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En 1989 el cine español estrenó una película que sacudió sus cimientos. Se llamaba Amanece que no es poco, y no se parecía a nada que se hubiera visto antes. Su director, José Luis Cuerda, había realizado unas cuantas historias para televisión y estrenado en cines Pares y Nones y la exitosa adaptación de la novela El bosque animado.

De repente llegó con un filme indescriptible, surrealista, lleno de humor absurdo, y una mezcla de chistes inteligentes, gags visuales y propuestas delirantes que se salía de cualquier molde. La gente no sabía bien qué estaba viendo, pero sabía que venía de un genio irrepetible. Aunque entonces no fuera especialmente reconocida (los Goya de ese año casi la ignoraron), con el tiempo fue cogiendo la importancia que se merecía.

Según pasaban los años Amanece que no es poco se iba convirtiendo en una obra de auténtico culto, con legiones de seguidores (que se iban extendiendo generación tras generación) que memorizaban sus hilarantes frases y escenas. Hasta una religión (los amanecistas) salió en torno a la película de José Luis Cuerda, que desde entonces se dedicó a obras más convencionales.

Cuerda llevaba inactivo desde 2012 -cuando dirigió Todo es silencio-, pero Arturo Valls y el productor Felix Tusell (con el apoyo de Atresmedia), consiguieron que rodara su último filme, basado en su novela Tiempo después, antes de su fallecimiento. Una obra maestra fundamental de la que siempre recordaremos estas frases:

1. “¡Alcalde: todos somos contingentes, pero tú eres necesario!”

2. “"¡Se me está muriendo divinamente, te lo juro! De los años que llevo de médico nunca había visto a nadie morirse tan bien como se está muriendo tu padre. Qué irse, qué apagarse, con qué parsimonia. Estoy disfrutando que no te lo puedes ni imaginar".

3. "Eres minoría étnica". "Bueno, minoría étnica y negro como un tizón".

4. "Calabaza, yo te llevo en el corazón".

5. “Déjate, déjate, que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama ¿eh?”.

6. "Yo es que he pensado que a mí también me gustaría ser intelectual, como no tengo nada que perder".

7. “Oye, tu hijo es muy negro”. “Pues si ves por las ingles…”.

8. “Y ahora, para rematar, me dicen estos amigos que ha escrito usted 'Luz de agosto', la novela de Faulkner, ¡de William Faulkner! y ¿no podía usted haber plagiado a otro? ¿es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Faulkner?".

9. "¿Vamos a elegir nosotras al tonto del pueblo? Es que mi hermano ya está harto". "No, no. Esta vez no. Es un embolao que nos metían los hombres porque decían que nosotras tenemos más sensibilidad y distinguimos mejor al tonto que podría darnos más juego. Pero este año eligen ellos, que bastante tenemos nosotras con lo nuestro".

10. “Trae algo de Góngora, que tengo yo cuerpo de Góngora…”.

11. "También ha salido que los de la invasión se tienen que ir".

12. "Aquí no hay ni Dios. ¿O es que todos son aquí unos hijos de puta? Porque pueden ser unos hijos de puta que se hacen pasar por fantasmas"

13. Lo de dar guantazos es un esquema muy sintético que conviene utilizar poco, y utilizarlo bien. Casi en plan poético, diría yo. ¡Zas-zas! Como algo prodigioso. ¿Tú me entiendes?

14. Pues yo creo que me voy a sacar la chorra.

15. “-¡Buenas noches!. -¡Que quería yo hablarle de Dostoievski! -Ah, pues muy bien, encantada. Ahora mismo bajo”.

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