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El incendio catalán no se apaga. Ni el 155, ni la Declaración Unilateral de Independencia ni el arresto de Puigdemont han amansado las aguas de una situación que no parece tener fecha de caducidad. En todos estos meses, y tras las detenciones de los Jordis, Oriol Junqueras, Marta Rovira y compañía, ha surgido un nuevo debate. Ellos se consideran a sí mismos presos políticos, mientras que desde el otro lado giran 180 grados las palabras para referirse a ellos como políticos presos.

Desde el Gobierno se les acusa de sedición, incitación a a la rebelión y otros muchos delitos por los que han acabado con su cuerpo entre rejas, mientras que ellos se defienden escudándose en que han sido detenidos por sus pensamientos políticos. Ni siquiera la comunidad internacional se pone de acuerdo en el asunto. Amnistía Internacional se ha manifestado y cree que los detenidos por el proceso de independencia no cumplen los requisitos para ser considerados como tal: "No consideramos a los miembros del Govern presos de conciencia porque son acusados de actuaciones que pueden constituir delito. Hasta el momento, tampoco consideramos preso de conciencia a los 'Jordis', pero sí pedimos la retirada de los cargos de sedición y fin a su encarcelamiento provisional”.

Sin embargo mil juristas catalanes, entre catedráticos profesores y abogados sí que los consideran así, como también lo hace el británico Ben Emmerson, que ha llevado el caso al Grupo de Trabajo Contra las Detenciones Arbitrarias de la ONU y tendrán que manifestarse al respecto. Ya lo hizo el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Raad al-Hussein, que dijo al Gobierno español que la prisión preventiva debe considerarse como una “medida de último recurso” e instó a las partes a resolver la situación de Cataluña “mediante el diálogo político”.

Tráiler de El sopar.

Quizás una de las formas para aclarar el asunto sería sentar a todos a ver El Sopar, el documental de Pere Portabella rodado en 1974, el mismo día en el que se ejecutó al militante anarquista Salvador Puig Antich, y que se presenta en la filmoteca con nuevo metraje. La película adoptaba la forma de una cena clandestina donde cinco presos políticos intercambiaban sus experiencias en prisión. Entre todos suman más de 50 años de cárcel, y cuentan sus experiencias, su lucha contra el franquismo y cómo la principal batalla del preso es que se le reconozca como preso político.

Todos ellos fueron detenidos durante el franquismo, y su lucha es bien diferente a la de los detenidos por el proceso de independencia, pero sus charlas, sus digresiones y sus opiniones sobre lo que significa estar en la cárcel por una idea política tendría que valer como puente entre el gobierno y los líderes catalanes para encontrar una solución.

La lucha del preso político

Pere Portabella, de hecho, reconocía hace poco que su película era más actual que nunca, y acusaba a Rajoy y su gobierno de ser “menos valientes e inteligentes que los últimos franquistas”, al referirse a su actuación en Cataluña. Portabella siempre se ha manifestado a favor de “el derecho a decidir sin amenazas” y cree que el proceso soberanista no va contra nadie, sino que es un movimiento político que busca asegurar un mejor futuro para las nuevas generaciones.

En la cárcel hay que obligar al enemigo a reconocerte como un enemigo determinado, obligado a reconocernos como lo que somos: presos políticos

Los cinco presos políticos que se reúnen en una masía el mismo día de la ejecución de Salvador Puig Anticg son Narciso Julián, del PSUC; Ángel Abad, del mismo partido; Antonio Martín, de CCOO; Lola Ferreira, de PCML y Jordi Cunill, de las Juventudes Libertárias de Cataluña. Todos consideran que estuvieron en prisión por intentar “conquistar posiciones políticas y sociales que no se tenían antes, por ocuparle terreno al enemigo”. En prisión su lucha sigue, y es ahí cuando un preso normal adquiere su estatus nuevo, el de político: “En la cárcel hay que obligar al enemigo a reconocerte como un enemigo determinado, obligado a reconocernos como lo que somos: presos políticos. Lo que vamos a conseguir es un estatus, un estatuto de preso político, nos lo den por derecho o no. Nos han reconocido un estatuto y un régimen especial”.

“Ellos nos meten en la cárcel cuando no tienen nada más que hacer políticamente. Nos meten en la cárcel solo para encogernos, para despolitizarnos, para dejarnos secos, para que luego volvamos a la vida normal, pero no a la política”, añaden en el documental y explican cuál es el procedimiento de un preso en la cárcel para seguir agitando. “Para el preso político, la cárcel es un frente de lucha, pero lo es más para los que están en la calle. Una de sus metas es sacar a los presos a la calle, conseguir su amnistía. Para los que están dentro, lo principal es resistir con dignidad para reincorporarnos a la lucha”, zanjan. Esta cena clandestina que organizó Pere Portabella, resuena ahora con más fuerza que nunca, y reafirma que, como él dice, sus películas siempre son abiertas.

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