Pedro Almodóvar junto a Tilda Swinton.

Pedro Almodóvar junto a Tilda Swinton. Nico Bustos El Deseo

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Pedro Almodóvar: "No se puede revisar el cine con la ideología del nuevo feminismo"

El director estrena en salas de cine su primer trabajo en inglés, el cortometraje 'La voz humana', protagonizado por Tilda Swinton.

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La vida de Pedro Almodóvar cambió cuando se compró una cámara de Súper 8 con los ahorros de trabajar en telefónica y se puso a rodar sus primeros cortos. Lo que vino después ya lo sabemos, la llegada de una de las voces más únicas y arrolladoras de la historia del cine español. Un director que consiguió un universo de libertad justo cuando España salía de cuatro décadas de opresión por la dictadura franquista. Almodóvar plasmó un país que se bebía la libertad a bocanadas, y poco a poco conquistó el mundo -dos Oscar mediante-.

Pero ningún premio ha hecho que Almodóvar regrese, de vez en cuando, al mundo del corto. Lo ha hecho desde dentro de sus propias obra, como en aquella maravillosa miniatura en blanco y negro que era El amante menguante -que estaba insertada en la trama de Hable con ella-, o en el desprejuiciado La concejala antropófaga que precedía y completaba a Los abrazos rotos y en el que Carmen Machi recuperaba el espíritu punki y desprejuiciado de las obras de la movida.

Ahora ha regresado al corto, pero lo ha hecho de otra forma. Por primera vez ha rodado en inglés, de la mano de una Tilda Swinton cómplice que borda el papel más almodovariano posible, el de mujer al borde de un ataque de nervios en esta nueva versión de La voz humana -que llega este miércoles a los cines-, el monólogo de Jean Cocteau con el que ya había coqueteado en La ley del deseo y Mujeres al borde de un ataque de nervios y del que habla con EL ESPAÑOL.

Tráiler de La voz humana, de Pedro Almodóvar

¿Por qué realizar un corto ahora?

Realmente era un capricho. Decidí darme este capricho. Me acuerdo que estábamos en la promoción de Dolor y Gloria, y estaba con los directores nominados a los Goya hablando de lo que íbamos a hacer, y yo les dije que quería hacer un corto, y todos tenían una serie, bueno todos menos Oliver Laxe que es muy heterodoxo y va por otro lado. Pero yo quería recuperar, no porque lo hubiera perdido, el espíritu del debutante. Todas mis películas están hechas con total libertad, pero en esta me he permitido más libertades. Libertades que no me hubiera podido permitir en un largo.

Las primeras imágenes que tenía del corto eran las de una mujer sola. Un plan idéntico al de Carmen Maura apoyada en su terraza mirando el sky line de Madrid, pero aquí mirando una pared fea, con churretones de otros rodajes. Esa idea y la de entrar y salir del decorado y mostrarlo por dentro y por fuera eran las motivaciones estilísticas. La necesidad de salir del decorado, de mostrar la materia de la que está hecha el artificio, la he tenido siempre, pero nunca había llegado a tanto, y creo que después de 40 años había llegado el momento de realizarla. Y lo mejor para eso era un monólogo.

Y por primera vez en inglés.

Al ser un formato no estándar esa libertad se ampliaba, y ahí entraba el hecho de hacerla en inglés, que era algo que me liberaba de mi propia lengua. Esto en 30 minutos me parecía más abordable que en una película larga, y creo que hacerla en inglés le da valor. Yo quería ver cómo me desenvolvía dirigiendo a fondo en inglés, porque Tilda está dirigida palabra por palabra. Pero después de hacerla, porque es un texto muy melodramático, he visto que el hecho de ser en inglés me suena mucho mejor, porque esta película es carne de bolero y que sea en inglés le da una cierta distancia a esa bravura sentimental. El inglés lo retiene y lo contiene, y eso es bueno para la película. Con una actriz en español creo que sería demasiado melodramático, y aunque reconozco que es melodrama no quiero caer en lo folletinesco.

