuro profesional. Se presupone que esos jóvenes han adquirido los conocimientos mínimos sobre matemáticas, lengua, o geografía, pero también una cultura general y sobre su propia historia. Y sin embargo en todo su paso por la escuela es probable que no hayan visto una película de Luis Buñuel. Preguntar a alguien de 18 años si ha visto Un perro andaluz es un acto de fe.

Los colegios pasan de las humanidades, y cada vez es más patente. La última prueba ha sido la eliminación de la asignatura de Literatura Universal en Segundo de Bachillerato que contó este periódico. Ya lo advertía entonces Ángel García, director del IES Miguel Catalán, en Coslada, y profesor de Lengua y Literatura: “Un alumno puede acabar el bachillerato sin tener conocimiento musical, sin haber visto nada de arte. En lugar de la integración, se forma en la especialización”.

Fotograma de Un perro andaluz.

Es difícil que alguien a punto de entrar en la universidad desconozca a Cervantes, o incluso a Diego Velázquez, pero es casi seguro que nunca les hayan hablado de Berlanga, ni que decir tiene que nunca habrán visto El verdugo a no ser que su curiosidad haya cubierto la ausencia de una verdadera educación audiovisual, una asignatura pendiente en este país y un tema que ha tratado la Academia de Cine en sus jornadas Educación y Cine, en la que se han preguntado el motivo y las posibles soluciones.

Para Mercedes Ruiz, maestra, psicopedagoga y coordinadora de la red social Cero en Conducta, la respuesta a la ausencia del cine en los planes educativas es clara: no interesa a los políticos. “El cine no está en las agendas políticas, y no interesa porque fomenta el pensamiento crítico. Hay otros intereses. Además el diálogo social con el cine es crítico, desde los poderes no se ve bien al cine. En los Goya siempre hay el miedo, se habla de si viene o no viene el ministro… y son dos mundos que no se terminan de entender bien. Hasta que el cine no se meta en la agenda política nunca será una realidad en los colegios”, cuenta a EL ESPAÑOL desde la sede de la Academia.

El cine no está en las agendas políticas, y no interesa porque fomenta el pensamiento crítico. Hay otros intereses. Además el diálogo social con el cine es crítico

Para su compañero José de la Peña, coach educativo y escritor, hay otro motivo que hace que se mire con malos ojos al cine, y es que todavía arrastra su condición de entretenimiento con la que nace tras la primera Guerra Mundial. “Se le ha quedado ese poso, y mientras la pintura se acepta como arte, el cine no. En ningún libro se tratará al cine como se trata a La piedad de Miguel Ángel, por eso se hacen excursiones a a museos, pero no a salas de cine a ver El gran dictador”, explica mientras añade la importancia del cine no sólo como entidad propia, sino para ayudar a explicar otras asignaturas, sus opciones como recurso educacional.

Cine desde los cuatro años

La ausencia del cine en los planes educativos contrasta con otros modelos en los que la educación audiovisual está presente desde los primeros años. Es el caso de Francia, en el que gracias a la educación cinematográfica ha conseguido aumentar la asistencia al cine en un 30% en los últimos veinte años y ha conseguido que "la sala sea el lugar cultural que atrae a todas las categorías sociales", tal como explicó la gestora cultural Maryse Capdepuy. En los años 80 la caída del número de espectadores en el país vecino movilizó a la profesión y al Ministerio de Cultura, lo que provocó la entrada del cine en las aulas.

“En Francia se estudia educación en cine a partir de los cuatro años”, cuenta a este periódico Capdepuy, que añade que en esas clases se proyectan películas y se hacen charlas con cineastas. Así consiguieron que en 2015 dos tercios de los franceses de más de seis años hubieran ido una vez al cine, o sea. Además los jóvenes de menos de 25 años cuentan con descuentos en las entradas para fomentar su asistencia.

En Francia, gracias a la educación cinematográfica, se ha conseguido aumentar la asistencia al cine en un 30% en los últimos veinte años

“Todo esto aporta una mirada. El cine siempre forma a un espectador, un espíritu crítico, ver otra forma de vivir. Creo que su ausencia muestra una voluntad política. Hay que crear un programa a nivel nacional con acuerdos entre distribuidores, exhibidores, y Ministerio de Educación", añade la gestora francesa. Por ello cree que es necesario que los jóvenes conozcan su historia audiovisual. “Berlanga forma parte de su cultura, y la historia del alumno es su cultura artística. Es importante que el alumno tenga un identidad artística, y que se reconozca en ella”, añade.

¿Cómo conseguirlo en España?

La situación en nuestro país es de desamparo. Aunque hay muchos francotiradores que intentan incluir el cine en los colegios, no hay un orden, ni interés en incluirlo en los planes y en sus reformas. “Todo lo que hay es desde fuera, y además pasa desapercibido, porque no nos creemos la educación. Hay muchos profesores, iniciativas, clases extraescolares, y no son visibles, pasan desapercibidos. No los conocen ni en su comunidad local. La gente está actuando, pero de forma invisible a la sociedad”, opina Mercedes Ruiz, que también pide ayuda a los medios para que estas actividades tengan resonancia.

Las mujeres al borde de un ataque de nervios de Pedro Almodóvar.

Para ella el modelo ideal que deberían implantar nuestros políticos sería una doble vía. “Primero tendría que haber un eje transversal desde pequeños, y una vez ya estás culturizado tiene que ser una asignatura impartida por gente que sepa. Igual que entraron economistas a dar economía en los institutos, es exactamente igual. Tiene que estar bien impartida, porque si no te apasiona y no eres experto en lo tuyo no darás bien la asignatura”, opina la experta.

Un programa de dos velocidades en el que al principio el cine acompaña de forma invisible al alumno, “pero con un plan en el que lo audiovisual esté presente y se debata, como ocurre con los planes de cultura”. “Tiene que ser un eje que toda la comunidad educativa conozca, que no se ponga la primera película que se pille, sino que haya una intención”, explica. Después se pasaría a una materia propia de cine. Para esta pedagoga es fundamental que los niños conozcan también el hecho de ir al cine. “Si la película la ves en una sala, dentro del acto social, se evocarán muchas emociones que les harán tener un contexto mucho más rico. A partir de ahí tu te conviertes también en productor, y vas a empezar a entender las dificultades que hay, vas a comprender mejor el derecho de autor, cómo se hace el cine, lo que cuesta, y si te educan bien, tendrás una educación en valores. Lo que no se puede es ver sólo porque nada es neutro”, zanja.

Primero tendría que haber un eje transversal desde pequeños, y una vez ya estás culturizado tiene que ser una asignatura impartida por gente que sepa

Ella desde su institución Cero en conducta lucha de forma incansable para que Berlanga, Buñuel y Almodóvar entren en el colegio en un momento en el que se apuesta por destruir las humanidades, lo que para Mercedes Ruiz es sólo “el reflejo de cómo está la sociedad, de una pérdida de valores que se ve en el parlamento, en los partidos…”. Y pese a todo mira al futuro con optimismo, con la ilusión de una niña que cree que esa reunión en la Academia de Cine es el primer paso para cambiarlo todo.

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