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Si 2020 ha sido duro para todos, imaginen para Woody Allen. A una pandemia mundial que le ha dejado sin poder acudir a Festival de Cine de San Sebastián a presentar su nueva película, se une la polémica que hubo en torno a sus memorias, que en EEUU tuvieron que cambiar de editorial; los problemas para poder estrenar su anterior filme, y la dificultad de encontrar nuevos productores para sus nuevas obras. En España siempre hemos defendido al director, y por eso, cuando ahora lo ha necesitado aquí se le ha acogido con las manos abiertas. Un día de lluvia en Nueva York funcionó en taquilla, todos hemos leído sus memorias, y encima España le ha producido un nuevo título que se estrena este 2 de octubre.

Aunque Allen no pudo viajar al Zinemaldia a presentar Rifkin’s Festival, se entregó en la promoción virtual de la película. Mandó un vídeo en la inauguración, dio una rueda de prensa por zoom, y atendió a los medios de comunicación, entre ellos a EL ESPAÑOL, que tuvo un encuentro con un reducido grupo de periodistas en los que el director charló de todo. Hasta de las declaraciones de Kate Winslet, que una semana antes había dicho que se arrepentía de trabajar con él. Las acusaciones de su hija siguen pesando a pesar de ser un caso cerrado con dos investigaciones independientes a su favor.

“Yo creo que no conocen la situación lo suficiente”, explica Woody Allen, que sigue pensando que aquellas que han trabajado con él “son grandes actrices y tuvimos grandes experiencias juntos, pero es que simplemente no saben”. “Todo el mundo quiere hacer lo correcto políticamente, pero ellas no se informaron lo suficiente de la situación antes de hablar. Si tuvieran más información, tendrían una actitud distinta y no dirían lo que han dicho. La situación es que se ha investigado tantísimo y siempre con el mismo resultado... siempre salgo bien porque se desestima”, dice con calma y sin perder la amabilidad con la que responde cada pregunta.

Tráiler de Rifkin's Festival

La película cuenta la historia de un teórico de cine que acompaña a su mujer, agente de prensa, al Festival de Cine de San Sebastián, donde representa a un petulante director francés que cree que puede acabar con el conflicto entre Palestina e Israel con sus películas. Un cine pretencioso que contrasta con las ensoñaciones de su protagonista, que rememora escenas de Truffaut, Fellini, Bergman o Welles. Un canto nostálgico a la historia del cine que Allen niega que quiera decir que todo tiempo pasado sea mejor.

Como siempre, el protagonista es un 'alter ego alleniano', y en esta ocasión también es alguien que duda de su talento, lo que le ocurre al director, que confiesa que “siempre he dudado de mi talento, constantemente”. “Una de las cosas de las que estoy seguro es que no he influido tanto en el cine o en la gente del cine. Miro a mi alrededor y veo que Martin Scorsese ha tenido una gran influencia, Francis Ford Coppola, pues también, Steven Spielberg… Pero yo, pues no creo que haya sido una influencia. He disfrutado de hacer las películas, algunas buenas, algunas malas, pero no creo haber influido en nadie”, añade con gesto humilde detrás de sus eternas gafas de pasta.

Voy a votar siempre demócrata porque creo que el país nunca está bien gobernado por los republicanos. Este país nunca será un gran país mientras esté el partido republicano en el poder

No cree que se le vaya a recordar “de una manera especial”, sino que será “parte del grupo de personas que hacen cine y cuando tengan que llenar el día en alguna televisión, pues pasarán alguna de mis películas, seré un producto normalito de televisión”. De hecho, de toda su filmografía salva a muy pocas películas del desastre: “Estoy en mi película 50 o 51, y quizá pues 10 de esas 50 las guardaría y tiraría las restantes. He hecho muy pocas películas que crea que valgan la pena, el resto, fuera, a la papelera, no me interesan mucho. No creo que tengan mucho significado”.

Aunque su cine no haya sido nunca especialmente político, y él tampoco se haya prodigado en sus opiniones sobre el tema, siempre se ha considerado demócrata, y tras cuatro años de Trump y con las elecciones a la vuelta de la esquina lo tiene más claro que nunca. “Soy un demócrata, siempre lo he sido, voté a Clinton y nunca me ha gustado el partido republicano, crecí sin que me gustara y tampoco me gustan ahora. Voy a votar siempre demócrata porque creo que el país nunca está bien gobernado por los republicanos. Este país nunca será un gran país mientras esté el partido republicano en el poder, es así, es lo que siento”, dice con firmeza.

Los mejores recuerdos que tengo son con Diane Keaton. De hecho, me gustaría hacer una película con ella ahora

Su película llegará a las salas tradicionales, y es la forma en la que a él le gusta ver cine. “Ahora estás en tu casa, con la pantalla ahí delante, puedes hacer pausa, vas al lavabo y vuelves, te haces un bocata... no es lo mismo, no hay nadie ahí, a lo mejor un par de familiares, pero no 300 personas, no es lo mismo. Y el tamaño de la pantalla, no está bien, no me gusta. Pero el mundo va en esa dirección por mucho que a mí no me guste. A la gente le gusta acabar su comida o su cena, ir a la sala de estar, apretar un botón y ver la película ahí. Y a medida que las pantallas de las televisiones son más grandes, mejora el sonido, pues la gente se va a quedar más en sus casas. Es una pena, pero a nadie le importa que a mí no me guste”.

En Rifkin’s Festival el protagonista recrea escenas de los directores que han influido a Woody Allen, pero ¿qué escenas cree que alguien elegiría si hicieran un remake con sus obras? “Una escena de alguna de las películas conmigo y Diane Keaton. Los mejores recuerdos que tengo son con ella. De hecho, me gustaría hacer una película con ella ahora. Hemos hablado por teléfono y me encantaría poder rodar otra vez con ella. Pero no quiero hacer una película de esas de gente mayor, de mira qué tiernos, qué monos estos viejecitos que hacen chistes. Eso no lo encuentro nada agradable”. Eso significa una cosa, que no tiene pensado retirarse, ya tiene un guion terminado, una obra escrita y el cerebro a pleno funcionamiento, y “mientras tenga ideas, y si la salud me lo permita, seguiré haciendo películas”.

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