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Blas de Lezo se ha convertido en el centro de la conversación desde que Vox lo recuperara como figura histórica. La página de wikipedia del almirante echa humo desde que el partido de Santiago Abascal lo aupara a héroe sin venir a cuento. Lo hacía como ataque al cine español en las horas previas de los premios Goya, a la que no había sido invitado por no tener representación en el congreso.

A pesar de saber el motivo, Abascal echó leña al fuego y aprovechó para pedir a la industria que hicieran un filme sobre Blas de Lezo y que dejaran de pedir subvenciones. Lo que desconocía el líder del partido de extrema derecha es que ya se preparaba una serie sobre el medio hombre, producida por Enrique Cerezo y dirigida por Álvaro Sáenz de Heredia -responsable de las películas de Chiquito de la Calzada- que se ha presentado como proyecto a TVE.

Antes de haber lanzado el órdago, Vox debería saber que su película sería un fracaso en la taquilla, eso si es que pueden producirla, ya que si están en contra de las subvenciones tendrían que conseguir financiación privada para levantar un presupuesto que en el contexto actual no bajaría de los 6 millones de euros como poco. La otra opción sería rodarla en Port Aventura y con cuatro duros.

1898, los últimos de Filipinas.

Lo siguiente que tendría que tener en cuenta es que el cine histórico es veneno para la taquilla en España. Sólo hay que ver los dos últimos intentos en lograrlo. En 2017 llegaba a los cines Oro, rodada por Agustín Díaz Yanes y basada en una historia de Arturo Pérez Reverte. El filme contaba las aventuras de unos conquistadores españoles que en el siglo XVI iban a América en busca de una ciudad de oro.

Gran producción, reparto de altura, escritor de relumbrón y Antena 3 en la producción y la promoción. Resultado: batacazo en la taquilla. 1,2 millones de euros y 213.726 espectadores para una película que estuvo en torno a los ocho millones de euros de presupuesto. Uno de sus productores, Enrique López Lavigne, hablaba al respecto en: “Cuando rodamos Oro, basada en la historia de Arturo Pérez Reverte, acariciamos la idea que si funcionara en taquilla nos atreveríamos a transitar el camino explorado. No funciono la taquilla y lo perdimos”.

Cuando rodamos 'Oro' acariciamos la idea que si funcionara en taquilla nos atreveríamos a transitar el camino explorado. No funciono la taquilla y lo perdimos

No es el único que intentó ese año aproximarse al cine histórico sin éxito. El mismo Enrique Cerezo que quiere producir la serie de Blas de Lezo levantó 1898, Los últimos de Filipinas en 2016. Necesitó seis millones de presupuesto, y sólo logró 1,8 millones de euros en la taquilla, menos de 300.000 espectadores.

La lista es bastante larga, La corona Partida (2016), Bruc (2010), Tirante el blanco (2006) -que con 15 millones de presupuesto se quedó en 1,5 millones de euros- y hasta producciones televisivas como 22 ángeles (2016), basada en hechos reales sobre la expedición encabezada por el doctor Francisco Javier Balmis, que llevó la vacuna de la viruela a las Américas a principios del siglo XIX, y que sólo logró un 10% de share y 1.698.000 de espectadores.

Dos de los casos más sangrantes fueron los de Sangre de mayo y El dorado. La primera, dirigida por José Luis Garci en 2008 fue un escándalo ya que el director recibió una dotación inaudita de 15 millones de euros gracias al gobierno de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid. Esto significa 15 veces más que lo que recibe actualmente cualquier película con las ayudas a la promoción estatales. Un título para celebrar el bicentenario del 2 de mayo que se saldó con un fracaso escandaloso, ya que recaudó sólo 744.906 euros con 128-507 espectadores.

Fotograma de Sangre de Mayo.

Uno de los primeros que descubrió que el cine histórico épico no funciona en España fue Carlos Saura, que se encargó de la megaproducción El dorado en 1988, que costó 4,6 millones de euros de la época para recaudar sólo 1,1 millón (con 571.690 espectadores que ya quisieran para sí muchos filmes actuales).

No todo han sido fracasos estrepitosos, también ha habido filmes históricos con decentes resultados en taquilla, además de aquellos que se desarrollan en una época concreta pero no se centran en lo épico, como Juana la loca, que fue una sorpresa con más de dos millones de espectadores, aupada por los premios a Pilar López de Ayala y un buen boca oreja y que superó lo que costó (4,8 millones de euros). Un filme histórico, pero centrado en un personaje concreto y sin entrar en batallas, conquistas y despliegue pirotécnico.

Sí tenía eso Los Borgia, que costó 7,5 millones de euros y recaudó en 2006 6,7 millones, y Alatriste, el mayor éxito de nuestro cine en este campo con 16 millones de euros en taquilla y más de tres millones de euros. El problema: su elevado coste de producción, superior a los 24 millones de euros, algo que hizo que nunca se hiciera una saga y que se quedara como aventura única que luego probó suerte en la televisión con una serie que fue un fracaso de audiencia.

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