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La espera ha terminado. Juego de Tronos ha vuelto tras más de un año de espera y una campaña promocional titánica. No hay movimiento de la serie que no se convierta en noticia o sea pasto de teorías. El fenómeno fan alrededor de la ficción de HBO es tan grande que nadie puede escapar de él. Twitter se convirtió desde las 4 de la mañana -cuando terminó la emisión del primer episodio de la séptima temporada- en un campo de minas del que era difícil escapar si uno no se quería comer un spoiler. Y eso que, como manda la tradición, pocas sorpresas hubo en este regreso, aunque eso no significa que este artículo esté plagado de SPOILERS.

Todas las temporadas ocurre lo mismo, después de mucho esperar, el primer episodio sólo es una toma de contacto. Juego de Tronos se toma su tiempo, y esta vez no iba a ser menos. En esta primera ocasión lo que se ha hecho es colocar todas las piezas de la partida de ajedrez que va a comenzar ahora. Lo deja muy claro Daenerys cuando, al final del capítulo, mira el mapa que una vez mirara Stannis Baratheon y al ver todos los reinos suelte ese: “¿comenzamos?” con el que irónicamente cierra este 'Rocadragón'.

Cersei y Jaime en el regreso de Juego de Tronos.

Juego de Tronos no necesita calzar un 'Previously' de cinco minutos, sabe que sus seguidores son fieles y prefiere dedicar 56 minutos a presentar cada una de las tramas que tendrán importancia esta temporada. Todos los peones de esa partida tuvieron su minuto de gloria en el episodio. Especialmente una Arya Stark convertida en sanguinaria justiciera que abre la temporada con otra matanza en casa de los Frey. Deja vivas a todas las mujeres, dejando de nuevo claro que aquí son ellas las que toman las decisiones y las que empujan todo. Algo que vuelve a subrayar el capítulo, que nos presenta a dos reinas y un sólo trono. Cersei ya ejerce como monarca déspota, su propio hermano la teme y planea una unión con los Greyjoy para no morir aplastada por los dragones de Daenerys.

Ella es la otra reina. Se muestra en esa última escena, en la que llega al ansiado Rocadragón y ve un trono que se parece demasiado al de hierro. No se sienta. Pero lo ansía, y por eso lo primero que dice es una frase que suena a declaración de guerra. Son ellas las que tiene las dos escenas de mayor peso dramático del capítulo, y serán ellas las que lleven el peso de la temporada.

El tercero en discordia es un Jon Snow que quiere ser justo, aunque Sansa -el conflicto entre ellos queda patente desde el primer plano- le recuerde que la justicia sólo ha llevado a su familia a las muertes más dramáticas. Él lucha en otra pelea, no le interesa ser el rey de Poniente, sino evitar la extinción a manos de los caminantes blancos, que aparecen de nuevo, con un gigante en su ejército de zombies y sin pausa para arrasar con todo. Lo vemos en una visión de Bran Stark, que por fin ha llegado a un muro donde ya no están sus hermanos.

Meñique y Sansa, duelo de poder en esta séptima temporada.

La séptima temporada inicia dejando claro que el invierno ha llegado. Lo dice Arya Stark en la primera escena: “el invierno ha llegado a casa de los Frey”. Y se ratifica justo después, cuando vemos a todos los caminantes andando por la nieve. No será una temporada tranquila, pero el primer episodio no ha traicionado a los principios de Juego de Tronos, que evitan los fuegos de artificio en los primeros compases y prefieren dar pistas de lo que vendrá después. Ahí tenemos a ese Sam que ya ha descubierto de dónde sacar el Vidriagón, y ese Perro que camina con la Hermandad sin Estandartes, esperemos que para encontrarse con esa Lady Corazón de Piedra a la que no perdemos la esperanza de ver.

El invierno está aquí, con 40 grados a la sombra y sin poder dormir del bochorno, pero al menos Daenerys, Cersei y compañía estarán todos los domingos para darnos algo de consuelo: ¿comenzamos?.

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