Los callejeros son aburridos. A veces son hasta franquistas. No tiene ninguna gracia vivir en la calle General Orgaz. Tampoco tiene nada de emocionante vivir en el Paseo José Zorilla, que puede existir en decenas de ciudades españolas. El domicilio acaba siendo algo impersonal y hasta casi intercambiable. De vez en cuando algún barrio de nueva creación se desmarca y pone nombres de calles originales, y en Zaragoza hicieron historia creando el barrio más cinéfilo de España: Valdespartera.
En esta zona del sur de la ciudad aragonesa se construyeron, hace poco más de 15 años, casi 10.000 viviendas, la mayoría de protección oficial, y todas con la máxima de ser sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Los nombres de las calles sorprendieron a todos, incluso incomodaron, pero ahora son un signo inconfundible del barrio. Así, el Centro de Urbanismo Sostenible se encuentra en la Avenida Casablanca, los colegios en la Calle Mago de Oz y el mercado en El cantor de Jazz. Hasta las paradas del tranvía que une Valdespartera con el centro de la ciudad responden a títulos de filmes como La ventana indiscreta.
La lista es interminable: plaza Mary Poppins, Calle Viridiana, Plaza la Edad de Oro, parque El Libro de la Selva… hasta llegar a la joya de la corona: los Lagos Penélope Cruz que limitan el barrio por su zona sur. La gran travesía que les comunica con otro barrio próximo -llamado irónicamente Casablanca- define con su nombre la esencia de este barrio: Avenida del Séptimo Arte.
El responsable de este barrio y de su peculiar callejero es Ramón Betrán, arquitecto, director del plan Valdespartera y actual director de servicios de planificación y diseño urbano. Él fue el que diseño todo y el que propuso los nombres, y lo hizo porque a aquella zona llegaron unas cuantas producciones de Samuel Bronston en su provechosa relación con el franquismo. “En esta zona había un cuartel del ejército, y en esa época se hacían convenios entre el estado y la Bronson y se filmaban muchas películas en instalaciones militares usando soldados. Aquí se rodó Salomón y la reina de Saba. Hay fotos de Tyrone Power vestido de Salomón, y aquí fue donde le dio el infarto que acabó con su vida”, cuenta Betrán a EL ESPAÑOL.
Cuando se encontraban preparando el plan urbanístico para Valdespartera, “un ciudadano presentó una instancia pidiendo que se pusieran nombres relacionados con el cine, me lo pasaron mientras poníamos los nombres a las calles y les pusimos nombres de películas”. “Un 30% del callejero se cambió, porque tiene que pasar por cultura, por distrito... luego nos dimos cuentas de que había pocas españolas, pocas recientes… Pero fue decisión del plan que hicimos. De hecho, si te fijas tienen una intención: el parque es El libro dela selva, El colegial, de Buster Keaton es una calle con muchos colegios, y las difíciles de pronunciar y escribir son plazas sin viviendas, como Mary Poppins o Frankenstein… A mí me encantaría vivir en la esquina de la Calle Gilda con El halcón Maltés...”, dice el creador del barrio cinéfilo que también explica que se hizo un concurso de esculturas cinematográficas como colofón.
En esta zona había un cuartel del ejército, y en esa época se hacían convenios entre el estado y la Bronston y se filmaban muchas películas en instalaciones militares usando soldados
La primera respuesta al callejero no fue muy positiva. “Nos pusieron verdes. Al principio la reacción fue bastante contraria, les parecía ridículo. Se quejaron hasta los grupos municipales. Nos salvó que en El País sacaron toda la contraportada hablando de los nombres de las calles de Valdespartera, y tengo la sensación de que ahí acabaron las críticas”, apunta Betrán.
Viviendas revolucionarias
El inicio de este barrio se remonta a 2001, cuando se firmó un convenio con el Ministerio de Defensa para construir 9.700 viviendas, casi todas de protección oficial, en el antiguo cuartel de Valdespartera. “El proyecto se quedó dormido una temporada, y cuando acabó la revisión del plan general se creó un nuevo servicio, la dirección de planificación, y se nos encomendó como primera tarea hacer el plan parcial para el desarrollo de Valdespartera. Lo hice yo desarrollando esquemas que aquí no se habían aplicado, como el aprovechamiento de la energía solar. Lo llevamos al límite, orientamos todas las casas hacia el sur, y trabajamos junto a la Universidad de Ingeniería Mecánica para conseguir que las casas consuman un 30% de energía comparado con viviendas contemporáneas normales”, explica Betrán.
También se creó un sistema para reaprovechar el agua de la lluvia, medida que dio problemas en el futuro por una plaga de Mejilón Cebra, uno de los momentos en los que el proyecto se vio cuestionado. Otra de las medidas que se tomaron desde el “propio plan parcial fue ordenar el tráfico”. “Creo que fue la primera zona de Zaragoza, o una de las primeras, en las que aunque había calles a 50 kilómetros por hora, la mayor parte se consideraron calles residenciales, con trazado curvo para que los coches no puedan correr y con velocidad limitada a 20 kilómetros porque hay riesgo de niños jugando, algo que ha funcionado muy bien”, opina de su proyecto.
El resultado, a pesar de las reticencias iniciales, fue sorprendente, y Ramón Betrán fue por universidades y ciudades españolas contando cómo crearon Valdespartera, un barrio que apostó por la vivienda protegida, por la ecología y por el cine para darle nombre.