Publicada
Actualizada

El cineasta Morgan Spurlock, de Super Size Me, se ha reconocido como acosador sexual y violador en una carta abierta. Se describe como “parte del problema”. En una larga declaración publicada en su cuenta de Twitter, el director revela que una vez fue acusado de violación y que, en otra ocasión, una empleada iba a denunciarle por acoso sexual, pero que eso ya lo “resolvió”. Lo resolvió, eso sí, con dinero. Spurlock también admite haber sido “infiel a cada esposa y novia que haya tenido”.

“Mientras veo héroe tras héroe, hombre tras hombre caer por sus indiscreciones del pasado, no me siento y me pregunto: ¿quién será el siguiente?, sino, ¿cuándo vendrán a por mí?”, expresa. El director subrayó que la acusación de violación ocurrió en su etapa universitaria y, aunque la víctima no presentó cargos ni investigaciones contra él, sí que nombró a Spurlock en un ensayo sobre abusos sexuales que leyó en voz alta, en clase.

El acoso sexual y el precio del silencio

“En mi mente, habíamos estado bebiendo toda la noche y después fuimos a mi habitación. Empezamos a jugar, a perder el tiempo, ella me empujó, nos tumbamos en la cama y hablamos y nos reímos un poco más, y luego comenzamos a jugar de nuevo. Nos quitamos la ropa. Ella dijo que no quería tener relaciones sexuales, así que nos acostamos, hablamos, nos besamos y nos reímos, y luego empezamos a tener sexo”. Cuando la chica empezó a llorar, Spurlock dijo que “no sabía qué hacer”. “Paramos y me tumbé junto a ella. Traté de consolarla para hacerla sentir mejor. Pensé que estaría bien, creí que se sentiría mejor… pero ella sentía que había sido violada”.

La asistente de su oficina que le denunció por acoso sexual lo hizo en 2009: él lo resolvió pagándole una suma de dinero para que guardase silencio. “Llamaba a mi asistente ‘hot pants’ o ‘sex pants’ desde el otro lado de la oficina. En ese momento pensé que era algo divertido, pero luego me di cuenta de que la había degradado por completo y de que la habría menospreciado, tratado con insignificancia”, relata. “Entonces, cuando ella decidió renunciar al puesto, vino hacia a mí y me dijo que si no llegábamos a un acuerdo, se lo diría a todo el mundo. Siendo quien era, era lo último que quería, así que, por supuesto, pagué. Pagué por mi tranquilidad. Pagué por su silencio y cooperación. Y por encima de todo, pagué para poder seguir siendo quien era”.

El director confesó que había sido víctima de abuso sexual cuando era niño y que tenía un problema con la bebida. Concluyó la carta prometiendo “hacerlo mejor”: “El único individuo sobre el que tengo control soy yo mismo. Entonces, a partir de hoy, voy a ser más honesto con los demás y conmigo mismo. Voy a sacarlo todo a la vista. Quizá eso sea un comienzo, quién sabe. Pero sé que he hablado suficiente en mi vida, y ahora estoy listo para escuchar”.