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Desde hace unos años, cada vez que Mario Casas estrena una nueva película siempre se escucha la misma cantinela: “el mejor papel de Mario Casas”. El actor lleva una temporada en un cambio de registro total, que le llevan a aceptar papeles más maduros y complejos. Muchos de ellos con un cambio físico radical. Deberíamos estar ya acostumbrados, pero parece que a Casas le sigue pesando esa etiqueta de ídolo adolescente que ya se ha ganado a pulso que no exista. Por eso, decir siempre que es su mejor interpretación suena ya a cliché, a que estuviera dando pequeños pasos en una carrera de fondo.

En El Practicante se va a volver a decir, porque en la película de Carles Torras que ya se puede ver en Netflix afronta su papel más complejo, tanto a nivel físico como psicológico. Un psicópata al que un accidente deja en silla de ruedas y desata todo su desequilibrio mental. Un hombre machista, posesivo y capaz de todo al que vemos desde sus primeros gestos. Casas se mete en la piel de ese hombre que trata a su novia como una posesión. Lo demuestra en cómo la besa, cómo la controla. Una persona capaz del chantaje emocional y de cualquier cosa para que no le abandonen. Una película enfermiza y malrollera que es todo un tour de force.

Mario Casas siempre se somete a jornadas de promoción maratonianas. Igual que se esfuerza al 100% en el rodaje lo hace para que todos se enteren de que su película se estrena. Y lo hace siempre con una sonrisa. La misma con la que lee esa etiqueta a la que ya se ha habituado, la de ‘la mejor interpretación de...’. Intenta no leer todo lo que se dice para no distraerse de lo importante, pero es complicado. “Intento evadirme un poco de los comentarios de la prensa, leo lo que me manden, pero lo menos posible. La gente te pasa enlaces hablando de la película… pero yo no quiero leer ni lo bueno ni lo malo. Pero las películas tienen eso, que la gente opina, pero yo intento evadirme. Es verdad que en los últimos años he hecho un cine más adulto, y que estoy creciendo como persona, y creo que el papel de Ángel he aportado más matices. Llevo más películas a mis espaldas, pero sigo aprendiendo y eso tiene que ver con la edad y crecimiento”, explica a EL ESPAÑOL.

Mario Casas en El practicante.

Para el director de la película esa etiqueta “se dice mucho y se vuelve a decir, pero él ya asume retos interpretativos complejos desde hace ya unos años, pero parece que de tanto repetir eso se desgasta. Cuando nosotros rodamos no se había estrenado Adiós, era un poco antes, pero ya llevaba unos cuantos personajes complejos. Aquí da un giro radical de la imagen que pueda dar, pero parece que le cuesta quitar esa etiqueta. Creo que la gente se va a quedar impactada con el trabajo de Mario Casas. Me parece brillante lo que hace, sin aspavientos, sin caer en a sobreactuación que podría caer con un personaje de estas características con el que era fácil caer en la caricatura”.

A Mario Casas el guion de El practicante le gustó desde las primeras páginas. Estaba en el proyecto antes de que Netflix entrara en el juego y se levantara por fin la producción, y cuando se dio luz verde mandó el guion a un psiquiatra para meterse dentro de Ángel. “Quería desenmarañar los patrones de estos individuos, que son psicópatas, y trabajé con él todas las pautas, porque aunque fuera una película de género, quería darle realismo a la psicopatía”, dice el actor que, cómo no, también se aplicó al fondo en lo físico.

Creo que la gente se va a quedar impactada con el trabajo de Mario Casas. Me parece brillante lo que hace, sin aspavientos, sin caer en a sobreactuación que podría caer

Su personaje ve cómo su mundo se cae, un ególatra, narcisista que no puede soportar que su novia le deje, que su físico se desmorone y que su pelo se caiga. Una transformación bestial, en la que “hay algo muy interesante”. “Hay actores que hacen trabajo mucho más costumbristas, más pegados a la realidad, como Eduard Fernández, que los hace desde la tierra, que es muy difícil. A mí me gusta construir, ya sea adelgazando o engordando o cambiando el pelo, pero parto de un sitio que es que me miro al espejo y verme me saca de mí mismo, de mi día a día. Hay carreras como la de Joaquin Phoenix, que no me quiero comparar, pero actores que componen como él o como Matthew McConaughey, que les admiro. Para mí el hecho de adelgazar o engordar significa componer, y eso me produce emociones que te sacan del día a día”, añade.

Una película que llega a Netflix, en un momento complicado para las salas y para toda la industria, que sigue rodando pero con medidas de seguridad y el miedo a que la pandemia vuelva a paralizar todo. Mario Casas confiesa que “todo lo que está pasando me da muchísimo miedo”, tanto en lo personal como en lo profesional, donde ha visto como una serie que rodaba se paró por el confinamiento y regresó después: “Yo todavía tengo miedo, sigo con el miedo. Estamos en ese proceso, pero esto no es una nueva normalidad, así que espero que volvamos pronto, y sigamos haciendo cine y contando historias, pero las plataformas nos han dado la oportunidad de seguir consumiendo cultura, pero yo me he criado en una sala de cine. En cuanto abrieron las salas me fui a ver Matrix a una sala, y ahora en cuanto he podido he ido a ver Tenet. Soy un enamorado del cine y ojalá pase todo pronto. Creo que hay que ir al cine, y la gente lo está demandando, se ha visto con la peli de Santiago Segura y con Tenet. Es una pena que los cines estén a la mitad, porque la gente tiene ganas de salir y volver al cine, porque es parte de nuestra historia”.