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En Poli de Guardería, la comedia con la que Arnold Schwarzenegger intentó romper su imagen de tipo duro, un niño que no levantaba medio metro del suelo se empeñaba en decir todo el rato una frase con la que el público se partía de risa. “¡Los niños pene, las niñas vagina!”, gritaba todo el rato dejando claro que en nuestra sociedad el órgano sexual es el que decide si eres un hombre o una mujer. Tener pene es sinónimo de ser hombre, y una vagina de ser mujer… ¿pero quién ha decidido lo que significa eso?, ¿qué pasa con aquellas personas que no se sienten cómodas en las dos cajas que se han creado para los seres humanos?, ¿y si el género no es algo biológico sino un constructo cultural?

Esa idea de que “ser hombre no es una categoría biológica”, presente en muchas teorías feministas, como la de Judith Butler en El género en disputa, pero también mucho tiempo atrás, con escritoras como Simone de Beauvoir, que afirmaba que una "no se nace mujer, sino que se llega a serlo", es una de las primeras que la directora Isabel de Ocampo lanza al espectador en su documental Serás hombre, en el que bucea en cómo se construye la idea de género y cómo hay que derribar el concepto de masculinidad, asociado a la violencia, la superioridad y la fuerza, y enfrentado a lo ‘femenino’, que es débil, sentimental e inferior. Lo hace a través del filósofo Joan-Carles Mèlich, una de las muchas voces que se escuchan en este filme que ofrece una visión de múltiples aristas de un problema de nuestra sociedad.

Un trabajo -que podrá verse del 21 al 23 de junio en la Sala Berlanga y a partir del 1 de julio en el Atlántida Film Fest- en el que a través de testimonios de filósofos, profesores, sexólogos y personas normales y corrientes, intenta poner en jaque las normas que el patriarcado nos ha impuesto, entre ellas que ser hombre significa “no ser mujer”, “negar lo femenino, no ser sensible”. La directora cree que era importante empezar con esa primera pregunta que nos hiciera cuestionarnos “qué significa ser hombre”. “No caemos en la cuenta de que la testosterona y los estrógenos son sólo hormonas, pero que llamamos a la testosterona ‘hormona masculina’ y a los estrógenos ‘hormona femenina’, pero es que las hormonas no tienen género y nosotras también tenemos testosterona, así que tenemos que reconstruirnos y dejar de asociar eso a un género u otro”, explica a EL ESPAÑOL.

Isabel de Ocampo en el rodaje del documental.

Para ello hay que “empezar a aprender la diversidad, y que hay muchísimos hombres. Se sigue diciendo eso de ‘tengo mi lado femenino más desarrollado’ y eso no es cierto, es sólo tu dimensión emocional, pero esas emociones te han sido negadas, no se te ha permitido desarrollarlas porque eso no se consideraba masculino. Cuando un niño quería llorar o vestirse de rosa no se le dejaba por ese motivo”. Ese machismo implícito en todos los estratos está presente incluso en cómo nos pensamos en la historia. El documental realiza un experimento, y coloca a un profesor de historia preguntando a los alumnos sobre cómo se imaginaban a los primeros seres humanos que aparecieron en la tierra. Sorpresa, todos pensaban en el hombre cazando y en la mujer cocinando, y así lo hemos trasladado en el arte y en la cultura, perpetuando una identidad construida en torno a una perspectiva machista.

Otro de los elementos que destaca que suelen olvidarse es el machismo de la economía. El precio de la merluza que compras en el mercado tiene en cuenta el proceso realizado hasta ese momento (la pesca, el transporte…), pero, ¿quién paga a la mujer que va hasta allí y lo cocina en su casa para su familia?, ¿por qué ese trabajo no está remunerado? Para De Ocampo hay cuatro estructuras que sujetan el patriarcado: “las legislaciones, la religión, los medios de comunicación y la economía”.

Tenemos un sistema, que es el capitalismo, que tiene una gran falla, y es que se basa en el trabajo gratuito de las mujeres: los cuidados y el trabajo doméstico

“Tenemos un sistema, que es el capitalismo, que ha tenido puntos positivos, porque ha permitido dinámicas que han hecho surgir la clase media, pero que tiene una gran falla, y es que se basa en el trabajo gratuito de las mujeres: los cuidados y el trabajo doméstico. Es un trabajo que forma parte de la vida y que no se valora porque dicen que es una proyección de la bondad de las mujeres. Pues mire, no. No somos bondadosas por naturaleza, somos de todos los colores. Los cuidados muchas veces son desempoderantes, porque te llenas de hijos y tu profesión empieza a resentirse. Los hombres tienen que acceder a la riqueza que dan los cuidados y tienen que compartir ese espacio privado con las mujeres, y tenemos que hablar de que los hombres tienen que empoderarse en ese espacio privado”, añade.

Por eso la directora rechaza un término como ‘feminismo liberal’, que reconoce que le da “mucho miedo”, ya que cree que es un intento del “capitalismo intentando fagocitar los avances sociales”. “Para la extrema derecha su gran enemigo es el feminismo. Yo bromeo diciendo 'mira qué listos', se han dado cuenta del poder transformador del feminismo. En EEUU ya han logrado esa idea de feminismo liberal que permea en todas las instituciones y que dice que se puede ser capitalista y feminista, y mira: no. Hay un trabajo gratuito que no forma parte de la esencia del carácter femenino y que a nosotros nos ha caído del cielo por decisión de pensadores como Rousseau o Nietzsche, que desde sus posiciones razonaron por qué las mujeres eran inferiores al hombre”, zanja.

Para la extrema derecha su gran enemigo es el feminismo. Yo bromeo diciendo 'mira qué listos', se han dado cuenta del poder transformador del feminismo

Serás hombre es un trabajo que Isabel de Ocampo comenzó a preparar en 2014, y que por entonces pensaba que tendría que esconder una palabra que daba miedo hace cinco años: feminismo. “Antes la gente salía huyendo, pero lo que ha pasado con el me too y con esta explosión de conciencia planetaria” preparó al espectador para poder escucharla “sin echarse las manos a la cabeza”. Un cambio radical por el que se muestra optimista de cara a un futuro en el que “el patriarcado está herido de muerte pero quiere morir matando”.

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