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Los libros de 50 sombras de Grey -y sus adaptaciones cinematográficas- hicieron mucho daño. Su éxito desmesurado hizo que todos quisieran repetir la fórmula. Coger una historia de amor romántico rancio y rocambolesca y llenarlo de sexo inverosímil para que escandalizara un poco y todo el mundo hablara de eso. La operación de marketing fue un éxito, y tras la trilogía de E.L. James salieron novelas de ese estilo a patadas. Una de ellas, desconocida hasta este momento, se llama 365 días, la escribió hace dos años una escritora desconocida Blanka Lipinska y ahora es el último éxito de Netflix, donde lleva desde su estreno en lo más alto del ránking de sus producciones más vistas.

El éxito de esta película es un fenómeno paranormal. Nadie la conocía. Nadie había leído las novelas. Nadie conoce a los actores de esta adaptación polaca de la obra de Lipinska, y sin embargo en todos los países ha arrasado. La solución puede que esté en el morbo, ya que 365 días se vende a sí misma como una de las películas de Netflix más eróticos y con una carga de sexo más explícito que recordemos. Los tríos de Élite son un juego de niños con lo que verá el espectador que entre en este filme desde la plataforma.

Los que quieran calidad, un thriller que funcione como un reloj, interpretaciones cargadas de matices y algo de nivel que busquen otra película o serie; a los que les dé igual que se queden que sepan que van a ver la película de la que todo el mundo habla, pero que esta es mala, y hasta moralmente reprochable, pero vayamos por partes. La película presenta a un mafioso italiano, el cachas e inexpresivo Michele Morrone, que se obsesiona con una mujer, Anna Maria Sieklucka. Para conquistarla recurre a las típicas artimañas de mafioso: secuestrarla, vejarla y tratarla fatal. Por supuesto ella se resistirá al principio, pero acabará cayendo a sus pies. Los 365 días del título se refieren al tiempo que el galán rancio y machista le da a la mujer para que caiga a sus pies.

Fotograma de 365 días.

Todo esto envuelto en un erotismo barato y 'chusquete', pero que quiere ser de alto voltaje. 365 días es una mezcla entre La bella y la Bestia y 50 sombras de Grey, y perpetúa todos los problemas de ambas: síndrome de Estocolmo, el hombre poseyendo a mujeres a su antojo y cuando le place, vejaciones varias, sumisión… y después de todo ello nace el amor entre la secuestrada y su verdugo. Mientras la ata y le obliga a ver cómo fornica con otra mujer, entre otras joyas. Eso sí, cuando ella descubre el dinero que tiene queda prendada, un mensaje pernicioso y machista que también la emparenta con Pretty Woman, a la que dedica un guiño en forma de salida de compras donde ella empieza a conectar con el criminal.

¿Y el sexo? Pues cercano al porno soft, aderezado con canciones pop y moralmente reprochable en escenas como una felación en un avión a nuestro protagonista que perpetúa todos los estereotipos de las peores escenas del cine de adultos, con una mujer casi sometida, forzada y que hasta llora… aunque en un giro terrible ella acaba mirando a cámara con cara de que tiene el poder. Una escena que además se monta en paralelo con la otra protagonista masturbándose en su casa con su vibrador antes de ser secuestrada.

Si esto es el comienzo imaginen lo que sigue, una escalada de escenas ‘cachondonas’ que culminan en una sucesión de polvos en todas las partes posibles del yate que tiene el mafioso. Todas las posturas posibles se suceden en una escena que pretende ser el culmen de la película. Lo es, pero puede que no por los motivos que ellos pensaban. Tras todo eso, cómo no, el amor. Un amor tóxico como el que se ha visto muchas veces en estas novelas y que, además, tendrá continuación, o a sí lo sugiere ese final abierto en el que nadie sabe cuál es el destino de la chica. La autora -que ha coesctrito el guion del filme- ya tiene dos novelas de la saga publicadas, así que si Netflix quiere tiene thriller erótico de éxito para rato.

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