Quería probar si era capaz de dirigir en inglés, porque la música del inglés es muy diferente a la nuestra y yo dirijo de oído. Creo que he perdido el 75 % del miedo que tenía

¿Se podría decir que también prepara para lo que está por venir?

Sí, también quería probarme a mí mismo para ver si era capaz. Los dos primeros días estaba muy inseguro, pero no por Tilda, sino por mí. No sabía si mi oído iba a saber valorar lo que estaba bien o lo que no, porque la música del inglés es muy diferente a la nuestra y yo dirijo mucho de oído. Pero después de esos dos primeros días me sumergí en la lengua de ella, o al menos en cómo lo dice ella, y creo que he perdido el 75 % del miedo que tenía a hacer una película en inglés.

Es un corto que también es un resumen de toda su filmografía.

Sí, es una suma de todo lo que he hecho hasta ahora. Del color que me gustaba, de los cuadros, del personaje arquetípico que más me estimula, el de una mujer sola, enloquecida, en busca de no se sabe qué, pero que dramáticamente me interesa mucho y por eso he recurrido tanto a ella. No tenía la intención de no repetirme, al revés, está la intención de repetirme pero no como autohomenaje, sino de tomarme toda esa libertad, como si sólo estuviéramos Tilda, el decorado y yo y pensar que nada más va a afectar a esa obra. Y lo mejor de todo esto es que creo que cuantas más libertades te tomas, mejor te salen las cosas.

Tilda Swinton en La voz humana, de Pedro Almodóvar.

Tilda Swinton en La voz humana, de Pedro Almodóvar.

En esa libertad está también la de estrenar un corto en cines, algo inusual y que además lo hace en un momento muy complicado para las salas.

Yo cada imagen que ruedo pienso que tiene que proyectarse en una sala de cine, pero era consciente que este formato no se sometía a las duraciones estándar. No sabía qué iba a pasar con ella. Nos había llamado alguna plataforma y pensé que ese podría ser el destino, pero soñaba con una sala, así que para mí esto es un milagro, pero tenía que asumir que los riesgos eran que no se pusiera en cines. Eso lo convierte en una lección moral, primero porque hice lo que quise hacer, incluso abusando del poder que tengo para hacer lo que quiero, porque no todo el mundo tiene esa capacidad, y esto para mí era un experimento, pero que también indica cuál es mi actitud en este momento, porque si los cines estaban ya tocados hace dos años, las cifras de este fin de semana son aterradores. Creo que el confinamiento ha dado un golpe mortal a las salas de exhibición. En estos momentos estoy trabajando más que nunca, justo por la parálisis generalizada que hay, y necesitamos crear nuevo material para que las salas no mueran y el espectador se sienta estimulado para volver a ellas.

¿Y qué piensa de la decisión de Hollywood de retrasar o retirar sus grandes estrenos?

Me parece... no sé cómo calificarlo. Es un horror… Lo que está haciendo Hollywood con los blockbusters, que seguro que llevarían gente a los cines, es criminal para las salas y de un egoísmo inaudito, y estoy seguro de que no van a salir ganando más. Estoy furioso contra esa reacción de las grandes distribuidoras con sus películas de aguantarlas. Creo que tiene que ver con que Tenet no ha resultado lo que ellos creían, pero eso es inexacto e injusto, porque Tenet es una película muy peculiar. No la vería como una película hipercomercial, pero la situación no puede estar peor.

Lo que está haciendo Hollywood con los blockbusters es criminal para las salas y de un egoísmo inaudito. Estoy furioso contra esa reacción de las grandes distribuidoras

La obra original termina con el suicidio de la protagonista, y aquí con un acto de venganza empoderador.

Cuando me puse después de 30 años con el texto de Cocteau, encontré que yo no lo podía hacer mío, porque actualmente no hay una mujer con ese nivel de sumisión, así que reescribí el 80%. Le di la vuelta, y esa sumisión ya no existe. Es una mujer que está muy enamorada, con lo peor de estar enamorada, porque es una prisión sentimental y física. Una metáfora muy clara. Pero al tipo de mujer que yo he tratado en mi película necesitaba darle toda la autonomía moral, que babease por los suelos pero que siguiera siendo dueña de sus decisiones, y ella es más inteligente que él. Ella sufre como un animal porque está locamente enamorada. Antes de saber que cambiaría muchas más cosas tenía ya claro que iba a destruir la casa, porque es un acto de limpieza. Se puede entender como una venganza, pero es sobre todo una liberación.

