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La plaza Pedro Zerolo se llena estos días de orgullo. Cientos de hombres y mujeres se amontonan allí, vestidos con las banderas multicolor y miles de lemas en favor de los derechos LGTB. Bailan, cantan, lo pasan bien y enseñan al mundo que, ames a quien ames, Madrid te quiere, como dice el lema que el Ayuntamiento de Manuela Camena instauró el año pasado.

La que antes se llamaba Plaza Vázquez de Mella cambió su nombre por el del político del PSOE que se partió la cara por la defensa de la diversidad sexual. Y en su honor todos celebran las fiestas del orgullo gay allí. Quien este año se ha apuntado es el actor Jordi Mollá, que ha desempolvado su faceta como artista para exponer su colección de Arte Gay (con el nombre Gay Pride Art Show) en el hall del hotel Room Mate que regenta su amigo Kike Sarasola y que se encuentra en el mismo centro neurálgico de la fiesta.

Una serie de cuadros que no nacen de un interés particular del actor y pintor (se niega a llamarse artista), sino de la voluntad de ambos amigos de colaborar y de que Mollá expusiera sus obras en su hotel. Con las fiestas del orgullo a la vuelta de la esquina Sarasola le propuso que la temática fuera el LGTB y manos a la obra, en dos meses tenía una serie “para el gay pride”.

Cada cuadro es una mezcla de recortes de Tom de Finlandia, penes de papel, mujeres desnudas y “escupitajos de pintura”

Mollá define su trabajo como “una obra divertida, de collage, muy… como diría yo, muy iconográfica pero intentando salir del collage”. Por eso cada cuadro es una mezcla de recortes de Tom de Finlandia, penes de papel, mujeres desnudas y “escupitajos de pintura”. Todo rodeado por “un fondo naif en el que hay máquinas de coser, mariposas y pajaritos”. Entre todas sus referencias sólo una confesable: Juan Gatti: “la idea que me venía a la mente era su trabajo que me gusta mucho, no sólo sus pósters, sino que también diseña hoteles y me ha inspirado mucho… creo que es una cosa adecuada para la fiesta del orgullo gay”.

Sus cuadros están llenos de “cuerpos, sensualidad y mucho sentido del humor, del cachondeo y de la ironía”, justo como es la versión de Jordi Mollá de la Fiesta del Orgullo Gay, aunque subraya todo el rato que en su trabajo no sólo hay chicos, sino también “chicas, chicas que pegan a chicas, a chicos, pin ups...”. Eso sí, nada de reivindicación política, sólo la libertad y el “aquí estamos nosotras y nosotros”. “Más que reivindicar lo que quiero es presentar. Si no habría otros mensajes y otras imágenes más reivindicativas, pero esto es como un parque, la fiesta de la homosexualidad, de lo lésbico… son como parquecitos, y en los parques pasan muchas cosas, sobre todo en los de La Habana”, zanja mientras empiezan a llegar los primeros invitados a la inauguración.

Un artista infiel

El arte es la libertad para Jordi Mollá, mientras que el cine es el compromiso, la vida serena y asentada que le aburre pero le termina compensando. “Siempre lo digo, que para mí las películas son mi matrimonio y el arte es mi amante. Mi matrimonio está de acuerdo con que tenga aventuras con mi amanta, porque además después nos llevamos mejor. Y mi amante sabe que mi matrimonio es la actuación y lo respeta y me deja hacer las dos cosas. Así entre película y película despejo mi cabeza y me lo paso bien pintando”, cuenta a EL ESPAÑOL y confiesa que se le pasa por la cabeza abandonar a su mujer por su amante.

Mis cuadros son como parquecitos, y en los parques pasan muchas cosas, sobre todo en los de La Habana

Esa mezcla de cine y arte la comparte con el que fue uno de sus mentores, Bigas Luna, que mezclaba sus películas con su gusto por la fotografía, la pintura y cualquier disciplina artística. “Sí, es que al principio fue él el que me influyó. Le veía pintar mientras rodábamos y se lo pasaba tan bien, tenía tan buena cara… que dije: voy a probarlo. Y empecé a hacer cosas pequeñas, con tinta china, absorbiendo ideas de aquí y allá, de otras ciudades… y se me abrió el coco en otras direcciones. A veces me voy al abstracto, otras vuelvo… depende del ‘mood’ en el que esté. Lo que me gusta es que aquí puedo ser muy libre y no tengo por qué hacer el mismo cuadro siempre, que hay muchos artistas que hacen eso. La actuación sí que tiene algo de prisión, y aquí me libero de todo”, dice.

Le han ofrecido muchas veces exponer. En Chicago, Los Ángeles, Miami, Londres, Mallorca, Madrid… “pero así estoy más libre, porque te dicen, puedo meterte en una exposición en octubre de 2019, y yo qué sé. Para mí eso es el cine, la programación, y eso es de lo que huyo cuando hago estas cosas”. Nunca le han censurado. Tampoco su arte gay lleno de falos, vaginas y escenas sexuales, eso sí, alguna vez le han robado algún cuadro, y le encanta: “siempre digo que la gente puede robar mis cuadros siempre y cuando yo no lo vea, porque eso es publicidad. Me pasó en una casa en Los Ángeles y la dueña me llamó muy preocupada y ya se lo dije, eso es una buena noticia”. Si esta vez roban una de sus nuevas creaciones tiene fácil encontrarla, en la plaza de al lado dentro de la fiesta de la libertad.

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