“Hizo conmigo lo que quiso”: Netflix da voz a niños víctimas de abusos sexuales de curas Maristas
El documental 'Examen de conciencia' analiza los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia y silenciados por la institución durante décadas.
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Han pasado décadas de silencio, de dolor para las víctimas y de impunidad para los verdugos. Años de negación, de encubrimiento y de mirar hacia otro lado. Pero los tiempos cambian, y la Iglesia Católica se enfrenta a su pasado, el de todos los niños que fueron abusados sexualmente en sus escuelas, el pasado de una institución que prefirió proteger a los suyos en vez de denunciar sus horribles crímenes.
Las noticias se agolpan, y en 2018 se han podido leer muchas noticias de adultos que por fin han encontrado la fuerza para contar lo que vivieron. A este torrente de denuncia se ha sumado Netflix, que ha estrenado el primero de los tres capítulos que compondrán Examen de conciencia, el documental producido por Zeta Cinema y dirigido por Albert Solé que da voz a las víctimas.
Son ellas las que cuentan en primera persona lo que sufrieron, y también el difícil proceso de aceptación. Sus testimonios son desgarradores, como el de J., que con la cara cubierta y la voz distorsionada cuenta como Arnaldo Farré, su profesor, era capaz “de cualquier cosa que pudieras imaginar”. “Felaciones, masturbaciones, correrse encima de ellos… y en las colonias ya ni te digo. Conmigo en una casa del pantano hizo lo que quiso, era un puto oso. Recuerdo su sudor constante cayendo encima de mí”.
Aquel cura de los maristas era el profesor enrollado del colegio. El que se llevaba bien con los padres y hasta organizaba en los 80 representaciones de Jesucristo Superstar mientras llevaba a los menores a su despacho para abusar de ellos. “Hacía actuaciones de magia... La magia de Arnold, y esa era su vida, un prestidigitador, un encantador de serpientes”, dice J, que necesitado de una explicación se presenta en la casa de su abusador con un bolígrafo espía. Allí Arnaldo reconoce su crimen, y pide disculpas. “Fueron cientos de veces en seis años”, le recuerda ya crecido aquel niño mientras le pregunta por qué lo hizo y “qué sentía cuando le llenaba de esperma”. Su respuesta: “No lo sé, nada”.
Tras la denuncia de J. Recibió una llamada de un directivo de Maristas criticando que la institución no se merecía lo que había hecho, y que si había aguantado tanto tiempo podría haber estado callado. Esa es una de los patrones que se repite en todos los casos de abusos a menores por parte de la Iglesia en España. En vez de denunciar o expulsar a los que los cometían, se ocultaba, se chantajeaba o se amenazaba a las familias. En el mejor de los casos se les movía a otro centro en otra provincia para que las víctimas se quedaran tranquilas, pero con el pederasta suelto y preparando su siguiente ataque.
Conmigo en una casa del pantano hizo lo que quiso, era un puto oso. Recuerdo su sudor constante cayendo encima de mí
Es lo que le ocurrió a Ferrán Barnet cuando le contó a sus padres tras una excursión, que se había despertado a mitad de noche con el cura responsable tocándole los genitales. Se giró y el adulto pasó a por su siguiente víctima, otro menor que dormía en el saco contiguo. Al día siguiente todos prometieron no contar nada. Él no pudo y confesó. Sus padres pidieron explicaciones y obtuvieron la siguiente respuesta: “puede ir donde quiera, es la palabra de un niño contra la Iglesia. Su hijo no se sacará el graduado en ningún colegio”. Su humilde familia se arrepintió toda la vida de haber callado.
Examen de conciencia -que cuenta con otros testimonios como el del abusador Joaquín Benítez que ya estaba en el documental Shootball- indaga también en cómo estos actos atroces rompen mentalmente al niño, que se siente sucio y culpable por lo ocurrido, e intenta esconderlo en su mente de por vida. Muchos lo consiguen, hasta que algo hace clic y todos los recuerdos llegan de golpe en un momento en el que se toma consciencia de nuevo.
Todos los testimonios coinciden en lo mismo. Alguno intentó suicidares, otro cayó en el alcohol y las drogas… todos hablan de “culpa y miedo”, de temor a “enfrentarme a la Iglesia”. Años de “angustia y “soledad”, de psicólogos que les hacen ver que ellos no fueron responsables, sino víctimas de pederastas y de una institución que les encubrió. Todos ellos piden apoyo social y de las instituciones públicas, también la condena firme de asociaciones católicas que en muchos casos han defendido a sus colegios.
El documental da voz a las víctimas, pero también a todas las aristas del entramado. Habla Guillem Sánchez, el periodista de El periódico de Cataluña que destapó el caso, abusadores como Benítez y el representante de los colegios maristas en la actualidad, Raimon Novells, que reconoce los hechos y que “no se dio la respuesta correcta”, a la vez que considera que todo se centró en su hermandad en vez de abrir la búsqueda a “otros centros que tendrán una acumulación como la nuestra”.
Sánchez da otra de las claves sobre los casos de pederastia en España: casi todos los casos ya han prescrito cuando las víctimas denuncian. Cuando dejan de culparse o toman conciencia es demasiado tarde. La Ley también tiene que cambiar y ayudar a todos esos niños que fueron abusados sexualmente, y también pedir explicaciones y medidas a la institución que lo toleró y encubrió.