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El 5 de octubre del año pasado los cimientos de Hollywood temblaron. El hombre más poderoso de la industria, el que conseguía Oscar para sus películas, el que convertía en oro todo lo que tocaba se descubría como un abusador y un violador. Harvey Weinstein era denunciado en un reportaje de The New York Times por decenas de mujeres, entre ellas actrices como Ashley Judd, que contaron cómo se propasó con ellas, o cómo si se negaban las hacía la vida imposible y las anulaba.

Judd, por ejemplo, pasó de ser una de las estrellas más prometedoras a comienzos del nuevo milenio a nadie acordarse de ella. Los dedos de Weinstein pervertían todo lo que tocaban. Se descubría así a una industria que había consentido lo que ocurría entre sus cuatro paredes. Todos habían oído rumores, nadie los creyó o prefirieron mirar a otro lado.

El caso Weinstein dio valentía a otras muchas mujeres, que bajo el movimiento #MeToo denunciaron los abusos y acosos sufridos durante años. Parecía que ya nada sería igual, que ese machismo estructural estaba destinado a caer, y que los abusos serían parados. Ahora, un año después se pueden empezar a ver los resultados de este año de una revolución feminista.

La actriz y activista Rose McGowan, víctima de Weinstein. Getty

La visión de aquellas valientes que denunciaron al todopoderoso Weinstein no es muy optimista. Valoran la parte positiva y objetiva de su salto al vacío al contarlo, esa sororidad y ese empujón a que otras hablaran, pero ellas están sufriendo las consecuencias en forma de traumas, problemas psicológicos, y de ataques de la sociedad más retrógrada, que las insulta y pone en entredicho lo que hicieron.

Su testimonio lo ha recopilado el medio de EEUU The Wrap, que ha hablado con las que iniciaron todo y con psicológos que explican que muchas se encuentran en un estado de “trauma secundario” tras la exposición que han sufrido y multiplicada por los ataques en redes sociales. "Por un lado, ha habido mucho apoyo para supervivientes de agresión sexual y una comunidad emergente de sobrevivientes y partidarios, y eso es realmente grandioso, pero, por otro lado, se cuestiona a muchas víctimas, se les hace sentir que es su culpa. Eso podría hacerles cuestionar su propia realidad y provocar culpa y vergüenza. Y eso puede ser lo opuesto a la curación ", dice al medio Sarah Lowe, psicóloga clínica que estudia las consecuencias psicológicas a largo plazo de eventos traumáticos en la Universidad de Montclair, en Nueva Jersey.

Weinstein es formalmente acusado de violación y abuso sexual

Una de las más duras al echar la vista atrás es la modelo y escritora Zoë Brock, que fue asaltada sexualmente por Weinstein en el Festival de Cannes de 1997 y que fue una de las que habló a cara descubierta hace un año. Para ella “nada ha cambiado”. “Es descorazonador saber que que no se ha hecho nada sobre ello. Es terrible tener casos que van a la policía y que no sin capaces de ser procesados. Es horrible ver cómo salen nuevas historias que cuentan que esos hombres quieren regresar a lo grande. Es desagradable y abusivo que haya hombres en Hollywood escribiendo películas sobre lo que nos pasó -Brian de Palma y Ryan Murphy preparan proyectos sobre Weinstein-, cuando no son sus historias y no deberían hacerlo”, dice a The Wrap.

“No quiero bailar sobre la tumba de nadie. Este ser repugnante es un padre. Pero es que sabemos también por las publicaciones del New Yorker que Harvey usó su dinero para intimidar a mujeres y para espiarnos. Nunca he sido una paranoica ni creído en las teorías de la conspiración, pero ahora ya no sé si alguien habrá hackeado mi teléfono o me está espiando. Es una sensación extraña y molesta”, zanja.

Nada ha cambiado. Es descorazonador saber que que no se ha hecho nada sobre ello. Es terrible tener casos que van a la policía y que no sin capaces de ser procesados

Una de las que más visibilidad tuvo y que se convirtió en una de las voces más importantes del movimiento fue Rose McGowan, que define este año como “un trauma tan intensamente condensado que necesité sacar todas las fuerzas que tenía para sobrevivir”. No se arrepiente de lo que hizo, es más, cree que fue muy necesario, ya que regaló a la gente “conciencia”. “Despertarte duele, pero también lo hacen tus piernas cuando creces”, ha dicho en la publicación. Para la actriz uno de los momentos más duros fue la gira de presentación de su libro, en la que vió a gente, también a mujeres “volver al sexismo más arraigado al reducir el trabajo de mi vida a una violación en una habitación de hotel. Qué montón de tontos”.

Peor le fue a Lauren Sivan, que sufrió el ataque de Weinstein en un restaurante, donde Weinstein se masturbó delante de ella y eyaculó en una planta. Tras hablar y dar la cara vio como el canal de noticias donde trabajaba, Fox's KTTV, la relegaba a noticias de segunda y no en horario de máxima audiencia como hacía antes, porque no quería que se les asociara a la polémica. “Cuando volví me mandaron a cubrir una historia de un chico a que le había mordido su perro. Era la última persona a la que llamaban”, dice con pena.

365 días y pocos cambios. La sociedad se puso las pilas, pero sólo para hacerse la foto, porque el machismo ha seguido marcando a las heroínas que comenzaron esta revolución que se ha quedado a medias.

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