Ha mencionado que en el texto original había demasiada sumisión, en ese sentido, ¿qué opina de la revisión de los clásicos, del cine de otras épocas, de la cultura de la cancelación?

Creo que es muy inadecuado, porque yo de hecho, cuando estaba en plena gira americana con Dolor y gloria vi que en un cine de Los Ángeles cancelaron un ciclo de Hitchcock por gente que protestaba por la conducta de Hitchcock con sus damas, y a mí eso me parece escandaloso, y creo que no están hablando de cine. No se puede revisar ni El último tango en París, ni a Sam Peckinpah, ni a Hitchcock de acuerdo con la ideología del nuevo feminismo. Es injusto con el cine. ¿Que Sam Peckinpah era un misógino? Pues claro, yo ya lo sabía, muy misógino, ¿me gustan menos sus películas? No. Ahí está la eterna confusión del artista y la obra.

Hitchcock ahora no hubiera sobrevivido, hubiera tenido serios problemas para estrena Los pájaros y estoy en desacuerdo. El talento es una cosa y la corrección con las personas otra. Pero no solo por eso, sino porque las épocas no son las mismas. Quiero decir, en los 60 y en los 70 los directores y los actores estaban locos por desnudar a todo el mundo, y no hablo del destape español, sino del cine serio, donde era lo más normal porque se estaba en esa cruzada. Era la liberación sexual, la liberación de los cuerpos, y en eso se ha retrocedido más de 50 años. No hay que caer en la tentación de juzgarlo desde una mentalidad militante feminista. No es justo con las obras de arte.

Tilda Swinton en La voz humana.

Tilda Swinton en La voz humana.

¿Tiene miedo a que se revisionen así obras suyas como Pepi, Luci, Bom o Átame?

Me sorprende que no lo hayan hecho ya, porque Átame ya tuvo problemas con unas feministas en Berlín, que dijeron cosas tan tontas como que por qué un personaje femenino iba dos veces al lavabo, era el de Loles, y les dije con todo el respeto que eso que decían era una tontería… es que todo lo que tiene que ver con los fluidos en EEUU está muy prohibido, es de mal gusto, y lo que me sorprende es que no hayan hecho ya esa revisión, pero parece que he sobrevivido a todo esto.

También de esa escena se dice que es una de las mejores escenas de sexo de la historia del cine.

De hecho, es curioso, porque la agencia que daba la calificación por edades en EEUU pensaba que estaban follando de verdad, y eso que no se veía nada, pero es que estaba trabajando con dos de los actores que en todo lo relacionado con lo físico y lo erótico son las dos personas más liberadas y con menos complejos y problemas que hay. Nunca he conocido una persona como Victoria Abril en ese aspecto, y eso unido a que es muy buena actriz… yo creo que ninguna actriz ha hecho algo parecido. Y Antonio, por el estilo. Y yo decía, pues muy bien que crean que están follando, porque eso significa que lo han hecho muy bien.

Decía antes que hemos retrocedido, este monólogo usted lo trata hace casi 40 años, con una España muy diferente, y ahora en el momento actual, con un país al borde de una moción de censura de la extrema derecha… un círculo perturbador.

Lo que estamos viviendo ahora es perturbador. La democracia ha adelgazado mucho por el mal uso que hacen de ella los partidos de la derecha. Yo no me puedo creer lo que oigo cuando pongo la televisión. El desprecio y el descaro hacia todos nosotros, que piensan que debemos estar idiotizados. Estoy escandalizado con el devenir político del país, porque entorpece todo mucho, y esto es una tormenta perfecta, porque tenemos todas las crisis juntas. Tenemos una crisis sanitaria y una derecha que imposibilita cualquier actuación por parte de gobierno, y eso es una tragedia similar a la pandemia.