¿Se acuerdan cuando los políticos hablaban de política? Ocurrió hace muchos, antes de que su imagen pública dependiera de ir a divertirse al Hormiguero o de parecer 'enrollados' en las redes sociales. Si hace diez años nos dicen que tendríamos un presidente capaz de poner en un tuit un mensaje de aires canallitas como “Ser malos, buenas noches colegas”, nos hubiéramos reído.
La realidad ha superado a la ficción, y esta se aprovecha de ella en un círculo vicioso. La política actual, la de la crispación y el espectáculo, es materia prima para las mejores películas y series posibles. Revilla parece un personaje Berlanguiano, Casado una parodia de Saturday Night Live, y el resurgir de Pedro Sánchez no lo vieron venir ni los guionistas de House of Cards.
En ese ambiente de nueva política, de líderes de cartón piedra que parecen estrellas de cine, es donde se ambienta la serie Vota Juan -que se emite en el canal TNT-, creada por Diego San José (guionista de Fe de Etarras y Ocho apellidos vascos) y escrita por él junto a Víctor García León, Daniel Castro y Juan Cavestany. San José nos presenta a Juan Carrasco -inconmensurable Javier Cámara-, un ministro de Agricultura que decide dar el salto y presentarse a las primarias del partido para ser el próximo presidente de España.
Juan sólo se podría definir con una palabra: ‘cuñado’. Se quiere hacer el moderno, cree que sabe de todo, tira de frases hechas pasadas de moda y no se da cuenta de que hace el ridículo. Para su creador en la actualidad hay muchos como él, y es sólo un síntoma de “la nueva política en la que un político debe ir al hormiguero o antes a Caiga quien caiga”. “Llegó un momento en que se empezaron a preocupar cada vez menos por ir a desayunos de economía y más a programas a mostrar su lado más cercano, eso nos ha hecho ver a los políticos como cuñados, porque se ven obligados a hacer chistes, a tener Twitter, a felicitar a personas que la gente admira”.
“Cuando Rafa Nadal gana y le felicitan por Twitter to siempre pienso, joder llámale personalmente. No les importa felicitarle, quieren que lo veas, yo si fuera Nadal pensaría: Cabrón, llámame que eres el ministro. Todo se ha convertido en escaparate y necesidad de conexión con los cuñados, y conectar con ellos es convertirte en uno de ellos, ese factor nos hizo pensar que Juan Carrasco tenía que ser un cuñado redomado”, cuenta San José a EL ESPAÑOL.
Llegó un momento en que se empezaron a preocupar cada vez menos por ir a desayunos de economía y más al Hormiguero, eso nos ha hecho ver a los políticos como cuñados
En el otro lado de la balanza la serie crea un personaje llamado Recalde que se parece demasiado a esos políticos jóvenes, modernos y guaperas siempre impolutos y ganando a las masas. “Es que si ves una foto de un consejo de ministros del 85 y una actual, no sólo ha cambiado que hay mujeres, también la estética, los peinados, los injertos capilares… la belleza forma parte de un consejo de ministros, y eso da pánico porque es terrorífico”, apunta el showrunner de Vota Juan.
Diego San José cree que los “candidatos a las próximas generales son más delgados, más guapos y con mejor pelo” que antes porque “la política se ha plegado a la dictadura de lo estético”. Recalde representa todo eso. Es majo, maneja la comunicación no verbal, el pelo... y Juan Carrasco refleja al político de los 80 que sólo tenía sus principios o idelogias y ningún recurso mas. Esa gente se está quedando caducada y empatizo con los que se quedan caducados, porque eso nos va a pasar a todos”, zanja.
En Vota Juan nunca se sabe de qué partido político es el líder que interpreta Javier Cámara, algo que no es por cobardía, sino para que la serie pudiera servir para azote de ambas ideologías. “No retratamos una actitud propia de la izquierda ni de la derecha, no hay cagadas por pecar de ideología. Si poníamos unas siglas reales estábamos reduciendo la capacidad de provocación. Las cagadas de Juan Carrasco son las de un político medio de cualquier partido, y si lo centras en uno liberas y relajas a los demás, nuestras balas perderían poder de burla, de sátira. Es diferente si quieres retratar algo vinculado a un partido y lo escamoteas”, opina San José.
La belleza forma parte de un consejo de ministros, y eso da pánico porque es terrorífico
Juan Carrasco no es sólo un cuñado, también es un ser despreciable al que vemos inventarse una enfermedad de su mujer o renegar de su hija (sorprendente Esty Quesada -Soy una pringada) porque le avergüenza que le hagan fotos con ella. Y sin embargo consigue que el espectador empatice con él porque es un perdedor al que vemos sufrir. “Juan Carrasco es mora y éticamente lo peor. Llega a cuotas de crueldad muy duras. Negar a tu hija es de lo más duro y despreciable que hay, pero había dos formas de compensar eso. Una es Javier Cámara, que tienen un aspecto bonachón y una forma de interpretarlo que lo compensa. La otra es desde guion, y es que él es vulnerable. Lo percibes como un perdedor, ves que está necesitado de cariño, que no le va bien, que su equipo no le respeta,, y cuando un personaje no es un ganador, empatizamos hasta cuando hace cosas incorrectas”, apunta.
Parece que el público ha empatizado con Juan Carrasco, porque la serie se ha convertido en la ficción más exitosa de TNT en su estreno, y es que reírse de los políticos nunca fue tan necesario.