No hay nada que guste más en internet que los vídeos de gatitos. Que si uno salta, que si el otro se chupa la pata… todos son entrañables y son compartidos por miles y miles de personas. Son los seres más queridos del mundo virtual, así que imaginen la conmoción cuando en múltiples redes sociales y foros apareció un vídeo de nombre ‘1 boy 2 kittens’ (Un chico, dos gatitos) en el que un desalmado asfixiaba a dos pequeños mininos.
La noticia corrió como la pólvora, ¿era real el vídeo o se trataba de un fake?, ¿y en caso de que fuera verdad, quién podía realizar un acto así y grabarlo para enfadar a las redes? Esa pregunta, quién sería capaz de hacerlo, es la que se hicieron Deanna Thompson y John Green, dos usuarios anónimos de internet que, conmocionados por el vídeo, comenzaron una investigación analizando cada fotograma para dar con el asesino de gatitos. El marco de la puerta, la música que escuchaba, la aspiradora que utilizaba… todo se convirtió en pistas susceptibles de ser analizadas y que podían esconder la clave para encontrar al criminal que les había fastidiado el día con su salvajada.
Como siempre, la realidad supera la ficción, y estos aprendices de Agatha Christie acabaron dando con un auténtico asesino en serie que como en los thrillers de los 90 les fue provocando con nuevos vídeos hasta que cruzó la línea y mató realmente a una persona, un crimen que también grabó en vídeo y colgó en la red. Un asesino que quería sus 15 minutos de fama, y los logró a través del crimen más terrible.
Aunque parezca un argumento rocambolesco esto ocurrió de verdad, y es lo que cuenta el documental A los gatos, ni tocarlos: Un asesino en Internet (Don't F**k with Cats: Hunting an Internet Killer), la serie documental de Netflix de la que todo el mundo habla. No es para menos, en tres episodios uno no deja de sorprenderse con esta historia real en la que dos internautas solitarios se ponen tras la pista de un asesino en serie en potencia.
Es mejor no conocer mucho más de la historia y dejarse sorprender por la historia que cuenta con acierto, ritmo y suspense el director Mark Lewis, que dosifica la información como en las buenas películas y la va soltando con pinzas. ¿Quién es ese misterioso Luka Rocco Magnotta?, ¿y ese Manny que dice que le obligaba y presionaba para realizar sus crímenes? Una auténtica locura que gracias a la plataforma se ha convertido en un fenómeno de masas en todo el mundo, porque los que vivieran fuera de Canadá no conocerán nada de este suceso que allí fue una conmoción social y que aquí descubriremos en una serie documental que empieza con un asesino de gatitos y acaba con un cuerpo desmembrado y tirado a la basura.
Además de la investigación, el documental plantea otras preguntas interesantes sobre internet y sus usuarios, ya que el grupo creado por los usuarios, llegaron a acusar injustamente a una persona que terminó por suicidarse, lo que sirve para hablar de los peligros de los juicios paralelos y del bullying digital. También de la atención que se da a trolls y provocadores en las redes, y como un retuit puede ser un alimento para esta gente.
La película también establece esa discusión sobre si el cine crea asesinos o, como dicen en Scream, simplemente les hace más originales. Las películas con crímenes son la materia prima de ese asesino de gatitos que acabó matando a un amante, e Instinto Básico se convierte en un leit motiv insospechado para Luka Magnotta, joven obsesionado con la fama y con ser observado por todos, y cuyo nombre no olvidaremos después de estos tres episodios con los que Netflix ha vuelto a demostrar que el 'true crime' es el género de moda.