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De vez en cuando el cine español descubre un talento con el que no contaba. Un realizador que aparece de la nada y que revoluciona un poco una industria que normalmente se encuentra estancada en los cánones marcados por la producción de Telecinco Cinema y Atresmedia. Salir de esos estándares es difícil, por eso la irrupción de Carlos Vermut fue casi milagrosa.

Trailer de 'Quién te cantará'

Su ópera prima, Diamond Flash, ni siquiere se estrenó en salas, sino que llegó por internet y se convirtió en un fenómeno entre la cinefilia. Tanto que hasta la Reina Letizia se encontraba entre los amantes de un título sorprendente e inclasificable. Lo que llegó después fue su primera película ‘al uso’, Magical Girl, una de las mejores películas españolas de los últimos años con la que se llevó la Concha de Oro y la Concha de Plata en San Sebastián. Un triunfo histórico que le colocaban en el radar del cine de autor. Hasta Pedro Almodóvar se quedó ojiplático con el filme.

Con semejantes credenciales había mucho interés en ver el siguiente paso de Carlos Vermut. La espera ha terminado, y el público por fin puede ver Quién te cantará, el proyecto que le confirma como uno de los directores más personales que tenemos. A pesar de las comparaciones inevitables con otros muchos realizadores, en tan sólo tres películas Vermut ha conseguido demostrar que su mirada es única. Su capacidad para crear universos irreales y enfermizos se lleva aquí hasta la máxima expresión.

Najwa Nimri y Eva LLorach en Quién te cantará.

Su argumento, una diva que ha perdido la memoria y contrata a una fan para que la enseñe a cantar de nuevo, es la excusa para desarrollar su peculiar filme de fantasmas y una historia sobre divas y vampirismo. También habla sobre la identidad propia y cómo para sobrevivir a veces es más fácil absorber al de al lado, como muestra ese juego constante de personalidades entre Najwa Nimri y la increíble Eva Llorach, el gran descubrimiento del cine español de 2018.

El único problema de Quién te cantará se llama Magical Girl, y las comparaciones que le harán a Vermut con su anterior obra. Es cierto que su nueva película no tiene un guion tan cerrado y pulido, pero sí que supone un paso adelante como realizador, con una puesta en escena que aquí se depura hasta convertir cada plano en algo único.

El director reincide también en varias de sus obsesiones, como la violencia como única forma de liberarse en el mundo actual, y se saca de la manga unas cuantas escenas que son un puñetazo al estómago del espectador, y que entran en la lista de lo mejor de nuestro cine en 2018. El plano fijo de Violeta (Eva Llorach) mientras toma ‘esa’ decisión, es un prodigio de contención e interpretación que vale una película entera.

Esta era la película más importante para Carlos Vermut, la que le auparía o le condenaría en una industria que parece que espera cualquier error para hacer sangre. Él ha salido victorioso, y ahora sólo queda un nuevo paso, seguro que igual de sorprendente, en su peculiar carrera.

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