La Casa de Papel y Stranger Things han sido las dos grandes apuestas de Netflix en lo que va de año. A nivel de audiencia, y según los datos facilitados por la plataforma de streaming —que no vienen auditados por ninguna empresa externa—, ambas series han resultado ser un pelotazo. Pero las críticas no han sido favorablemente unánimes; tal vez condicionadas también por el mayor rédito que está sacando su gran rival, HBO, a sus principales producciones, especialmente con la monopolizadora Juego de Tronos y la sorprendente Chernobyl.
La campaña de publicidad de Netflix con sus dos series fetiche actuales se ha revelado en un éxito total teniendo en cuenta el número de espectadores que las han visto. Sin embargo, resulta pertinente preguntarse por qué no hay ningún tipo de dato sobre las visualizaciones de otros de los que han sido (y son) los principales atractivos de su catálogo, como Las chicas del cable o Paquita Salas.
Pero más curiosa e inexplicable es la escasísima promoción que la plataforma le ha dedicado al regreso de Mindhunter, cuya primera temporada gozó de una acogida más que notable y esta segunda es de un nivel altísimo, de lo mejor que ha ofrecido en lo que va de año. Parecía ya olvidada la producción de John Penhall —en la que también meten mano David Fincher y Charlize Theron como productores ejecutivos—, que se centra en analizar los impulsos psicológicos que mueven a los asesinos en serie, y el estreno de la nueva entrega, en pleno mes de agosto, habrá cogido a muchos por sorpresa.
Allá por noviembre de 2017, cuando se lanzaron los primeros diez capítulos, el thriller policíaco enganchó por su forma de aproximarse a alguno de los crímenes más escalofriantes de siempre. La trama recorre la investigación pura de estos asesinatos en serie, pero los aborda desde una unidad especial que el FBI creó en los años 70 para destripar las mentes de los asesinos mediante entrevistas con ellos en prisión y construir en base a sus confesiones una suerte de perfil psicológico para resolver casos similares.
Las conversaciones e interrogatorios de los agentes Bill Tench (Holt McCallany) y Holden Ford (Jonathan Groff) con personajes tan siniestros y listos —con un cociente intelectual de 145— como Ed Kamper, transportaban al espectador a la propia prisión, le hacían partícipe de esa pugna por derribar las coartadas y los "demonios" que manipulaban a los criminales. Enganchaban tanto aquellas escenas que hacían crecer al policía de homicidios que todos llevamos dentro y que busca su gran minuto de gloria con la resolución de una serie de crímenes que acongojan a todo un país.
Nuevos asesinos
Y si esa primera temporada fue brillante, convirtiéndose Mindhunter en una de las grandes joyas de Netflix a pesar de ser en principio una serie de segunda fila, la segunda entrega, que cuenta con tres episodios dirigidos por Fincher, ofrece momentos todavía más memorables. El novedoso mecanismo de investigación que escarba en las mentes de los asesinos en serie y sus motivaciones sigue perfeccionándose y se enfrenta ahora a nuevos retos, a nuevos nombres.
La acción sitúa a los miembros de la unidad especial del FBI —Ford, Tench y la psicóloga Wendy Carr (Anna Torv)— a principios de la década de los 80, con varias investigaciones abiertas, como la del asesino conocido por las iniciales BTK —cuyo alias se corresponde al lema 'atar, torturar y matar' en inglés y su nombre real era Dennis Rader— o los asesinatos de niños en Atlanta. Incluso se deja ver la figura de Charles Manson, interpretado, curiosamente, por Damon Herriman, el actor que hace este mismo papel en la última película de Tarantino, Érase una vez en... Hollywood.
Lo mejor del regreso de Mindhunter, no obstante, es la continua tensión, suspense y angustia que se mantienen durante la totalidad de los capítulos —a excepción del primero, que sirve para situar nuevamente todas las piezas—, también entre los propios agentes. Meritazo de Fincher, un maestro en esto. Esa sensación de claustrofobia se percibe a la perfección en una escena de unos cincos minutos en la que Tench interroga en la oscuridad de un coche, estacionado en un párking abandonado, a un testigo de los métodos de castigo de BTK.
Pero en general, todos los interrogatorios con los asesinos en serie son una delicia que ahondan en las raíces del mal, en las perversiones sexuales más repugnantes, en pesadillas que fueron reales para muchas víctimas. Mindhunter es un drama con actuaciones potentes y diálogos de enorme fuerza, que dejan poso durante un buen tiempo en la mente del espectador. Es una de las mejores joyas del infinito catálogo de Netflix.