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Desde hace varios años, los directores más prestigiosos de Hollywood han saltado a la televisión para dirigir series en cadenas como HBO o plataformas como Netflix. Se acababan así los prejuicios que separaban a ambas y que hacían que estuviera mal visto acabar en la ‘pequeña pantalla’. De repente gente como David Fincher, Martin Scorsese o Jane Campion ponían su talento al servicio de una historia que utilizaba una narrativa que no se comprimía en dos horas, sino que necesitaba diez, o incluso varias temporadas, para desarrollarse.

En España la cosa ha tardado más. Hasta hace poco todavía había reticencia a hacer series. Los directores de prestigio hacían películas, y luego estaban los otros, los de la tele. No ayudaba que aquellos que habían probado suerte se habían encontrado con pocos medios y unos tiempos de producción asfixiantes. La entrada de las plataformas de pago en la producción propia han cambiado todo. Netflix ya hace series españolas, y Movistar+, ante un futuro en el que las ficciones más potentes no pasarán por sus canales, ha puesto toda la carne en el asador con una apuesta por los títulos nacionales que le han llevado a invertir más de 100 millones de euros y comprometerse a estrenar de 10 a 12 series todos los años.

Fotograma de La peste.

De todas ellas la más ambiciosa es La peste. Diez millones de euros para los seis episodios de esta historia creada por Alberto Rodríguez y su guionista de confianza, Rafa Cobos, los autores de La isla mínima y El hombre de las mil caras. Un thriller en la Sevilla del siglo XVI, donde la enfermedad, la corrupción y la iglesia campaban a sus anchas. Un producto que técnicamente está a la altura de cualquier superproducción internacional y que es el sueño cumplido del responsable de ficción de la cadena, Domingo Corral, que se puso en contacto con Rodríguez y su productor habitual, José Antonio Félez, antes incluso de los diez goyas de La isla mínima. Sabía que era una misión difícil, pero había una idea en un cajón que cuadraba perfectamente.

Tras tres años de trabajo, este viernes se podrá ver el resultado final de la serie que ha derribado la frontera entre el cine y la televisión en España. Para Felez la llegada de Movistar con las series ha “abierto una puerta muy importante”. “Yo durante 17 años sólo he hecho cine, y me planteo hacer televisión porque se puede hacer con estas condiciones, porque está cuidado en todos los sentidos y es algo que interesa también a los creadores. No hay que buscar sólo el negocio, y esta oportunidad no se había presentado hasta que aparecen ellos. Ahora la televisión es otro camino para contar historias”, explica a este periódico.

La distinción entre cine y televisión ya no va a existir. Habrá un producto audiovisual que se consumirá en salas y otro que no. Al final, lo importante es que el contenido se vea

Para el productor, las fronteras entre cine y televisión “se han diluido”, y ya no existen los prejuicios. “Es que esa distinción ya no va a existir. Habrá un producto audiovisual que se consumirá en salas y otro que no. Yo me crié con el cine de niño, con la magia del cine, pero la gente ya no va a las salas con la misma frecuencia y ha quedado como algo bonito pero más elitista, y al final, lo importante es que el contenido se vea. Ojalá fuera en una sala, pero no despreciemos el que se vea en una televisión, en un ordenador o incluso en una tablet. Hay que buscar al público, las películas y las series se hacen para que se vean, cada producción tiene su público, y no puedes cerrar esa puerta. De todas las películas que he hecho desde hace 20 años, todas se han visto más en televisión que en salas, incluso las que han sido éxitos, y esa es la verdad y la realidad desde hace muchos años”, apunta.

Éxito sin datos

Una de las constantes de las nuevas plataformas de contenido, es la opacidad en los datos. Nadie sabe los datos de audiencia de Las chicas del cable, o cuánta gente ha visto Vergüenza, a pesar de ello, Domingo Corral asegura que en Movistar “tenemos unos criterios muy claros para tomar decisiones”. “Primero está la audiencia de la serie, que ya se mide de otra manera, pero hacemos las cosas para que se vean, no para que no las vea nadie. Otro es la notoriedad, seguimos todos los comentarios, porque nos ayuda mucho para seguir la cobertura mediática, las críticas, y la notoriedad en los clientes, porque hay mecanismos para medir la fidelidad que genera una serie a la marca Movistar, así como la capacidad de captar nuevos clientes. Esas son las variables”, apunta y asegura que están muy contentos con el resultado de sus producciones españolas hasta ahora.

Busca audiencia, pero sin renunciar a la calidad, porque en la actualidad “a veces confundimos calidad con éxito comercial, y a veces van de la mano y otras no”. A pesar de que todos sus rivales estén produciendo ficción nacional, prefiere no hablar de burbuja y subrayar su compromiso con la “producción local”. “No es lo mismo hacer una o dos que hacer doce como nosotros, y eso es uno de nuestros factores de diferenciación respecto a otras plataformas. Mientras este camino siga funcionando, seguiremos adelante, y si no cambiaremos de rumbo. Cada vez habrá más contenido y sólo resistirán los que lo hagan mejor”, zanja.

Sus próximos asaltos no son tan ambiciosos como La peste, pero también han traído a la televisión a nombres como Cesc Gay o Mar Coll, que hasta poco no salían del cine, y que demuestran que las fronteras están obsoletas.

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