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El cine está lleno de superhéroes, cada vez más. Los hay patriotas, irreverentes, mutantes, adolescentes y sombríos, pero hasta ahora no había habido ninguno cuyo único interés fuera defender a la izquierda griega contra las malvadas medidas de austeridad del grupo de villanos conocido como la Troika. Su nombre seguro que les suena, Yanis Varoufakis, aunque muchos le conocen como ‘Varufucker’, por sus ganas de ‘joder’ al Fondo Monetario y otras instituciones.

No, tranquilos, Marvel y DC no se han vuelto locos y le han dado al exministro de Finanzas griego. Ha sido el mítico director Costa-Gavras el que le ha convertido en un superhéroe sin poderes en Adults in the room (comportarse como adultos), la versión cinematográfica de las memorias del economista en la que cuenta todos los entresijos de las reuniones de la Unión Europea en los que Grecia quiso desafiar las normas estrictas en favor de una austeridad que castigaban a los griegos y les encadenaban a una deuda que ellos consideraban injusta.

Gavras no se anda con dobleces. Se rinde a su personaje y construye una hagiografía en la que él es lo más parecido a Batman que pisará una reunión contra la Troika (ese monstruo de tres cabezas: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con su chupa de cuero, su moto y su aspecto de ligón, Varoufakis se enfrenta a todos, a Lagarde, Juncker y, sobre todo, al gran villano de esta película, el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, que además, como otros grandes villanos, va siempre con su silla de ruedas.

El Varoufakis en la ficción.

A Adults in the room le falta ironía, mala leche y aristas. Siempre se encuentra demasiado rendida a la figura de un Varoufakis que, además, no encuentra a un actor que iguale su carisma. Pero es que Costa-Gavras destaca que lo que tenía el político, por encima de otra cualidad, es “coherencia”. “Llegó al poder, y cuando vio que no podía hacer lo que quería, se fue. Ese es el problema de la izquierda, que se quedan resistiendo cuando no les quieren, y él vio lo que pasaba en Europa y se fue”, contaba el director a este periódico en el marco del Festival de Cine de San Sebastián.

El título de la película, que es el mismo que las novelas del político, hace referencia a una frase de Christine Lagarde dicho en aquellas negociaciones, en las que pedía compartirse como adultos para encontrar una solución pactada. Servía de poco, detrás de cámara se decía una cosa y luego otra, y Varoufakis pronto se dio cuenta de que no iba a poder cumplir lo que prometió a los ciudadanos que les habían votado. Para Costa-Gavras no todos se comportaron como adultos allí dentro, sino que muchos eran conscientes de que “no había democracia” en aquellas reuniones, pero que “había que hacerlas”.

Europa era un sueño maravilloso, pero si no cambia dejará de existir y se convertirá en un supermercado

Aquella pelea entre las políticas dictadas por Alemania y el desafío a la autoridad que venía desde Grecia fue seguido por toda Europa, ya que lo que se decidiera marcaría la economía y el futuro de muchos países en una situación similar. La derrota de las medidas de Tsipras y Varoufakis fue vista por muchos expertos como la última oportunidad que tuvo la izquierda de cambiar las tornas hacia medidas económicas progresistas, pero para Gavras hay esperanza, y cree que el momento clave es el actual: “la última oportunidad es esta, el momento actual. En estos últimos 15 años Barroso y Juncker han hecho cosas tremendas que no deberían ser aceptables. Europa era un sueño maravilloso, pero si no cambia dejará de existir y se convertirá en un supermercado”.

El director de obras maestras como Z o Missing siempre dice lo que piensa, y en este momento de su vida, con 86 años y muchos tiros pegados, cree que la solución pasa por ponerse de acuerdo y no por derribar las bases del sistema. “La izquierda tiene dificultades, porque tiene que encontrarse, tienen visiones distintas, hay que cambiar, y hay izquierdas que están siempre con esa idea de cambiar la sociedad…” .

El director Costa-Gavras. EFE

“Son soluciones que parecen facilísimas, pero la situación es muy difícil. La gente no acepta todo, y hay que encontrar un equilibrio entre los que tienen el poder económico, que es el único poder que existe, y ellos, que no tienen el poder. Si no hay un balance, la sociedad va a peor, y los pobres no van a aceptar más esta situación. La izquierda debe encontrar soluciones que no son revolucionarias, porque no funciona lo de destruir todo, ya lo hemos visto muchas veces, hay que encontrar otra cosa”, zanja.

El maestro del cine político no se retira, y cree que el cine, como arte, tiene un deber, que es “mirar a la sociedad”, y además hacerlo de “forma diferente al resto de miradas”, y eso incluye una responsabilidad y un compromiso con los espectadores que no debe perderse, tampoco en esta época de cambio de paradigma en donde “con la revolución digital no sabemos hacia dónde vamos” y una película se puede ver en un móvil, lo que Costa-Gavras cree que hará que tengamos que repensar hasta “la ideología”.