Una de las mejores series cómicas del año: Berto cierra por todo lo alto
'Mira lo que has hecho' ha estrenado su tercera y última temporada. Una serie brillante que mezcla lo hilarante con lo emotivo.
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Durante años hemos estado discutiendo sobre los límites del humor. Que si nos podemos reír de todo, que si no, que si ofendiditos, que si censura por aquí o por allá… Años en los que a todos los cómicos se les preguntaba sobre eso, y sin embargo no hemos debatido sobre el asunto. Hemos ido de polémica en polémica, bloqueando cómicos pero sin debatir sobre qué hacer. Hemos oído lo de que el humor tiene que ir de arriba a abajo y no al revés y creo que nadie lo ha entendido bien del todo… Y ahora ha llegado Berto Romero, alérgico a los titulares, al escándalo y a los tuits explosivos y ha realizado la mejor reflexión sobre ello en la tercera temporada de Mira lo que has hecho.
Su serie cierra definitivamente y sigue siendo un retrato divertido y con colmillo de las miserias de la paternidad, en esta ocasión con los bebes ya crecidos y convertidos en niños que quieren ver la tele y jugar a la consola, pero el hilo narrativo de estos últimos episodios le lleva a pensar y hablar sobre ese miedo de todos los humoristas: hacer un chiste que ofenda y verte envuelto en una polémica en la que cada cosa que digas alimentará un monstruo que sólo quiere engullirte.
En lo familiar mantiene su tono y su constante, ser uno de los reflejos más realistas y certeros de la familia moderna. Cómo dos padres progresistas quieren seguir siéndolo a través de sus hijos sin darse cuenta de lo ridículos que parecen. En esta ocasión se mudan a las afueras -práctica habitual de muchas parejas jóvenes que buscan la tranquilidad- y Sandra se ve envuelta en una estafa piramidal de una máquina que cocina sin quitar las proteínas a los alimentos. Todo funciona, está bien engrasado, los gags calan y las incorporaciones también -brillante Clara Segura que se une a un reparto donde vuelve a sobresalir Eva Ugarte-.
Pero donde Mira lo que has hecho crece hasta convertirse en una de las mejores series cómicas del año -la otra también es española y se llama Vamos Juan- es en la trama que mueve esta tercera temporada en la que las redes sociales recuperan un vídeo de Berto haciendo un chiste sobre Hitler que se vuelve masivo y acaba acusado de filonazi. Cualquier paso que da por intentar solucionarlo sólo empeora la situación.
Aquí vemos un repaso a muchas de las cosas que ha ocurrido con el humor en los últimos años, también la incapacidad de los propios cómicos de desactivar la bomba de relojería que estalla. Berto intenta explicar que quien dice eso no es él, sino su personaje, el que interpreta cuando sube a un escenario, y que este haga una broma nazi no quiere decir que él lo sea. Da igual. No se quiere entender y su incontinencia verbal lo hará pasar por mil situaciones incómodas en un in crescendo que terminará en un plató de televisión con una de las críticas más feroces que hemos visto a los programas de tertulia nocturnos.
Todo esto sin perder el ritmo cómico, convirtiendo Mira lo que has hecho en un espejo deformante donde vemos una versión de nuestro país. La metaficción da un paso más allá, y ya no sabemos si esta reflexión sobre el humor, la censura de las grandes cadenas, la pérdida del rigor informativo y la espectacularización de la política, es del Berto real, del Berto de la serie o del cómico al que da vida en la misma, un juego de Matrioskas que nunca deja de sorprender.
En esta despedida Berto y su director Javier Ruiz Caldera -uno de los mejores realizadores de comedia en España- se arriesgan también aportando un comienzo cápsula a cada episodio que responde a un género cinematográfico y que sirve para hablar de las familias. Hay escenas bélicas, distópicas, primitivas… y en todas un gag para comenzar la función. Además, para el recuerdo un episodio luminoso, brillante y tremendamente emotivo, ese flashback en el que Berto descubre su pasión por hacer reír a la gente en un circo. Termina Mira lo que has hecho, a lo grande, por todo lo alto, y esperemos que su creador siga apostando por la ficción, porque su mirada y su estilo siempre serán bienvenidos.