Moss acosada por el hombre invisible.

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Terror y violencia machista: la mejor apuesta para arrasar en la taquilla

Blumhouse reinventa 'El hombre invisible' y construye un relato sobre la violencia de género con Elisabeth Moss de protagonista.

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Cuando se hace la típica pregunta a la gente sobre qué súper poder les gustaría tener, muchos contestan que ser invisibles. Esto demuestra que el género humano es muy poco original, y que todos ellos no han leído la novela de H.G. Wells, El hombre invisible ni tampoco han visto ninguna de las adaptaciones cinematográficas. Ni la de James Whale ni siquiera la palomitera realizada por Paul Verhoeven. Si lo hubieran hecho sabrían que el poder que concede la invisibilidad lleva a la locura y a la psicopatía. O quizás sólo potencia lo que ya estaba dentro.

Hace años Universal se planteó resucitar de nuevo al hombre invisible y al resto de sus monstruos clásicos, comenzando por La Momia, una superproducción con Tom Cruise que debía iniciarlo que se bautizó como Dark Universe y que tenía ya atadas a estrellas como Javier Bardem en la piel de Frankesntein y Johnny Depp. El fiasco del filme canceló las ambiciones de la productora, que sin embargo repensó el proyecto tomando una decisión correcta. Le ofrecieron a Jason Blum, productor de algunos de los éxitos de terror reciente como Déjame Salir o Paranormal Activity, darle una vuelta al filme en busca de algo más modesto pero que funcionara.

Dicho y hecho, Blum se llevó la película a su terreno, ofreció el filme a Leigh Whannell, creador de la saga Saw, y entre ambos decidieron cambiar a Depp por Elisabeth Moss y alejarse del terror sobrenatural para pegarlo al suelo, a la realidad. El resultado se estrena este viernes, y es un filme en el que el enemigo, el villano al que no se puede ver es un maltratador, poniendo la violencia de género en el centro del relato. Si uno de los lemas del feminismo en este tema es ‘Hermana yo sí te creo’, aquí se lleva hasta las últimas consecuencias, ya que la protagonista tendrá que ser creída cuando diga que su pareja (un maltratador que supuestamente se ha suicidado) sigue atacándola.

Fotograma de El hombre invisible.

Fotograma de El hombre invisible.

Whanell y Blum consiguen un filme rabiosamente actual y muy entretenido. Sí, hay que dar saltos de fe constantes, pero siempre hay un giro efectivo y efectista que te hace que no prestes atención a su falta de verosimilitud, como ‘esa’ escena en el restaurante. Su apuesta por tratar el machismo y la violencia desde el terror funciona, y es que Blum sabe que el género “es tremendamente eficaz, hace que los jóvenes llenen las salas y si eres artista y quieres decir algo a la sociedad es una gran forma de hacerlo”, decía a EL ESPAÑOL en la presentación de El hombre invisible en Madrid.

El productor había intentado convencer al director en varias ocasiones, y le había ofrecido “otros monstruos”, pero ha sido El hombre invisible el que le ha convencido porque “precisamente lo que me atraía es que no es un monstruo, sino un ser humano, y eso le diferencia de otros personajes”. “Es un ser humano que pierde la cordura, y eso lo hace más realista y lo ancla a la realidad, y pensé que si conseguía hacer que la idea de invisibilidad fuera de este planeta, podría hacer un thriller actual, que no esté vinculado a una fantasía de ciencia ficción”, explicó a este periódico. Fue en ese momento cuando tuve la mejor idea: recurrir a una protagonista femenina.

El terror es tremendamente eficaz, hace que los jóvenes llenen las salas y si eres artista y quieres decir algo a la sociedad es una gran forma de hacerlo

Siempre tuvieron claro que Elisabeth Moss era perfecta para el papel. La actriz vuelve a luchar contra el patriarcado, como en El cuento de la criada, y su rostro muestra todo el sufrimiento y la angustia de una mujer acosada y maltratada. A pesar del dramatismo, el director explica que “es muy graciosa” y que siempre le dice que tiene “que hacer comedia”, aunque “ella apuesta por personajes que sufren mucho”. “Hubo una escena muy dramática, con ella llorando, y la gente en el set le dio su espacio. Cuando dije ‘corten’ me acerqué a ver si estaba bien y me dijo que estaba encantada. Ella disfruta mucho con personajes que sufren”, añade.

Con el hombre invisible Jason Blum demuestra su ojo como productor y su inteligencia para levantar filmes de presupuesto ajustado que siempre arrasan en la taquilla. Desde aquella primera entrega de Paranormal Activity han cambiado muchas cosas, y él mismo aclara que “no producimos ahora filmes de presupuestos bajos porque sean rentables, sino lo que lo hago porque me gusta lo que cuentan. Esto me ha permitido hacer La purga y hacer Múltiple, que son innovadoras, algo que hubiera sido difícil hacer con grandes presupuestos, pero si hay un director que me encante y quiera hacerlo así, estoy dispuesto”, zanja sobre su filosofía de producción que no cesa. Ya tiene innumerables secuelas, series y nuevas películas listas para empezar a rodar. A Bloomhouse le queda mucho que decir.